'El libro del fin del mundo’, la nueva novela histórica de José Antonio Fortea

El sacerdote aragonés, teólogo y experto en el demonio, publica una ficción protagonizada por un bibliotecario de Barbastro del siglo XIV

José Antonio Fortea está actualmente en la diócesis de Alcalá de Henares.
José Antonio Fortea está actualmente en la diócesis de Alcalá de Henares.
Enrique Cidoncha

Año 1327. Fadrique Ramiro, de la familia de los cerreros de Barbastro, bibliotecario de la Universidad de París, recibe el encargo de su rector de que lidere una expedición que averigue la longitud del llamado Mar Tenebroso. Con este planteamiento comienza ‘El libro del fin del mundo’, la última novela histórica del sacerdote barbastrense José Antonio Fortea (La Esfera de los Libros), en la que ofrece al lector una apasionante travesía de 550 páginas llenas de aventuras y documentación histórica. Como el Mar Tenebroso es el Atlántico, en el trasfondo de la novela está la posibilidad de que la expedición llegara a América antes que Colón. La tesis de que los primeros fueron los vikingos fecha esta llegada aún antes, en torno al año 1000. En la época de la expedición, se pensaba que el Mar Tenebroso tenía bestias en sus profundidades, cataratas que conducían al fin del mundo e islas fantasma.

Fortea , que es especialista en el demonio y ha sido exorcista, lo que le ha hizo muy mediático años atrás, trabaja actualmente en la diócesis de Alcalá de Henares. Es un escritor prolífico, tanto en el campo de la teología como en el de la ficción. Tiene un ciclo de 10 novelas sobre el Apocalipsis. No concede entrevistas, pero los textos de su blog revelan las claves de su novela.

"Este no es un libro más en mi vida, sino el libro en el que he volcado mis pasiones favoritas –asegura–. Recorro la escolástica, las iluminaciones de los pergaminos, los bestiarios, una biblioteca parisina, el paso del tiempo... El tiempo como gran protagonista. El otro protagonista es el mundo, la materia, lo que existe en toda su fascinante diversidad".

Empezó a escribir esta novela en 1999, y desde entonces hasta que la entregó a la imprenta no ha parado de ampliarla, corregirla y renovarla. "Como en un óleo, las capas se han superpuesto, creando veladuras, añadiendo más detalles al fondo de la historia. Y, en esta historia, esos detalles son la historia. Este es el único libro del que puedo afirmar que es una obra revisada durante toda mi vida. He explorado, incansable, este viaje".

Es un libro que tiene más erudición de la que aparenta, y en el que José Antonio Fortea ha realizado un enorme esfuerzo de ambientación e incluso de recuperación del lenguaje de la época. El protagonista es de Barbastro pero no hay muchas referencias aragonesas más.

"Me hubiera gustado que el entorno de la novela hubiera estado emplazado en mi tierra, pero había dos problemas –señala Fortea en su blog–. El primero es que una biblioteca tan grande como la que el protagonista describe no podía estar en ninguna universidad de Aragón. La Universidad de Zaragoza se fundaría en 1542. En Huesca se funda una universidad en 1354, pero era muy pequeña y centrada en los estudios de teología. El viaje que se describe en mi novela tiene lugar en 1327. Este primer problema resultaba insoluble. El segundo problema es que una expedición geográfica solo la hubiera podido emprender (y con dificultad) la universidad más grande de la Cristiandad. Una expedición geográfica reducida a un solo barco dirigiéndose hacia el oeste durante un breve espacio de tiempo. Y aun esto se consigue por una coyuntura muy especial: unos beneficios extraordinarios de las tierras arrendadas por la universidad, beneficios que se repiten (y acumulan) por dos años; y un precio del flete bajísimo por un largo bloqueo de los puertos de la Liga Hanseática para las embarcaciones provenientes de las costas francesas. Sin esa coyuntura el flete del barco no hubiera podido tener lugar ni siquiera por la universidad más grande de Europa".

Fortea, aun en la distancia, es un gran enamorado de Aragón, por eso sorprende que su novela más ambiciosa esté ambientada fuera. "Amo mi tierra y me hubiera gustado crear una historia que se desenvolviera en Aragón. Pero hay que ser realistas, el arzobispo de Zaragoza no tenía poder económico para una empresa así, ni ningún sentido que un prelado se embarcara en sufragar los gastos de una expedición al Mar Tenebroso. El rey de Aragón podría haberlo hecho, pero el Atlántico estaba radicalmente fuera de sus intereses".

¿Descubrió la expedición el Nuevo Continente? "No voy a revelar si un bibliotecario de la Universidad de París descubrió alguna costa de América 165 años antes de nuestras tres carabelas –escribe Fortea en su blog–. Puede que sí, puede que no. Es posible que no descubrieran ni siquiera una sola isla". 

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