Por
  • Javier López Clemente

Disfrutar de los placeres no implica sumisión

Un momento de la representación de la obra 'Adiós, dueño mío'
Un momento de la representación de la obra 'Adiós, dueño mío'
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‘Adiós, dueño mío’ se presentó en la quinta edición del ciclo ‘Mujeres a escena’ organizado por el Teatro de las Esquinas, una producción de Olympia Metropolitana escrita por María Zayas en el siglo XVII para poner en primer plano la personalidad de unas mujeres que toman decisiones y organizan a su gusto los placeres que empiezan por un beso o una caricia. 

La adaptación de Emilio Hernández transporta los versos del Siglo de Oro hasta actitudes actuales para construir una comedia de enredo con tintes satíricos: ocho personajes en medio de un ‘sarao’ de cortejo, deseo y drama donde los malentendidos se resuelven aderezados con una pizca de mofa sobre los hombres.

El espacio escénico es diáfano, ocupado por un sofá a modo de lecho amoroso, balcón para observar o la peana de un santo, que de eso va el amor de esta función, y cuando digo amor quiero decir sexo, verso, drama, música o baile, un amplio catálogo de placeres para jadear, tocar o mirar.

'adiós, dueño mío' ****
AutoraMaría Zayas
Dirección y dramaturgiaMagüi Mira
IntérpretesMarta Calabuig, Pilu Fontán, Rosana Martínez, Laura Valero y Silvia Valero

La dramaturgia convierte la literatura en acción porque todos los elementos escénicos impulsan el relato, desde un vestuario tan colorista como seductor, hasta las coreografías que mantienen la tensión narrativa incluso cuando la historia se detiene. Las que no paran son las actrices del elenco, su trabajo consigue el salto definitivo de frescura y agilidad. Las interpretaciones de Marta Calabuig, Pilu Fontán, Rosana Martínez, Laura Valero y Silvia Valero son equilibradas, con el ritmo adecuado, generosas en los pequeños detalles gestuales y eficaces en los movimientos por todo el espacio. La sobresaliente dicción moldea los versos de ocho sílabas para que abandonen su condición de arte menor y se transformen en un poderoso altavoz que, como afirma Magüi Mira, nos recuerda que disfrutar del sexo y otros placeres no implica sumisión.

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