De agente de Inteligencia a escritor de 'thrillers'

El aragonés Fernando San Agustín, que fue miembro del CESID, debuta en la novela con 'Os matarán en nombre de Dios'

Fernando San Agustín trabaja actualmente como consultor y asesor de empresas y gobiernos.
Fernando San Agustín trabaja actualmente como consultor y asesor de empresas y gobiernos.
Heraldo.es

Nacido en San Mateo de Gállego, Fernando San Agustín es uno de esos aragoneses difíciles de clasificar. Él se define como "almogávar" aragonés y catalán. De niño vivió también en Almúdevar y Tardienta, y aprendió a leer con los titulares de HERALDO. Dejó su tierra natal cuando su padre, secretario de Juzgado, fue trasladado a la provincia de Lérida. Regresó a Aragón para estudiar en la Academia General Militar (XIX promoción). Tras terminar la carrera, ocupó destinos en Barcelona, Jaca y Estella, hasta que fue seleccionado para formar parte de los servicios de Inteligencia españoles, primero en el CESED, luego en el CESID. Desempeñó un importante papel en la famosa infiltración de Mikel Lejarza, 'Lobo', en ETA, aunque de su trabajo en esa etapa prefiere no hablar. Licenciado en Periodismo, tras abandonar el Ejército con el grado de comandante creó un centro de formación de seguridad y trabaja como consultor y asesor de empresas multinacionales y gobiernos extranjeros. Buena parte de la pandemia la ha pasado en su casa de San Mateo de Gállego, escribiendo un 'thriller' lleno de acción y de suspense, 'Os matarán en el nombre de Dios'. Lo acaba de publicar Roca Editorial.

Para muchos ha sido una sorpresa ver su novela en las librerías.

Siempre he tenido pasión por escribir, y desde hace un tiempo me rondaba por la cabeza la idea de sentarme a hacerlo y expresar mis inquietudes. En realidad, esta novela se debe a un comentario que me hizo de niño mi abuela, cuando yo le comenté que alguien le había pedido algo a Dios y ella me respondió que los problemas que tenemos en la vida cotidiana hay que resolverlos con la sabiduría, la familia, la escuela o las amistades, porque Dios tiene su propio trabajo. Y es verdad, la vida te enseña que a veces pides cosas que están en nuestras manos conseguir. En estos momentos en que se habla tanto de paz, hay que tener en cuenta que la paz está en cada uno de nosotros. Dios no tiene nada que ver.

No ha escrito un thriller doméstico, sino internacional, con varios servicios secretos implicados y temática religiosa. Con los misterios que rodean aún al primer cristianismo y la jerarquía católica en un papel destacado.

Hay cuatro protagonistas: un coronel español, un exagente israelí, un catedrático egipcio y un obispo copto, que se juntan circunstancialmente y que descubren que existen unas pocas familias, llamadas 'de los Ojos Cerrados', que han mantenido las palabras y la doctrina de Jesús desde su muerte. Y que en cierta medida lo que cuentan es clave porque en los primeros 200 años de cristianismo no se escribió ningún evangelio y el pensamiento de Cristo se trasmitió por tradición oral.  Y ellos se dan cuenta además de que los relatos de estas familias son diferentes, y en muchos puntos contrarios, a lo que ha mantenido la Iglesia católica. Y, en ese contexto, los servicios de inteligencia vaticanos quieren poner punto final a la investigación. 

La religión es también una forma de poder.

Lo es, pero balsámico. La Humanidad necesita la religión. La Iglesia, con todos sus defectos, ha sido un enorme factor de convivencia a lo largo de los siglos. En todas y cada una de las páginas del libro hay un gran respeto a los creyentes. Pero en todas las religiones una cosa es la cúpula del poder y otra los ejercitantes. Y en el Vaticano pasa lo mismo: la diferencia entre unos y otros es que los primeros optan por la presencia y los segundos por la esencia. Hay mucha gente en la Iglesia que trabaja día a día por los demás sin esperar nada a cambio. Este es un libro, también, que busca que el lector reflexione sobre aquello en lo que creemos y cómo.

¿Usted es creyente?

Me he criado en una familia eminentemente cristiana, de rosario diario, pero no diría la verdad si afirmo que soy creyente. Envidio a quienes tienen fe aunque, en cualquier caso, necesito pensar que hay algo más allá de la materialidad de las cosas. La fe nos ayuda a vivir pero también hay que ser pragmáticos. Esto tiene mucho que ver con el pueblo donde yo crecí, donde la mayoría de la gente es religiosa y todos conocen muy bien el valor de la tierra y del esfuerzo. Hay una anécdota que circula mucho y que yo viví de niño. Un año de gran sequía en Aragón, siendo yo monaguillo, fueron a pedirle al cura que hiciera una rogativa. Él dio largas y se resistió durante varios días. Pero al final insistieron tanto que accedió. Pero les dijo a los que se lo pedían: "Vale, haremos lo que digáis. Pero que sepáis que el tiempo no está para llover". En ese terreno se mueve la novela, entre los que aspiran a que Dios arregle todos sus problemas y los pragmáticos que saben que no va a ayudarte en lo cotidiano. 

