Por
  • Enrique Abenia

'Los renglones torcidos de Dios': inmersión en la intriga

Bárbara Lennie, en un momento de 'Los renglones perdidos de Dios'.
Bárbara Lennie, en un momento de 'Los renglones torcidos de Dios'.
Heraldo.es

‘El cuerpo’, ‘Contratiempo’, ‘Durante la tormenta’ y, ahora, ‘Los renglones torcidos de Dios’. Oriol Paulo se ha especializado en un cine comercial definido por la adscripción central al ‘thriller’ y por las sorpresas de guión. Su adaptación de la novela homónima de Torcuato Luca de Tena, publicada en 1979, supone su película más ambiciosa por el tipo de historia y los elementos que modula. Parte del cine negro, evocado por la protagonista, de fuerte presencia e interpretada por la casi siempre estupenda Bárbara Lennie, de la intriga detectivesca y de la reconocible particularidad, con su carga grotesca, de la ambientación en psiquiátricos. Muestra a una investigadora privada que ingresa en un sanatorio como paciente, haciendo un papel, para dilucidar un aparente suicidio. La inmersión propia del trabajo de infiltrado, subrayada por ese microcosmos de trastornos, se extiende a la que ejercen los múltiples cambios de perspectiva motivados por los sucesivos giros. El filme, todo un festival al respecto (y sin perder eficacia ni desbarrar), resulta sumamente entretenido a lo largo de sus dos horas y media.

'Los renglones torcidos de dios' ***
Dirección:Oriol Paulo.
Guión: Oriol Paulo, Guillem Clua y Lara Sendim, a partir de una novela de Torcuato Luca de Tena.
Intérpretes: Bárbara Lennie, Eduard Fernández, Loreto Mauleón, Pablo Derqui, Javier Beltrán.

El ataque que sufre Alicia a manos de un peligroso enfermo y su interacción con el director de la institución (otra apreciable actuación de Eduard Fernández) marcan un punto de inflexión en la intriga. Ella asegura que él estaba al corriente de su verdadera identidad y de su cometido, para lo que incluso le dio indicaciones acerca del camino a seguir, y sin embargo el psiquiatra jefe insiste en que nunca había hablado con la mujer. La situación depara un duelo de personajes y el choque dialéctico, aspectos que potencian el interés de las reuniones del tribunal médico.

La narración sabe ‘manejar’ al espectador, introducir la duda, aplacarla y volverla a agitar en lo referente al retrato de la interna. La dinámica se apoya, sin que ello moleste al descubrirlo, en un hábil truco expositivo.

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