Embajadores musicales del Ejército
Sonaba ‘A mi Buñol’ y el pasodoble de M. Carrascosa venía empapado de la parsimonia marcial de las fiestas levantinas de moros y cristianos, bien vertebrado por la flautín con fuerte carisma.
La Unidad de Música de la Academia General Militar iniciaba así su XXVI Concierto de Navidad, siguiendo una tradición consolidada a beneficio del la Hermandad del Refugio. Y lo hacía bajo la dirección invitada de quien ha sido desde hace nueve años su subdirector, Vicente Masmano. Masmano, que se despedía así dirigiendo una de las mejores bandas de España, y atacaba con decisión ‘Mountain Moments’, de L. Neves Serra. Obra en la que los trombones y la sección grave de la banda dotaron al conjunto de un cuerpo sonoro consistente, con buen trabajo en general del director invitado, que exhibió en algún pasaje una interpretación elástica del tempo.
Unos rasgos interpretativos mantenidos en la suite de ‘West Side Story’, de Bernstein, que, en arreglo W. Duthoit, trajo los ritmos sincopados cambiantes de esta popular banda sonora, marcados por el sonido de las trompetas con sordina, con momentos especialmente idílicos como ese pasaje de flauta y clarinetes. Y no faltó el humor vienés con la polca ‘Feuerfest’, de Josef Strauss, con su yunque y martillos incluidos.
Y tras el intermedio llegó el momento más esperado. Ya con su director titular Roberto Sancasto en el podio y el espectacular coro masivo de cadetes vistosamente uniformados en escena. Tras un muy sinfónico ‘The Polar Express’, de A. Silvestri, bien dotado de planos sonoros, atacaron varias canciones populares. Banda y coro de 90 militares estuvieron mayestáticos en la ‘Balada de los boinas verdes’, de Barry Sadler, y a ritmo marcado por el tambor se mostraron como los auténticos embajadores musicales del Ejército.
