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El Slap! vuelve a sus orígenes como un oasis de la música negra entre amigos

Unas 800 personas asisten al festival que regresa tras la pandemia en el Parque Deportivo Ebro de Zaragoza. 

Las sesiones de DJ en la piscina son marca de la casa.
Las sesiones de DJ en la piscina son marca de la casa.
José Miguel Marco

En tiempos de macrofestivales mastodónticos y superpoblados, el Slap! ha renacido este sábado 9 de julio, tras dos veranos de ausencia por la pandemia, cual oasis orgulloso de reivindicar la filosofía con la que emergió en 2010: el amor por la música negra en un ambiente familiar y revitalizado por una piscina en la que refrescarse y bailar. Unas 800 personas –300 en su tramo diurno y 500 en el nocturno– han acudido al Parque Deportivo Ebro de Zaragoza para reencontrarse con amigos y volver a disfrutar de una cita que sigue calando hondo en su fiel público.

La asistencia, mayoritariamente autóctona, convivió con numerosas personas llegadas de Barcelona, San Sebastián, Soria... Como el segoviano Borja Martín "Soy segoviano y resido en Málaga. He venido expresamente. Es la segunda vez que lo hago y me encanta la posibilidad de ver actuaciones en una piscina y el ambiente que se crea. Más que por la música, que también me gusta, vengo por el propio festival, que es muy especial y diferente", reconoció.

Una fórmula que vio la luz hace 12 años en los terrenos de la Expo y que, desde su segunda edición, se instaló ininterrumpidamente en el cámping municipal de la capital aragonesa. Cuestiones burocráticas provocaron que este sábado se trasladara excepcionalmente a las instalaciones del Parque Deportivo Ebro, pertenecientes al Gobierno de Aragón. "Estamos muy contentos de haber encontrado este acomodo temporal. Habíamos asistido a algunas actuaciones del ‘Jardín de las Artes’ que se creó aquí en la pandemia y pensamos que podía ser un buen sitio. Cuenta con los elementos fundamentales: una piscina, un escenario y naturaleza", explicó Víctor Domínguez, el director del Slap!.

El organizador pone el énfasis en el adjetivo «temporal» al referirse a la actual ubicación. "Nuestro deseo es regresar al cámping en 2023 porque el hecho de disponer del alojamiento allí mismo, con ‘bungalows’, caravanas o tiendas de campaña, es más atractivo para nuestro público, sobre todo para el que viene del resto de España y del extranjero. Es una experiencia más completa. Vives en el festival", prosiguió Domínguez, quien, incluso, no descartó la posibilidad de trasplantar el Slap! a otras localidades aragonesas o incluso a otras comunidades. "Nuestra prioridad absoluta es seguir en Zaragoza, pero si se hace imposible, hemos recibido propuestas de otros lugares. Además, este año únicamente hemos recibido la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza, gracias a eso estamos abiertos. El resto de instituciones, nada. Y los patrocinadores han caído también mucho. No corren buenos tiempos ya que hay mucha competencia, muchos festivales, y tenemos que ser muy prudentes", compartió.

Los conciertos

Al margen de las cuestiones organizativas, lo que prevalece es el alma del Slap!, un alma generosa, amistosa y divertida. Como se demostró desde la apertura de puertas a mediodía hasta entrada la madrugada. Dos escenarios –uno en la piscina y otro a pocos metros en una improvisada pista circular protegida del sol por la arboleda– son los centros neurálgicos de la convivencia. Uno de los primeros en soltar sus píldoras sonoras fue un fiel del cartel, Pendejo. El DJ zaragozano hizo triplete en sesión nocturna y permaneció durante toda la jornada entre el público, buena muestra de su identificación con el proyecto. No se perdió la actuación de las jovencísimas raperas madrileñas Free Sis Mafia, quienes derrocharon actitud y valentía (una de ellas salió al escenario en muletas).

Otro ‘amigo de la casa’ fue R de Rumba, el DJ de Violadores del Verso, quien compareció con su socio alicantino Porcel, con quien ha declarado su amor eterno a los sonidos negros con el disco ‘Funk Experience’, que este sábado reprodujeron.

Los franceses Lehmanns Brothers y, sobre todo, una Fundación Tony Manero atronadora en su gira de despedida son los encargados de cerrar la banda sonora de un festival que ha resucitado con ansias de mantener y propagar su ‘flow’.

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