Por
  • Gonzalo de la Figuera

La guitarra infinita y libérrima

El guitarrista Pat Metheny, historia viva de la música.
El guitarrista Pat Metheny, historia viva de la música jazz.
Jimmy Katz

Cuando aterrizó anteayer en Zaragoza, es posible que Pat Metheny pensara que había llegado a las puertas del infierno, dadas las tórridas temperaturas.

Pero, en su cuarta visita a la ciudad (la anterior fue hace ya once años), el extraordinario guitarrista de Missouri lo que hizo fue abrir las puertas del cielo, del cielo de una música libérrima y total que trasciende etiquetas.

A sus 67 años –aunque conserva el mismo juvenil aspecto de hace 40, pero con canas–, y acompañado por dos aventajados jóvenes cachorros (el batería Joe Dyson y el teclista Chris Fishman), Metheny escanció con generosidad su maestría infinita en un brillante concierto que rozó las dos horas y media de duración, con tres tandas de bises ante la insistencia de una parroquia que se resistía a dejarle ir.

Música que va más allá del jazz, decíamos; Metheny se expresó en múltiples direcciones, recorriendo diversas etapas de su trayectoria, comenzando en solitario con la guitarra acústica, conectando con el blues en ese ‘Timeline’ rebosante de ‘groove’ a la manera de Jimmy Smith, revisando títulos significativos que definieron su singular sonido como ‘So may it secretly begins’, ‘Bright size life’, ‘Phase dance’, ‘Are you going with me’ o ‘Song for Bilbao’, mostrando su faceta más ‘free’ y experimental a través de ese ‘Trigonometry’ que grabó con Ornette Coleman, en furioso dúo guitarra-batería. Bueno, para entonces ya estaba funcionando ese extraño artilugio llamado ‘orchestrion’, que interactúa mecánicamente con los músicos aportando otras sonoridades.

pat metheny side-eye*****
Músicos:Pat Metheny, guitarras; Chris Fishman, teclados; Joe Dyson, batería.

Todo un caudal de música que no siempre es posible asimilar, pues va de la sutileza melódica a lo simplemente apabullante en cuanto a destreza instrumental. Y, ya en la segunda tanda de propina, Pat se marcó a solas con la guitarra acústica una maravillosa relectura de ‘Last train home’ aderezada con ‘This is not America’ (pieza que grabó con Bowie en 1985), y allí ya, sinceramente, a un servidor se le abrieron las carnes y se le fundieron los plomos ante tamaña belleza. ¡Qué tío!

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