Uno de los aspectos que más llama la atención en el libro es el dibujo que usted hace de Jesús y de los primeros cristianos.

Ese es el eje del libro. Jesús no era un modesto carpintero sino un hombre culto, formado, que sabía hablar y que dominaba varios idiomas. El cristianismo triunfó, tuvo éxito, por una frase de Jesucristo, la de 'amaos los unos a los otros como yo os he amado'. Es una frase totalmente revolucionaria, que hasta entonces nadie se había atrevido a pronunciar. Ni siquiera a pensar así: ¿cómo se podía amar a los enemigos? ¡Qué mensaje más atractivo y feroz!

"Putin está derrotado y lo sabe, pero arrasará Ucrania. Ganará la guerra y perderá la paz"

Se supone que los personajes que aparecen en su novela y que son agentes de Inteligencia habrán 'bebido' de sus propios conocimientos.

Esta novela la he escrito buscando sobre todo que sea interesante  y entretenida, y pensando mucho en algunos amigos, que llevan mucho tiempo pidiéndome que escriba mis memorias. Pero no lo voy a hacer. 

¿Por qué?

Porque en esta profesión nadie puede escribir sus memorias: hay en ello una parte vergonzosa. La profesión exige mentir, falsificar... Las películas de James Bond han dibujado una especie de espía 'low cost' que se ha instalado en el cerebro de la gente pero que no es real. Pueden escribir sus memorias los agentes de Inteligencia que se dedican al análisis de datos, pero cualquiera que haya hecho trabajo de campo sabe que él no puede hacerlo. Dentro de unos meses publicaré una novela en la que sí hay un fondo de verdad, en la que se refleja un poco el mundo de los agentes de Inteligencia.

Así que con los espías va a suceder como con los periodistas, que son más importantes por lo que callan que por lo que cuentan.

Claro. Pero, ojo, tienes que callar no porque lo que cuentes sea un secreto de Estado, sino por vergüenza torera. En un momento determinado, quizá haya cosas que a tu país no le importe que se sepan, pero que tú reveles cómo conseguiste algo seguramente no vaya a dar una buena imagen de ti. Un agente de Inteligencia tiene que callarse, y calladito está mejor.

Fernando San Agustín. leyendo en casa su novela.
Fernando San Agustín. leyendo en casa su novela.
Heraldo.es

Con su trayectoria, es inevitable preguntarle, ¿cómo explica usted a Putin?

Es un representante del estrato ruso bajo, que siempre ha tenido mucho miedo a que lo ataquen, y que ha mostrado una reacción visceral y ha atacado antes. Hay que pensar, antes que nada, que cuando cayó el muro de Berlín Putin era uno de los jefes del KGB, que se dió cuenta entonces de que la URSS desaparecía pero no se lo creyó o no quiso creérselo. Perdimos la oportunidad de integrar a Rusia en Europa y, desde tiempos de Catalina la Grande, Rusia siempre ha tenido otros 'estados colchón' que la han protegido de hipotéticas agresiones exteriores. Putin no quiere a la OTAN cerca de casa, del mismo modo en que, en su día, Kennedy no quiso misiles soviéticos en Cuba. Se ha fallado por la diplomacia, Europa tendría que haber mostrado más firmeza antes.

¿Cómo acabará la guerra?

Putin está derrotado, y lo sabe, pero arrasará Ucrania. Ganará la guerra y perderá la paz, porque Rusia ha conseguido un desprestigio total para muchos años. Zelensky morirá y Ucrania será un país satélite de Rusia, tendrá que cederle toda la costa o, como mucho, quedarse con una salida testimonial al mar. Y Europa no hará nada. La situación no pinta nada bien para Ucrania, pero no creo que la guerra llegue a Moldavia o Finlandia.

¿Y cómo ve la situación en España?

El principal problema es que las estructuras del poder han olvidado lo fundamental, y es que deben gobernar para la convivencia. Hay comunidades, como Cataluña, que se han abandonado a los demagogos ante la impasibilidad de los gobiernos centrales, que han dejado hacer porque les interesaba su apoyo. Se han mantenido pasivos ante la escala de fomento del odio hacia el resto de los españoles. Y el poder no puede preferir mantener su estatus antes de imponer la convivencia en la sociedad a la que sirve. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión