Por
  • Luis Alfonso Bes

Alexandre Tharaud: un vendaval de impresiones

Alexandre Tharaud, durante su concierto en el Auditorio de Zaragoza.
Alexandre Tharaud, durante su concierto en el Auditorio de Zaragoza.
Auditorio de Zaragoza

Atacó un acorde contundente seguido de dosis moderadas de canto pianístico, que luego fueron ganando grados de manera expansiva a lo largo de toda la obra. El pianista Alexandre Tharaud administró sabiamente su capacidad expresiva en los ‘Impromptus opus 90’ de F. Schubert, logrando un resultado sorprendentemente fresco. Algo que contrasta paradójicamente con su utilización de partituras a lo largo de todo el recital, que no obstante no le restó un ápice de expresividad. Tharaud tañó, con seguridad decidida, los vertiginosos pasajes del ‘allegro’, que concluyó con carácter contundente, y se explayó tanto en la preciosa melodía del andante como en el ‘allegretto’, sin duda la pieza más popular de esta serie, que sonaron fluidos y bien expresados.

Alexandre Tharaud, piano ****
Programa:'Impromptus, opus 90', de F. Schubert; '5 Préludes' y 'Prélude à l'après-midi d'un faune' en transcripción de Alexandre Tharaud, de C. Debussy; y 'Miroirs', de M. Ravel.

El parisiense repartió abundante sustancia sonora con carácter fuerte y sensible a la vez. Virtudes que continuaron al alza en los ‘5 preludes’, de C. Debussy, cuyas armonías nebulosas fueron recreadas con delectación por el francés con una interpretación límpida, donde Tharaud dejó clara su capacidad para sugerir un vendaval de impresiones. Y desde luego, los admiradores de Debussy tuvieron su día grande con un programa que además incluía su ‘Prélude à l’après-midi d’un faune’, en transcripción para piano del propio Tharaud, quien así confirmaba haber venido a Zaragoza para ofrecer un recital ganador.

Luego los cromatismos ‘debussianos’ dejaron paso a la estética hipnótica de ‘Miroirs’, de M. Ravel, que sonaron adecuadamente brumosos, tristes y, en algunos momentos, exánimes, donde Tharaud exhibió un buen desempeño artístico especialmente en esos pasajes que exigen un virtuosismo incontestable en los que, con pulsión firme y segura, Alexandre Tharaud logró una audibilidad intachable de las diferentes voces del Steinway & Sons del Auditorio.

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