vive latino

Prometeo, el protegido de los dioses, reina en la lona y en los 'shows' paralelos del festival

La suspensión de Bebe dejó el recinto casi una hora sin música, pero hubo divertimentos de sobra para pasar el rato. Los asistentes ya comenzaron anoche a elucubrar con el cartel del próximo año.

Un momento de las semifinales del campeonato, aún con cuatro contendientes.
Un momento de las semifinales del campeonato, aún con cuatro contendientes.
Jiménez/Cebrián

Sin apenas descanso ni solución de continuidad, los ‘vivelatiners’ vivieron ayer otra vibrante jornada a orillas del Ebro. A las cinco de la tarde, y de nuevo bajo un sol bárbaro, aparecían sorprendentemente tersos y frescos decenas y decenas de ‘jóvenes’ por la pasarela el Voluntariado dispuestos a reconquistar Ranillas. Purpurina, camisas hawaianas y crop tops (para ellas y ellos) parecían un ‘must’ del festival, en donde tampoco faltaban a primera hora pamelas, gorras y abanicos de tal tamaño, que habrían desatado las envidias del mismísimo Xavi Font de Locomía.

En este segundo ‘round’ festivalero, algunos llegaban ya aleccionados por lo aprendido el día anterior y, en consecuencia, portaban botellas de agua, bocadillos traídos de casa y algo de crema solar para no quemar ese ‘look’ siempre en el fino alambre entre la modernidad y la apariencia de un jubilado británico en Lloret. Bajo la sombra de cada árbol –échenle un par de metros cuadros– aguardaban hasta ocho asistentes, muy al quite de lo que iba a suceder en cada escenario: los había con planos, con esquemas de la jornada e, incluso, con cuentapasos para convencerse de que la cervecita de más la compensaban con creces.

La tarde comenzó con una pequeña decepción, pues Bebe, la encargada de romper el hielo el sábado, canceló su actuación sin apenas tiempo y arruinando unos minutitos más de siesta para quienes el viernes trasnocharon más de la cuenta. Unos decían con sorna que a la cantante solo se le había avisado con dos años de antelación y otros se sorprendían de que alegara «problemas de agenda por proyectos nuevos», un sábado, a las 17.00, «¡cuando lleva siete años sin sacar disco nuevo!».

"Una mejor experiencia"

Sea como fuere, el recinto de Ranillas ha demostrado tener atractivos suficientes para pasar hasta casi una hora sin conciertos. En las etiquetas de Instagram del #ViveLatino triunfaban las calaveritas decorativas que se han colocado por toda la ribera y, también, alguna que otra foto pretendidamente artística como la del Alma del Ebro, entre los andamiajes del escenario principal.

El público, que enseguida llenó las barras, disfrutó también de los puntos de maquillaje (los Ambar Make Up) y, sobre todo, del ir y venir de luchadores mexicanos enmascarados, que –en los horarios en los que no tenían que zurrarse– no dudaban en detenerse, sonreír a cámara y hacerse fotos con los asistentes. Las taquillas del recinto, que incluían puntos de carga de teléfonos móviles, estuvieron ocupadas todo el día y la organización intentó solventar con rapidez el principal inconveniente de la primera jornada, que no fue otro sino las aglomeraciones a la hora de cenar. De hecho, desde su propia cuenta oficial de Instagram colgaron un ‘story’ en el que informaban de que «para vivir una mejor experiencia» esta vez sí habría oferta de bocadillos fríos en las barras. «El viernes fue todo el mundo a echar un bocado a la misma hora, en torno a las 21.30, y fue muy difícil dar abasto», reconocían desde la organización. «Al menos, se agradece que hayan reaccionado rápido», decían algunos usuarios o –más bien– comensales.

Mucho entusiasmo

Otro de los ‘peros’ de algunos aficionados era el no poder salir y volver a entrar al recinto pasadas las 21.00, algo que los responsables del festival dicen haber anotado para futuras ediciones. Porque las habrá. Esta era una duda que muchos se cuestionaban anoche cuando ya el Vive Latino 2022 tocaba sus últimos acordes. «En principio, sí, ¿no?», decían los más avispados, habida cuenta de que el comunicado sobre el recital de Bebe –otra vez la actriz metida a cantante, o viceversa– decía que había sido reprogramado para el 2023. En principio sí, y en final, también, porque el lo cierto es que –salvo detalles– todo ha salido a pedir de boca y ayer desde primera hora era fácil adivinar que en apenas 24 horas el festival ya se superaba a sí mismo y crecía, incluso, en participación. Otro gesto bien bonito fue el de algunas bandas que ya habían cumplido con su deber a primera hora –véase los mexicanos Little Jesus– y aprovechaban la noche para acudir a algunos de los conciertos de sus compatriotas, en este caso, Ximena Sariñana o Café Tacvba. «En México es un festival muy grande, muy importante y con un público muy entusiasta. Nos sentimos emocionados de estar en esta primera edición en España y estamos convencidos de que aquí va a enraizar», decía el cantante de la banda.

"Los luchadores bravos nos alimentamos
de la energía del público"

Fue una final por todo lo alto. Un formidable combate. Uno de los contendientes era –ni más ni menos– que «el protegido del Olimpo, el favorito de los dioses» y el otro representaba la hermandad, la música, las ganas de pasarlo bien y todo lo bueno que tienen los festivales de música. Anoche, en el cuadrilátero del recinto de Ranillas y tras deshacerse de otros seis contrincantes, se batieron en duelo los luchadores Prometeo y Mister Vive Latino, y cuando todo parecía amañado para que venciera el púgil que da nombre a la cita saltó la sorpresa y el cinturón dorado se lo ciñió –tras una tunda de acrobáticos golpes y azotes, que entretuvieron de lo lindo al personal– el «campeonísimo Prometeo».

«Sé que soy un personaje bravo y querido. Me alimento de la energía de todos ustedes, de todos los que vienen a disfrutar del festival», decía ayer Mr. Vive Latino, cuando aún pensaba que obtendría la victoria. Según el luchador de origen azteca, en Zaragoza ha encontrado grandes corazones y eso le ha servido para azuzar su lucha y poner en práctica mejores llaves.

Prometeo también gozó ayer de una fuerte hinchada, aunque algunos de sus gestos no fueron del gusto de los congregados y arrancó también abucheos. No tantos como los del referí –léase árbitro– de los combates: resulta que el supuestamente ecuánime Copetes Salazar gusta de encararse contra el público y aprovecha, en ocasiones, para patear a algún luchador cuando este ya está vencido en la lona. Todo un espectáculo.

En cuatro sesiones a lo largo de los dos días numeroso público se ha congregado para ver un ‘teatrillo’ en el que las bofetadas –eso sí– resuenan. «Es obvio que no se hacen daño, pero no entiendo cómo lo logran porque a veces se golpean, incluso, contra las vallas», decía ayer María Azcárate, una espectadora, a la que enamoró cómo Epidemius movía sus pectorales al ritmo de la música.

«Lo mejor, sin duda, es la iconografía que crean, las historietas que se inventan», afirmaba Raúl Gonzalo, en referencia al pasado de alguno de estos luchadores enmascarados. Así, se cuenta que Epidemius salió de un experimento genético fallido «y se convirtió en una mutación». Kábula también tiene una triste historia pues fue abandonado a las puertas de un circo y se crió entre fieras, domadores y malabaristas. Por eso parece un Joker arlequinado, «pero con bastante mala baba»

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