Para que resulte plenamente satisfactorio, un buen guiso requiere su tiempo de cocción, graduar el fuego en su justa medida, evitar las prisas y ponerle el necesario punto de cariño. Pues algo así cabría aplicar al concierto ofrecido el viernes en Lanuza por Amadou & Mariam; el dúo de invidentes malienses nos hizo recordar esas mágicas noches vividas en Pirineos Sur con algunos de los más grandes artistas africanos de la historia con una espléndida actuación que fue creciendo poco a poco, envolviendo a los espectadores en su hipnótico trance de raíz mandinga y frondosas ramificaciones.

La cosa empezó a caldearse con el tercer tema, ‘C’est chaud’ (¿casualidad?), y a partir de ahí la guitarra de Amadou Bagayoko y la voz de Mariam Doumbia fueron expandiéndose entre ecos de desert blues, psicodelia mandinga, destellos de afrofunk y de afrobeat, a través de piezas como ‘Masiteladi’, ‘Bofou safou’, ‘Sabali’, ‘Africa’, ‘La realité’ o ‘Dimanche à Bamako’. Quizás la voz de Mariam no brilló a la altura de anteriores ocasiones, pero su marido lo compensó con creces brindando una masterclass de guitarra africana; respaldados por un eficaz trío de bajo, batería y teclados, Amadou & Mariam nos devolvieron las mejores esencias que hicieron de Pirineos Sur un festival único y pionero en su género.

A continuación, otro dúo muy diferente, Fuel Fandango, convirtió la orilla del pantano en una gran pista de baile con una propuesta que combina la electrónica, el soul y el funk con los aires aflamencados y sureños. Y hay que decir en su favor que en directo todos los ingredientes están muy bien equilibrados, empezando por el hecho de plasmar un sonido tan orgánico como poderoso con el uso de dos baterías, guitarra, bajo y teclados. La voz de Nita se mueve con notable soltura sobre el contundente entramado rítmico y piezas como ‘Silencio’, ‘Despacio’, ‘Huracán de flores’ o ‘Ruido’ (en la que participaron Amadou & Mariam, con quienes la grabaron el pasado año) engancharon al numeroso público en una danza interminable, y por cierto con un volumen apabullante que debía llegar hasta más allá de Escarrilla.