música

El pacto del Vips que cambió para siempre la historia de Héroes del Silencio

Roberto Azorín relata cómo descubrió a la banda zaragozana en 1986 y cómo le consiguió junto a Gustavo Montesano una oportunidad discográfica.

Pedro Andreu, Juan Valdivia, Joaquín Cardiel y Enrique Bunbury, en el estudio de Hispavox en 1988.
Pedro Andreu, Juan Valdivia, Joaquín Cardiel y Enrique Bunbury, en el estudio de Hispavox en 1988.
EMI

La trayectoria de Héroes del Silencio muy probablemente no hubiera sido la misma si no se hubieran cruzado en su camino los argentinos Roberto Azorín Durruty y Gustavo Montesano. A mediados de los 80, el primero ejercía de director de Radio Vinilo en Madrid y el segundo, prestigioso músico de rock sinfónico en su país natal, desembarcó con fuerza en España como compositor y guitarrista de Olé Olé. Tras conocerse en una entrevista radiofónica, decidieron unir sus fuerzas para promocionar a incipientes talentos musicales. Su primer fruto no pudo ser más excepcional... la banda aragonesa más popular de la historia.

¿Cómo se produjo el providencial contacto entre este binomio y un desconocido grupo de jóvenes zaragozanos que soñaban con una gloria que se antojaba remota? Roberto Azorín, desde México, abre el álbum de recuerdos tornasolados para compartir su relato.

"Con Gustavo estábamos buscando una banda. Un día –el 24 de abril de 1986– fui a la sala Universal de Madrid, donde tocaba un grupo zaragozano que se llamaba Los Enfermos Mentales. No me gustaron, pero en la sala, que era muy grande, me llamó la atención una persona que no paraba de moverse. Comenzamos a hablar y me contó lo que se movía musicalmente en Zaragoza. Era Julián Torres ‘Cachi’. Me recomendó especialmente a un grupo que se llamaba Héroes del Silencio y que estaba integrado en ese momento por tres chicos: Enrique Bunbury, Juan Valdivia y su hermano Pedro. Le dí mi tarjeta y un tiempo después le llegó la maqueta a Gustavo junto con unas fotos muy oscuras. Era un casete con cuatro canciones. Lo escuchamos y no nos enamoró. Pero también incluyeron una invitación para asistir a un concierto en la sala En Bruto de Zaragoza el 10 de enero de 1987", rememora.

Una invitación que estuvieron a punto de desestimar pero que, afortunadamente, aceptaron. "Era invierno y la verdad es que ir a Zaragoza no era muy tentador. Las carreteras estaban heladas. Además, Gustavo estaba saliendo con Ana Arroyo, integrante de Las Viudas, y no estaba muy por la labor. Pero les convencí y nos fuimos los tres en coche hacia Zaragoza", prosigue.

Cuando accedieron a la entonces calle Comandante Santa Pau –hoy calle Héroes del Silencio– de la capital aragonesa, la capacidad de sorpresa se les disparó. "No olvidaré jamás el momento en que llegamos a la sala. Estaba la gente haciendo cola y pegándose para entrar porque las entradas estaban agotadas. Nos extrañó muchísimo porque era una banda que no conocía nadie. Entramos y el lugar estaba hasta los topes, unas 500 personas. Tocaron una versión de ‘Have you ever seen the rain?’, de Creedence Clearwater Revival. La tercera fue ‘La lluvia gris’. Si he de ser sincero, musicalmente no me impactaron pero sí vi desde el primer momento que el cantante era impresionante, un diamante con una personalidad y un carisma que destacaban. Después del concierto fuimos a tomar algo con ellos en el Vips cercano al paseo de la Independencia. Les vendimos las grandes cosas que podíamos hacer juntos y, poco después, el 24 de enero de 1987, firmamos un contrato de cuatro años de duración para llevar su carrera", indica.

Un liderazgo innato

Desde aquel instante, las visitas a Zaragoza se convirtieron en una constante. "Me involucré con todas mis fuerzas. Iba a Zaragoza asiduamente y asistía a los ensayos en su local. Era impresionante ver a Enrique, con sus 18 o 19 añitos, ponerse ante sus compañeros con una libreta y dirigirlos con naturalidad. Era un liderazgo innato que Juan Valdivia, Pedro Andreu y Joaquín Cardiel asumían. Cuando terminaban de ensayar, nos íbamos a tomar unas cervezas y Enrique se sentaba en el suelo, apartado. Me parecía una especie de Frank Zappa maño", asevera.

Una apuesta y un entusiasmo que precisaban del respaldo de un sello discográfico que tornara las intenciones en realidades. Sin embargo, el proceso de búsqueda no fue nada sencillo. "En Madrid moví la maqueta por todas las grandes compañías durante más de un año. Enrique, Juan y compañía me llamaban para preguntarme si había algún avance. En Warner me dijeron que se parecían a La Unión y que no les interesaba. En Polygram me cerraron la puerta argumentando que su música era muy blandita. En EMI al principio tampoco les pareció interesante. En realidad, el único que me dijo que sí fue Paco Martín, del sello Twins, que estaba teniendo mucho éxito con Hombres G. Fui a verle a su despacho y me prometió el oro y el moro, que íbamos a grabar un disco en Londres y que iba a apostar por el grupo. Pero quería firmar de palabra, no en un papel con un contrato. Decía que era su forma de trabajar, pero eso era inaceptable. ¿Cómo podía presentarme ante Enrique, Juan, Pedro y Joaquín diciéndoles que firmábamos de palabra?", reflexiona.

Cuando a aquel laberinto no se le adivinaba ninguna salida factible, se produjo un movimiento definitivo. "Pasaba el tiempo y todas las puertas estaban cerradas. Decidimos volver a EMI apelando al peso de Gustavo con Olé Olé, que editaba sus discos allí. Fruto de esa ‘presión’ nos concedieron sacar un maxi como prueba y que, en caso de vender 5.000 copias, seguiríamos negociando. Los chicos me preguntaban si creía que pasaríamos de las 1.000… Parecía una misión imposible pero alcanzamos las 30.000 unidades", sintetiza Azorín, quien fue también el autor de la portada de este vinilo que incluía ‘Héroe de leyenda’, ‘El mar no cesa’, ‘La lluvia gris’ y una versión maxi de ‘Héroe de leyenda’.

Con el refrendo de estas prometedoras ventas, EMI se convenció para editar el primer elepé de Héroes, ‘El mar no cesa’ en 1988, en el que Azorín aparece acreditado como coproductor con la firma Roberto Durruty. "Grabamos el disco en los estudios de Hispavox en la calle Torrelaguna 64 de Madrid con poquísimos medios. Lo hacíamos en las horas muertas que dejaban Cantores de Híspalis, Mari Trini o Luz Casal", apunta.

Azorín y Montesano se desvincularon de Héroes el 1 de julio de 1989, cuando firmaron el cambio de representación del grupo en favor de Ignacio Cubillas ‘Pito’. Y el siguiente disco, ‘Senderos de traición’, fue producido por Phil Manzanera. Fue un paso más en una escalera hacia el cielo de la leyenda que se prolongó hasta la separación de la banda en 1996.

35 años después de aquella epifanía en la sala En Bruto, Azorín alimenta sentimientos encontrados. "Asistí al concierto de regreso de 2007 en La Romareda. Allí, entre el público, lloré de emoción cuando tocaron aquellas canciones con las que comenzamos. Es cierto que en muchos momentos no me he sentido correspondido, que se me ha obviado al contar la historia, pero prefiero quedarme con lo bonito", concluye.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión