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  • Enrique Abenia

'Para entrar a vivir': detrás de los deseos

Bárbara Goenaga y Gorka Otxoa,en un momento de 'Para entrar a vivir'.
Bárbara Goenaga y Gorka Otxoa,en un momento de 'Para entrar a vivir'.
Enrique Abenia

Sacar adelante un proyecto cinematográfico entraña complejidades y frustraciones, y más cuando hay que llamar a muchas puertas en busca de respaldos. Los profesionales han de adaptarse y priorizar la propuesta más factible en cada momento. Bien lo sabe el zaragozano Pablo Aragüés, quien tras ‘Vigilo el camino’ (2013) y ‘Novatos’ (2015) estrena ‘Para entrar a vivir’, su tercera película de ficción. El director, apoyado en la faceta por la productora Marta Cabrera, plasma una comedia de premisa fantástica y con ecos de terror que toma como base la clásica situación de la casa en apariencia perfecta que esconde lo oscuro. Modula y lleva a más la ilusión de los recién instalados, pareja interpretada por Bárbara Goenaga y Gorka Otxoa, al mostrar que el inmueble les da las cosas que piden, deseos cumplidos que incluso se ajustan a lo que piensan. Es un filme pequeño que maneja la temática con sus armas narrativas y sus medios, tratamiento en el que exhibe cuidado en forma de esmero, honestidad y oficio.

'Para entrar a vivir' ***
Dirección y guión:Pablo Aragüés.
Codirectora y productoraMarta Cabrera.
Intérpretes:Bárbara Goenaga, Gorka Otxoa, Luisa Gavasa, Kira Miró, Jorge Usón.

En el sustrato de la historia, en la inspiración de fondo, se detectan los aspectos de género que seducen a Aragüés, que desliza guiños (los títulos que citan los protagonistas, la pieza musical que remite a John Carpenter). Como mandan los cánones, los peligros y la evolución turbia se anuncian en la conversación inicial con la agente inmobiliaria y en la actitud de esta (Luisa Gavasa, secundaria junto a Kira Miró y Jorge Usón). Hubiera gustado una mayor escenificación de lo maligno y que el desarrollo enseñara más y verbalizara menos, si bien la vía adoptada se entiende por el perfil modesto. No obstante, el tramo clave desprende encanto por su inspirada sencillez (los ladrillos). El cierre pedía más detalles y, especialmente, un giro de horror, pero se intuye que, por las circunstancias personales sobrevenidas en el rodaje, Aragüés y Cabrera necesitaban el final elegido, con significado por ello.

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