Para celebrar el 25 aniversario de La Casa del Loco como sala de conciertos (toda una hazaña), nadie mejor que Los Enemigos, sin lugar a dudas una de las mejores bandas que ha dado el rock español, y que tras cuatro décadas en la brecha mantienen intactas sus esencias, su fuerza, el poderío afilado de unas canciones que son dentelladas de mala baba existencial, contundentes cargas de profundidad que ahondan en las miserias, bajezas y pesares del ser humano; como titularon su magnífico disco de 1990, ‘La vida mata’.

La banda capitaneada por Josele Santiago –letrista lúcido y corrosivo como pocos– arrancó el concierto con la emblemática ‘John Wayne’, y desde ahí hasta el final se prodigaron con un extenso repaso a su carrera, salpicado por algunas piezas de su muy notable último disco, ‘Bestieza’, como ‘Vendaval’, ‘Hey Judas’ o esa sobresaliente ‘Siete mil canciones’ («el futuro fue, desapareció, si es que alguna vez no estuvo aquí conmigo»). Con ese sonido crudo, rotundo y visceral marca de la casa, la áspera voz de Josele dio buena cuenta de un puñado de canciones que sacuden los entresijos.

Por citar unas cuantas: ‘Me sobra carnaval’, su espléndida relectura del serratiano ‘Señora’ (seguro que a Joan Manuel le encanta), ‘Brindis’, ‘El gran calambre final’, ‘Desde el jergón’, la tremenda ‘Septiembre’ (el tipo que anuncia antes de ahorcarse «voy a estrenar corbata hoy»), ‘Complejo’, ‘La cuenta atrás’, ‘La otra orilla’. Fantásticas canciones impregnadas de acidez y metafísica callejera, con personalidad y discurso propio. Los Enemigos en plena forma, y como bien proclamaba hace unos días Josele, en su hábitat natural: es una banda de garitos, y no de grandes espacios. Como decía el poeta, «todo pasa y todo queda»; las canciones de Los Enemigos se han quedado para siempre.