Netflix y la vuelta del ‘zapping’

Fotograma de un capítulo de 'La casa de papel'
Fotograma de un capítulo de 'La casa de papel'
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El modelo de negocio de Netflix gobernado por algoritmos y por un crecimiento desbocado se agota.

Lo van a sentir los muchos trabajadores audiovisuales que encontraron en esta plataforma, y en las otras que han ido surgiendo, oportunidades derivadas de una insaciable necesidad de producciones que incorporar a sus catálogos, en constante movimiento.

Por primera vez, además, a esos profesionales les ha sido posible impactar mundialmente con alguna frecuencia sin necesidad de trabajar en Estados Unidos (‘La casa de papel’ es el ejemplo español más recurrente). Aunque sí para Estados Unidos. Porque en aquel país se han seguido tomando las decisiones que, más o menos sutilmente, extienden una globalización cultural inspirada en sus modelos de entretenimiento y consumo.

Netflix quiso fidelizar primero a cuanta más audiencia mejor, regalando de facto millones de suscripciones al permitir que se compartan, y últimamente apuesta evidentemente por retener a su público del mañana, orientando gran parte del contenido hacia los adolescentes. Pero su calidad es menguante; al tiempo crece la competencia con Apple, Amazon o HBO, entre las de su misma estirpe, o Disney, de la tradición hollywoodiense; y tiene un problema con la gente de más edad, educada en otros ritmos que no son los del impacto continuo e inmediato.

El deslumbramiento con la televisión a la carta se desvanece y lo que puede quedar es el aturdimiento ante una oferta infinita pero floja. Como en los viejos tiempos del ‘zapping’: siempre buscando... y encontrando decepciones.

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