A estas alturas de su carrera, es más que evidente que Antonio de la Torre, con su presencia tan particular, tan alejado del galán clásico y tan involucrado siempre en personajes extremos, atormentados en lo físico o en lo psíquico, tan deseoso en cada uno de sus filmes de componer protagonistas profundos y radicales, es uno de los mejores actores europeos del momento. En su nuevo trabajo, una producción belga de la que él es la gran estrella y que ha dirigido y escrito Giordano Gederlini, el intérprete asume el papel de un español que, aunque desconozcamos hasta el final sus razones, vive en Bruselas, donde trabaja como maquinista del metro hasta que ocurre un terrible siniestro en el mismo.

‘Entre la vida y la muerte’ posee uno de los comienzos más intensos y perturbadores que yo haya visto en mucho tiempo. En él, hay angustia, una sensación de algo terrible. En una playa solitaria veremos al protagonista del filme. A continuación, Giordano Gederlini, director y guionista, nos habrá de llevar hacia el personaje en otro escenario, precisamente, en la escena de una tragedia.

Si bien es cierto que el arranque de este intenso thriller es tremendamente potente, es fantástico, y que, durante todo su metraje, como buena intriga que es, nos obliga a seguir todos los pasos del personaje que encarna Antonio de la Torre, que es una incógnita para el espectador, si bien es así, hay también que decir que Gederlini logra engatusarnos en más de una ocasión. De la misma manera que estamos siempre pendientes de lo que sucede, interrogándonos sobre el pasado de su protagonista, no es menos cierto que hay en este filme varios cabos que se quedan sin atar y unos cuantos personajes y unas cuantas situaciones que no terminan de ser suficientemente aclaradas.

Pese a esas ligerezas y/o irregularidades, ‘Entre la vida y la muerte’ es una buena y muy interesante película, que se sigue con atención de principio a fin.