Notas costumbristas (58) 

El obispo Laplana

Había nacido en Plan en 1875 y fue cura ecónomo en Caspe y párroco de la Iglesia de San Gil de Zaragoza, cuyo Ayuntamiento le concedió la medalla de oro de la ciudad en 1922.

El obispo Laplana
El obispo Cruz Laplana
 

El obispo Cruz Laplana era chistavino. Había nacido en Plan en 1875 y fue cura ecónomo en Caspe y párroco de la Iglesia de San Gil de Zaragoza, cuyo Ayuntamiento le concedió la medalla de oro de la ciudad en 1922. Un año antes había sido nombrado obispo de Cuenca y el cardenal Soldevila, que quiso hacerlo obispo auxiliar de Zaragoza, afirmó que los conquenses se llevaban lo mejor de la ciudad. 

Escribió su biografía otro aragonés: el sacerdote caspolino Sebastián Cirac, catedrático de la Universidad de Barcelona desde 1940 y cuya familia, católica y tradicionalista, sufrió como pocas la crueldad de la guerra: nueve de sus miembros fueron asesinados en Caspe, entre ellos sus cuatro hermanos y su cuñado. 

En su libro Vida de don Cruz Laplana, Cirac cuenta que en Cuenca Laplana decidió participar en política y trabajó abiertamente en favor de los partidos derechistas a partir de 1931, encargándose “como consejero supremo” de la organización y propaganda de la “política patriótica en la provincia”. Fruto de ello es que “ya en noviembre de 1931, se consiguió en Cuenca un triunfo electoral derechista, que tuvo resonancia efectiva en toda la nación”. 

Laplana siguió conspirando en favor de las derechas durante toda la República y Cirac afirma en su libro que en las elecciones de febrero de 1936, “por voluntad expresa del señor obispo”, José Antonio Primo de Rivera se presentó por Cuenca en la candidatura de las derechas. 

En agosto de 1936 unos milicianos sacaron al obispo Laplana de su palacio y lo asesinaron. Execrable crimen. Injustificable. Pero Laplana no hizo bien metiéndose en política y defendiendo las posturas de un solo bando. Olvidó que entre quienes defendían opciones políticas distintas a las suyas también había a buen seguro fervientes católicos que nunca sintieron el apoyo de su obispo. 

(Puede consultar aquí todas las notas costumbristas y otros artículos de José Luis Melero publicados en Heraldo de Aragón)

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