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Aitana Monzón, versos sobre las ruinas de Alejandría

El poemario 'La civilización no era esto', con el que la joven autora de origen turolense ganó el premio Espasa es Poesía, sale a la luz

Aitana Monzón, en el Paseo Sagasta de Zaragoza.
Aitana Monzón, en el Paseo Sagasta de Zaragoza.
Rosa Blasco

Exóticos, como la antigua ciudad de Alejandría; enigmáticos, como los cantos goliardos; y trágicos, como la Cordelia de Shakespeare. Así son los versos de ‘La civilización no era esto’, la obra con la que su autora, la joven navarra de raíces aragonesas Aitana Monzón, ha ganado el IV Premio ‘Espasa es Poesía’. El poemario, publicado por Espasa, llega ahora a las librerías.

La cubierta del libro advierte al lector. En ella aparece la fruta prohibida que dio lugar a la civilización, una vez que el hombre, expulsado del cómodo pero anodino paraíso terrenal, empezó a construir su propio mundo. Leer sus 69 páginas es emprender un viaje doloroso, por momentos sórdido, si bien no exento de seducción, por el discurrir de la humanidad en La Tierra. Pero es también acompañar a sus personajes en su desgarradora travesía por el interior de sí mismos. De principio a fin, la obra destila un poso de desengaño que da lugar el sugerente título del volumen.

No son fáciles sus páginas. Cada estrofa, con alusiones a épocas históricas, a la existencia, al amor, a la ausencia del ser querido, a la muerte y al abismo de la nada, exige una segunda lectura más pausada para poder llegar al fondo del mensaje, que no se muestra de primeras al lector. Para disfrutarlo hace falta calma, pasar con serenidad sus hojas amarillas y dejarse capturar por la inmensidad de la noche de los tiempos a la que nos lleva la autora.

Aitana, con el libro 'La civilización no era esto'
Aitana, con el libro 'La civilización no era esto'
Rosa Blasco

Hay, con todo, un hilo argumental, teatral y cinematográfico, que conduce al lector desde la primera hasta la última página evitando que se pierda por los múltiples recodos de la veintena de poemas. Y es la historia de Darley, en una Alejandría iluminada con candiles, que parece amar carnalmente a Melissa, que ejerce en un burdel, y sufrir el abandono de Justine. Esta atrevida distribución en escenas es uno de los elementos que sedujo al jurado de ‘Espasa es poesía’.

Pero Aitana vierte también en ‘La civilización no era esto’ su origen turolense. La musicalidad que derrochan sus composiciones la aprendió –explica– de las jotas que su abuelo materno, Antonio Blasco, le cantó en su vieja casa de Aguaviva. Los huertos de esta pequeña localidad del Bajo Aragón regada por el Bergantes son asimismo parte del imaginario que forja los escenarios de sus personajes. A sus 21 años, Aitana cursa actualmente Estudios Ingleses en la Universidad de Zaragoza.

No obstante, buena parte del tiempo poético discurre entre restos arqueológicos, como el pilar de Pompeo o las ruinas del santuario Serapeum, ambos en Alejandría. Su poesía transporta a quien se adentra en ella hasta ciudades míticas que brillaron en el pasado. En Venecia sitúa la escritora el recuerdo onírico que Darley tiene de Justine: "Por eso, / borrachos y tristes, nosotros/iremos al canal (…) olvidaremos / que la ciudad se derrumba / sin la memoria del otro".

En su periplo por algunos de los momentos más fértiles de la civilización, el libro conecta, siquiera tímidamente, con el caligrama, esa forma de potenciar la visualidad de un verso formando figuras con sus letras o jugando con ellas separándolas y uniéndolas, que utilizaron las vanguardias literarias de principios del siglo XX.

Ya en la puerta de salida de esta conmovedora obra, que supone un brillante estreno de la joven escritora en el mundo de la literatura, el lector se encuentra –última página– con un coro griego que recita: "Que ya no hay mundo me dijiste / pues se tiritan yermos los caminos / paisaje del adiós / qué viento cantas / hacia dónde con tu vértigo / nos llevas". Y cae el telón.

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