Un cuento precioso

Habrá películas mejores, narradas con el metraje justo o que son prodigiosas por sus características técnicas y efectos visuales. Pero son pocas las que te roban el corazón por lo que cuentan y cómo lo cuentan, por su estilo y, sobre todo, su carácter entrañable, por los sentimientos que despliegan y las emociones que transmiten.

Todo esto es lo que sentimos con ‘Broker’ y lo que admiramos de su autor, el director y guionista japonés Hirozaku Koreeda, que en su última película nos ofrece un precioso cuento poblado por personajes que, en principio, tendríamos que aborrecer, pero que acaban por atraparnos gracias al desarrollo y retrato que de los mismos hace el cineasta.

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Parásitos

Si ‘La maternal’, estupenda película de Pilar Palomero sobre adolescentes embarazadas, nos adentraba hace unas semanas en la experiencia a la que se enfrentan unas crías que acaban de dejar la infancia y se van a convertir en madres, ‘Broker’ y Koreeda nos conducen hasta otro hecho real, los bebés recién nacidos que son abandonados por sus madres, a los que dejan a las puertas de las iglesias, concretamente, en Corea del Sur. Con este punto de partida, a la manera de un relato triste sobre personajes desgraciados que derivará en un cuento precioso y sentimental, el director nos ofrece la historia de dos tipos que secuestran a bebés abandonados para venderlos, y su relación con una joven que quiere recuperar al niño que dejó.

Pese a que se excede en los tiempos, lo que hace que a ratos pierda el ritmo narrativo -si hubiera suprimido algunas escenas innecesarias y a algunos secundarios, la película le hubiera salido redonda-, Koreeda, que vuelve a recurrir a la familia como argumento, sea esta como sea, construye una obra deliciosa en la que, si importante es lo que se narra, no lo es menos cómo hace evolucionar a sus protagonistas, componiendo con ellos un precioso retrato de familia atípica a la que acabamos por desear lo mejor. Una película sentimental, todo corazón.