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Alejandro Sanz golea al olvido en una Romareda entregada a sus canciones

El cantante congrega a 24.000 personas en su concierto más multitudinario en Zaragoza y repasa 27 canciones de sus más de tres décadas ante un público mayoritariamente femenino.

Alejandro Sanz, al inicio de su concierto en La Romareda.
Alejandro Sanz, al inicio de su concierto en La Romareda.
Guillermo Mestre

La música es magia y locura. El más potente transmisor de emociones y generador de sentimientos. Capaz de que decenas de personas hagan cola durante cuatro días para conseguir el mejor sitio o de que miles inviertan los ahorros que no tienen para adquirir una entrada. Una especie de milagro comunal que en la noche del sábado ha vuelto a reproducirse en La Romareda. Al ingresar en el estadio, Alejandro Sánchez Pizarro, de 53 años, del barrio madrileño de Moratalaz, era un ciudadano más. Cuando, pasados unos pocos minutos de las 22.00, compareció en el escenario ante una legión de 24.000 feligreses con gafas de sol, pantalón blanco y chaqueta y camiseta oscuras, se transmutó en Alejandro Sanz, una de las estrellas más fulgentes del panorama nacional en las últimas tres décadas. Y cuando en la medianoche, tras dos horas de viaje por sus grandes éxitos, se despidió de Zaragoza, lo hizo con la sonrisa del triunfador, del que acaba de abrazar su leyenda, del que ha goleado al olvido a golpe de versos infalibles.

Fue un espectáculo excepcional en el sentido literal del término. De unas dimensiones y unos medios de otros tiempos. Como prueba, hacía 15 años que el campo de fútbol zaragozano no acogía un concierto –el último fue a cargo de Héroes del Silencio el 12 de octubre de 2007–. Más de 800 profesionales habían trabajado desde el pasado lunes para que la fiesta fuera posible. Tráilers, pantallas gigantes, juegos de luces...

Un envoltorio de lujo para la actuación más multitudinaria de Sanz en la capital aragonesa, con presencia muy mayoritaria de público femenino. Curiosamente, en 2001, en el mismo recinto, había congregado a 15.000 personas para presentar ‘El alma al aire’. Y en 1998, en su momento de explosión comercial definitiva, con el disco ‘Más’, citó a 10.000 seguidores en el pabellón Príncipe Felipe.

Es ahora, en plena madurez, con las canas delatando el paso del tiempo, cuando el cantante que soñó con la gloria desde lo más bajo paladea y devora sus mieles. Porque precisamente el tiempo se ha encargado de otorgarle la razón de forma abrumadora e incontestable a su fórmula de canciones melódicas y románticas, con alma andaluza y aderezos latinos. Ni las críticas desfavorables que le han negado el sello de calidad del prestigio ni el ruido de la fama han logrado sepultar o desvirtuar su propuesta y su repercusión. Como pudo atestiguarse en La Romareda, el repertorio de Sanz es tan profundo como imbatible en su estilo, una retahíla de éxitos que activan el resorte de la emoción colectiva con una eficiencia sobrecogedora. En total, interpretó 27 títulos que abrazaban todas sus épocas y discografía con el respaldo de una banda competentísima, con integrantes tan aristocráticos como el guitarrista neoyorquino Michael Ciro o la corista de ascendencia dominicana –y nominada a un Grammy– Karina Pasián.

No es casual que arrancara el itinerario por ‘No es lo mismo’, toda una declaración de intenciones sobre su sagrada profesión. «Pero mi voz no te la vendo, puerta / Y lo que opinen de nosotros / Léeme lo labios, yo no estoy en venta», proclamó con orgullo.

Guiños a sus inicios

La nostalgia afloró, acto seguido, con la revisita a ‘Lo que fui es lo que soy’, canción perteneciente a su álbum de debut, ‘Viviendo deprisa’, del que también rescató en los bises el corte que le dio título. Conmovió esa naturalidad desprejuiciada para ponerse ante el espejo y reconciliarse con ese adolescente impulsivo e inocente, impregnado en un romanticismo que con los ojos de hoy se revela excesivamente embriagador pero que seduce y enloquece a sus fans.

Parco en palabras, Sanz habló con su música en un ‘show’ engrasado y medido al milímetro. El público se erigió en un actor principal coreando canciones que llevan marcadas a fuego en el corazón y en su disco duro sentimental. ‘Hits’ como ‘La fuerza del corazón’, ‘Cuando nadie me ve’, ‘Amiga mía’ o ‘Looking for paradise’ convirtieron La Romareda en un karaoke masivo. La fiesta ya estaba servida.

Un in crescendo que culminó en el tramo final con una mano ganadora: ‘Corazón partío’, ‘Hoy que no estás’, ‘Viviendo deprisa’, ‘Lo ves’, ‘Mi soledad y yo’, ‘Y si fuera ella’ y ‘Ese último momento’.

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