Por
  • Gonzalo de la Figuera

Apoteosis chilanga de Café Tacvba

Café Tacvba, en Vive Latino.
Café Tacvba, en Vive Latino.
HA

Más allá de valoraciones generales o cuantificables, este Vive Latino ha venido a reafirmar a quien suscribe en una opinión, todo lo subjetiva que ustedes quieran, y a riesgo de generalizar: hoy por hoy, las propuestas musicales que nos llegan del otro lado del Atlántico resultan bastante más atractivas y estimulantes que las de las vacas sagradas del pop-rock nacional. Y ello seguramente tiene mucho que ver con un aspecto que se convierte en rasgo diferencial: la falta de prejuicios con la que bandas mexicanas, argentinas, colombianas, etc., se enfrentan al proceso creativo, asumiendo con naturalidad sus raíces autóctonas para combinarlas con el rock, la electrónica, el rap o lo que sea, dando lugar a músicas frescas, novedosas, que escapan a los trillados caminos de la influencia anglosajona.

Pero no solo eso: otra notable diferencia radica en la actitud lúdica con la que la inmensa mayoría de estas bandas latinas salen al escenario, dispuestas a divertirse y a divertir, sin darse las ínfulas de seriedad y trascendencia que a menudo exhiben buena parte de sus colegas españoles. Buen ejemplo de todo ello lo tuvimos en el escenario Vuse con el Instituto Mexicano del Sonido, un gozoso desbarre a modo de collage de electrónica, samplers, disco-funk, rock surfero, trompeta mariachi y otras variadas hierbas, con un Camilo Lara ejerciendo de chamán y poniendo en danza al público con piezas tan irresistibles como ‘Escríbeme pronto’ (“que yo soy muy paciente, pero no soy tonto”).

Aunque la apoteosis chilanga llegaría poco después con los extraordinarios Café Tacvba, auténtico paradigma de rock con raíces, poliédrico y carnoso, rebosante de imaginación y chispa. Con la agitadora presencia de su vocalista Rubén Albarrán (¡la Hormiga Atómica!) al mando de las operaciones, los Tacubos brindaron un soberbio repaso por títulos tan emblemáticos de su repertorio como ‘Volver a comenzar’, ‘Quiero ver’, ‘Eres’, ‘Déjate caer’ (con su impagable coreografía), ‘El puñal y el corazón’, ‘Chilanga banda’ o ‘El baile y el salón’, dejando claro que al cuarteto mexicano hay que echarle de comer aparte.

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