patrimonio

La antigua joyería Aladrén quiere relucir de nuevo

Un equipo de 50 profesionales, que incluye artesanos y restauradores, está trabajando en devolver al emblemático local de la calle de Alfonso I su aspecto de 1885.

El restaurador Fernando del Campo trabaja en la marquesina del establecimiento.
El restaurador Fernando del Campo trabaja en la marquesina del establecimiento.
Francisco Jiménez

Un equipo de unos 50 profesionales de distintos ámbitos y especialidades están aunando sus esfuerzos desde el pasado septiembre para que la antigua joyería Aladrén, situada desde 1885 en el número 25 de la calle de Alfonso I de Zaragoza, recupere gran parte de su esplendor para su próxima reapertura como cafetería. 

El paso de 137 años y de sus sucesivos inquilinos habían deslucido muchos de los elementos de este emblemático local, inscrito como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés por el Gobierno de Aragón desde 2002. Un deterioro que todo este grupo humano, comandado por el estudio de arquitectura Cronotopos e integrado por restauradores, ebanistas, artesanos y albañiles, está tratando de revertir.

"Nuestra voluntad es sacar lo que había en 1885 y enseñarle a la ciudad cómo era originalmente. Había capas de pintura que han ido sucediéndose en 137 años de historia y que han ido escondiendo la belleza real del local. Queremos que aflore la historia que hay detrás", sintetiza Alejandro Lezcano, director de Cronotopos.

Curiosamente, la primera etapa del proyecto, que duró unos tres meses, no transcurrió entre andamios, sino entre archivadores, libros y periódicos. La documentación para conocer cómo era en origen el espacio supuso una ardua tarea. "La documentación original de este establecimiento es inexistente. Solo quedan unos planos de fachada que tampoco dicen mucho. El arquitecto que concibió este proyecto fue Luis Aladrén, que se trasladó a San Sebastián y allí hemos consultado sus archivos. Además, hemos tenido la suerte de que como este establecimiento llamó la atención desde el principio, muchos artistas han ido dibujándolo a lo largo de la historia. Las diferentes etapas del lugar se plasman en fotografías y en dibujos. Hemos buceado en el archivo documental de Montemuzo, en las hemerotecas y en el ámbito notarial. En la prensa hemos dado incluso con el nombre de muchos de los artesanos que intervinieron en la obra. Fue un gran trabajo colectivo y ahora lo estamos repitiendo", explica Lezcano.

La antigua joyería Aladrén quiere relucir de nuevo
La antigua joyería Aladrén quiere relucir de nuevo
Francisco Jiménez

Del dicho al hecho. Tras efectuar diversas catas, en septiembre arrancó propiamente la labor de recuperación. Centímetro a centímetro, se está actuando decapando los elementos. Por ejemplo, en la fachada ha permitido recuperar los mármoles negros, la forja antigua, el latón e incluso plata hasta ahora revestida con purpurina, bellos materiales que permanecían ocultos. Fernando del Campo, restaurador en anteriores proyectos en La Seo de Zaragoza y en las catedrales de Mallorca y Vitoria, es uno de los artífices. "Se está haciendo con mucho mimo. Hemos hecho catas en todas las zonas para ver las primeras pinturas y poder volver al original. Todos los días sale alguna sorpresita y es apasionante", revela.

En la entrada se va a restaurar el reloj y se reinstalará el candil del siglo XIX tan característico. La marquesina también será ennoblecida. Pero no termina aquí la acción y se realizará otro guiño al pasado. "El local tenía originalmente una valla corredera importada de Viena de la que todavía se ven los antiguos raíles. Era de madera reforzada con acero interior que envolvía toda la fachada para proteger la joyería. Nosotros vamos a evocarla con una marquesina que sea extraíble con un concepto inspirado en la valla primigenia", asevera Lezcano, quien también avanza que se intervendrá en la calle Contamina "para darle el realce que merece instalando un segundo acceso al local".

La denominada sala principal, de unos 50 metros cuadrados, era, es y será el eje central de la actividad comercial. "Originalmente era diáfana con dos mesas y mostradores espectaculares articulados bajo un arco central. Lamentablemente, tiempo después el arco se movió a un lateral, algo que vamos corregir para recuperar su centralidad", aduce.

Cuenta con abundante madera que había sido pintada y repintada. "Hemos decapado toda la madera, que en su 95% es pino aragonés. Ahora ha recuperado su tonalidad, que es preciosa. Además, estamos trabajando para limitar la humedad que estaba deteriorando las instalaciones", indica Lezcano.

Los techos, que son totalmente originales, también están concitando un cuidado muy especial. "Son de escayola. Tienen un valor incalculable, no se pueden modificar. Tienen un problema: no se pueden decapar como la madera porque nos llevaríamos el artesonado por delante. Lo cual nos obliga a restaurarlos con mucho cuidado", prosigue el arquitecto.

Completa el repaso el suelo. "Tiene un artesonado de mármol que no es el original ya que se cambió hace unos 40 años. Tiene un formato de copia del techo como las catedrales antiguas, con una retícula parecida y lo vamos a respetar. Lo vamos a prolongar hasta lo que era el antiguo despacho del director de la joyería porque había un suelo laminado", informa. El antiguo despacho del director de la joyería, a la derecha de la sala principal, da a las calles Contamina y Alfonso. Encierra una mística especial. "En esta estancia hay toda clase de leyendas. Aquí se hicieron cosas tan importantes como el blasón de oro del Pilar; aquí han estado príncipes y reyes de Europa y aquí se dice que se acordaron importantes decisiones en la Guerra Civil", enumera Lezcano.

La antigua joyería Aladrén quiere relucir de nuevo
La antigua joyería Aladrén quiere relucir de nuevo
Francisco Jiménez

Este espacio era conocido por los antiguos trabajadores como la sala de los tapices, unos tejidos que desaparecieron y que se repondrán haciendo un guiño al pasado. "Vamos a poner unos tapices nuevos que estén a la altura. A través de unos motivos, una especie de jeroglíficos, mostraremos la cronología del lugar, todo lo que ha ocurrido aquí", dice.

La sala Luis XVI, que en los inicios fue un almacén y posteriormente el espacio de atención a los clientes más aristocráticos, era una de las joyas de la corona con la decoración neobarroca de sus paredes y por el tratamiento casetonado del techo. Revertir su deterioro es una obligación. "Aquí había unos espejos originales que desaparecieron y los vamos a evocar con todo el paño de las paredes. Habrá espejos en tres de los cuatro arcos existentes. También hemos recuperado dos puertas preciosas con vidrio emplomado", puntualiza.

Por último, el sótano será rebautizado como bodega. Había sido empleado como almacén y carbonera, y ahora acogerá la cocina, un espacio para eventos, degustaciones y exposiciones de arte. "Esto no se había tocado en 130 años. Es de ladrillo aragonés autóctono, que está muy deteriorado por la humedad y lo estamos recuperando. Las ventilaciones eran originales y salían por los zócalos de la entrada, pero se habían tapiado, lo cual contribuyó a deteriorar los bajos", concluye Lezcano.

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