Marta Sánchez Marco sublima con su arte los pájaros y árboles de Zaragoza

En una exposición en la galería Antonia Puyó explora y ensalza, a través del dibujo, la fotografía y la joyería, la fauna y vegetación que tenemos delante de los ojos.

Ser artista es, amén de otras muchas cosas, saber encontrar donde otros no ven. Marta Sánchez Marco lo hace en su entorno más cercano y cotidiano, en la fauna y arbolado de su Zaragoza natal para, literalmente, sacar oro de ellos.

De este material se sirve para embellecer hojas que se ha ido encontrando en sus paseos. Lo hace con doble intención: subrayar lo precioso de la naturaleza que nos acompaña en nuestro día a día y, por otro, para reparar aquellas hojas que se ha encontrado rotas, de la misma manera en que los japoneses usan este metal para recomponer piezas cerámicas con la técnica del kintsugi. El oro tiene para Marta también un sentido trascendente. En el ciclo de la vida que encarna la hoja, cuando esta muere, el metal dorado representa el "alma, espíritu, lo superior, lo más valioso, la inteligencia divina...".

En 'Silencio y metamorfosis', como se titula la exposición-instalación que hasta el próximo 5 de agosto se puede ver en la galeria Antonia Puyó (Madre Sacramento, 31), Sánchez Marco articula su paseo artístico por la naturaleza doméstica de la mano de tres de las artes que domina: la fotografía (su principal actividad), el dibujo y la joyería.

La idea estuvo animada por una vocación introspectiva y terapéutica, como bálsamo en momentos dolorosos de su vida (de ahí, también, el afán de reparar las hojas).Pero sirve también como llamada de atención ecologista, para subrayar la importancia de las aves y la vegetación en nuestras ciudades, algo que ha acabado resultando particularmente oportuno en este tórrido verano que confirma cruelmente el poder destructivo del cambio climático.

El recorrido, durante el cual incluso suena el canto del mirlo grabado por la propia artista, tiene la virtud de descubrir y sorprender al visitante local con lo que en realidad tiene cada día delante de los ojos. Marta recomienda dejarse llevar. La idea es que se cruce la puerta y uno se sienta como en el campo.

La exposición bebe también de la tradición de los herbarios. Para componer el suyo, tan delicado y sofisticado -y a la vez tan reconocible para los zaragozanos-, Sánchez Marco ha encontrado inspiración en un paisano, Francisco Loscos, el botánico decimonónico autor de 'La serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas' (1867), uno de cuyos ejemplares recibe al visitante en la sala expositiva.

En su tarea recolectora desde 2017, la zaragozana ha ido eligiendo principalmente las hojas de los árboles más comunes en la ciudad -en sus calles y sotos del Ebro- y en sus alrededores: se pueden ver hojas de setos, del laurel, del almendro, del olivo, del más moderno e importado gynkgo biloba y, sobre todo, del olmo.

De él se sirve en particular para escenificar las amenazas que acechan al medio ambiente a través de la paradójica belleza que se despliega en las hojas del olmo por la grafiosis, una enfermedad originada por un hongo que las agujerea, haciendo un efecto de bordado, y que está exterminando muchos ejemplares.

Marta analiza y explora triplemente estas hojas taladradas a través de fotografías de enorme realismo, bañándolas en oro y dibujándolas a lápiz con enorme precisión. "El dibujo siempre me ha gustado y quería recuperarlo en esta exposición", dice.

De esta técnica llevada a término de manera minuciosa se sirve también Marta para otros de los homenajeados en este paseo naturista: los pájaros, en concreto los gorriones.

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