NARRATIVA ESPAÑOLA. ARTES & LETRAS

Almudena Grandes, la hija del fontanero

Perfil de una escritora que creyó en la igualdad de la mujer y desplegó una enérgica e intensa narrativa de perspectiva femenina

Almudena Grande, en el hotel Palafox, cuando presentaba 'El corazón helado'.
Almudena Grande, en el hotel Palafox, cuando presentaba 'El corazón helado'.
Maite Fernández.

Como si de un título de novela suya se tratara, Almudena Grandes es (aún no sabemos hablar de ella en pasado) un modelo de mujer. Llegó a la literatura como un torbellino (una mujer que aún no había cumplido los treinta escribiendo novela erótica, dónde se había visto) y desmontó la creencia generalizada que identificaba la mirada masculina con una mirada universal y que etiquetaba la femenina como «historias de mujeres». Se situó en un lugar del mundo donde el compromiso, la coherencia y la conciencia cívica eran valores indispensables desde los que partir para hacer literatura.

Niña madrileña del barrio de Maravillas, hija y nieta de fontaneros, creció sabiendo que cualquier logro que alcanzara en la vida lo conseguiría a base de trabajo duro. Y eso hizo: fue una trabajadora incansable que escribió todos los días de su vida con una disciplina férrea, que documentaba cada uno de sus libros hasta la extenuación, que se implicó en proyectos como esos ‘Episodios de una guerra interminable’ en los que dio voz a los vencidos y a los perdedores. Reconoció el privilegio de trabajar en el oficio que amaba –un oficio que empezó haciendo en segundo plano, redactando textos por encargo que no firmaba– y sintió siempre una gran responsabilidad hacia él, como si su trabajo espartano fuera una forma de agradecimiento a la vida por poder disfrutar de ese privilegio.

‘Las edades de Lulú’ fue su primera novela, un atrevimiento que hablaba del deseo femenino con la naturalidad de quien describe un paisaje. Con ella ganó el premio La Sonrisa Vertical y con su frescura y espontaneidad alcanzó un éxito sin precedentes. Luis García Berlanga, miembro del jurado, afirmó que por primera vez «una mujer española había sobrepasado esa famosa luz roja […] que entra en territorios maravillosos y paradisíacos donde descubre esos fantasmas que podemos tener todos. Como mujer, a la vez, ha creado una generación de mujeres ganadoras».

Almudena Grandes abrió camino y fue modelo de muchas otras escritoras que llegaron detrás, que vieron como sus historias podían emocionar a miles de lectores sin tener que encajar en clichés ni renunciar a la literatura que querían hacer. Pero no sólo de escritoras: muchas mujeres nos hemos mirado en ella buscando algo de su seguridad, de su fuerza, de su valentía. No estamos sobradas de referentes femeninos y Almudena fue, sin duda, una mujer inspiradora.

Con sus personajes femeninos demostró que vivir a la contra merecía un reconocimiento. En aquellas primeras novelas «de las chicas de la Movida» –‘Malena es un nombre de tango’, ‘Atlas de geografía humana’, ‘Los aires difíciles’…–, las protagonistas cuestionaban la imposición de encajar en un modelo de cuerpo más concebido como una cárcel que como un elemento de placer.

En ‘El corazón helado’ y las novelas que llegaron después, sus protagonistas son un homenaje a esa generación de mujeres que lo perdieron todo excepto la dignidad. En todas, son una reivindicación del amor, de la bondad y la honradez.

La muerte de Almudena Grandes (Madrid, 1960-2021) nos deja huérfanas. La recordaremos en sus libros, en su risa fresca y en la honestidad con la que miraba una vida que siempre celebró.

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