El claustro de la catedral de Roda de Isábena, un ‘libro de difuntos’ medieval
Un equipo internacional de especialistas publica un estudio sobre sus inscripciones, identifica un total de 233 y las fecha entre los siglos XII y XIV
Si el claustro de la catedral de Roda de Isábena en Huesca fuera un libro, ya habría sido leído. Un equipo de especialistas de varios países europeos acaba de publicar un número especial de la revista de estudios epigráficos ‘In-Scription’, impulsada por la Universidad de Poitiers y el Centro de Estudios Superiores de Civilización Medieval, en el que se ocupan con detalle, y con un punto de vista interdisciplinar, de las inscripciones medievales del claustro.
Una de las principales novedades de la publicación es que fija el número de inscripciones, que hasta ahora variaba según las fuentes. "Hay 233, de las cuales casi 30 las hemos redescubierto, porque están muy deterioradas o se habían tapado con yeso –señala Vincent Debiais, de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y coordinador de la publicación–. Pensamos que pudo haber más pero probablemente no muchas más. Y hemos comprobado que algunas no están en su lugar original, que fueron desmontadas y vueltas a montar pero que no se destruyeron o perdieron. Y eso hace excepcional el caso de Roda, porque tenemos ejemplos de destrucción en otros sitios".
Las inscripciones siempre se han visto allí como un testimonio valioso que había que conservar. Por eso el claustro de la catedral es único: tiene el mayor número de inscripciones medievales de Europa. En Francia, el templo medieval con más inscripciones es la catedral de Saint-Bertrand-de-Comminges, con 46, fechadas entre los siglos XII y XIV. En España, el claustro de la catedral de León suma 80 pero no todas son medievales, las hay también más modernas.
El claustro de la catedral de Roda es un ‘libro de difuntos’, un monumental obituario escrito en piedra. "No sabemos muy bien por qué se empezaron a realizar las inscripciones porque no tenemos documentos de la época que lo atestigüen. Por los estudios que hemos realizado podemos concluir que responden a una política de memoria muy compleja y programada por los canónigos de la catedral. Roda, por su situación, por el papel que desempeñó, por sus acontecimientos, necesitaba esa política memorial".
El claustro fue costeado por Ramiro II el Monje y construido en tiempos del abad Gaufrido (1137-1145). Apenas unas décadas después se empezó a ‘escribir’ en él. "La más antigua no incluye fecha, pero probablemente es de la última década del siglo XII o de la primera del XIII –asegura Debiais–. A principios del siglo XIV ya empiezan a hacerse menos inscripciones, y la última puede datarse a finales de ese siglo, aunque hay dos, de las que no nos ha llegado fecha, que por su estilo podrían ser más recientes".
Otro aspecto novedoso de la investigación es que no todos los ‘inmortalizados’ en las piedras del claustro tenían altos cargos eclesiales, y algunos ni siquiera eran religiosos. Estar allí no era una simple cuestión de prestigio social. "Hemos establecido cuatro grupos: canónigos, sacerdotes, clérigos que no pertenecían a la comunidad y laicos –añade el especialista–. El número de estos últimos es pequeño: eran personas de no muy alto rango y que pertenecían a los valles cercanos. Vemos relaciones familiares, por lo que podemos pensar que hubo familias que tuvieron relación con la catedral a lo largo de varias generaciones".
El estudio resta importancia también al llamado ‘Maestro de Roda’, al que se le atribuyen las inscripciones más antiguas. "Lo importante es que lo que vemos hoy es, sobre todo, el resultado de la voluntad de crear algo a lo largo del tiempo", concluye.
El equipo de especialistas que ha trabajado en la investigación ha sido coordinado por Vincent Debiais, y está integrado por Estelle Ingrand-Varenne y Thierry Grégor (Centro de Estudios Superiores de la Civilización Medieval, CNRS-Universidad de Poitiers), Anne Rauner (Universidad de Estrasburgo), Marie-Fontaine Gastan (Universidad Gustave Eiffel) y Morgane Uberti (Instituto Ausonius, Universidad Burdeos-Montaigne-CNRS).