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  • Gonzalo de la Figuera

¡A bailar, por Obatalá!

El músico cubano Kasari Kumar.
El músico cubano Kasari Kumar.
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Antes se llamaba Jazz On y ahora se ha rebautizado como Dum Dum Jazz, pero el ciclo que desde hace unos años se celebra en el Centro Cívico Universidad se mantiene fiel a su ideario de ofrecer propuestas quizá poco conocidas pero de calidad contrastada, intentando recrear el ambiente de un club de jazz.

Aunque esto último saltó por los aires en la noche del viernes por obra y gracia del cubano Dasari Kumar, quien consiguió levantar de las sillas a todo el personal para convertir el recinto en muy animada pista de baile.

También es cierto que jazz, lo que se dice jazz, hubo más bien poco: básicamente, las intervenciones del excelente saxofonista Ariel Brínguez, también ocupándose de teclados y percusiones. Porque lo que bajo la etiqueta de ‘Afrosideral’ propone Kumar, cantante y rapero, es un agitado batiburrillo de cantos de santería yoruba afrocubana, ‘beats’ electrónicos y ritmos bailables, pespunteados de toques de jazz y funk e influjos africanos y brasileños.

Un concepto sonoro atractivo en sí mismo, pero que se ve lastrado por algunos detalles: cosas parecidas ya fueron exploradas veinte años atrás por formaciones como P18 o Sin Palabras y, en tiempos más recientes –y con vocación más vanguardista–, por gente como Ibeyi o Ifé, por citar solo algunos nombres; y, lo más importante, en todos esos casos las canciones estaban por encima del concepto. No ocurre así con Kumar, que parece fiarlo todo al poderío rítmico para generar un estado de trance colectivo entre invocaciones a Obatalá o Yemayá, divinidades del panteón afrocubano.

dasari kumar ***
Presentando su disco 'Afrosideral'.
Músicos:Dasari Kumar, voz y percusión; Ariel Brínguez, saxo, teclados y percusión; Alan Sousa, percusiones; Yarel González, bajo y guitarra.

Ocasionalmente suenan piezas como ‘Medio siglo después’, con Humberto Ríos como invitado al piano, mezclando el chachachá con el rap, y entonces la cosa alza el vuelo. Mas al final se impone la sensación de estar ante estupendos músicos que solo pretenden que el público menee el solomillo; lo cual nos parece perfecto, y objetivo conseguido.

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