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“El proceso para recuperar la ‘Casa de Dios’ de Épila va a durar mucho tiempo”

La profesora estadounidense Jo Farb Hernández conmina a las instituciones a que se impliquen en la restauración del complejo de Julio Basanta.  

Jo Farb Hernández, junto a Julio Basanta en una visita a la 'Casa de Dios'.
Jo Farb Hernández, junto a Julio Basanta en una visita a la 'Casa de Dios'.
Sam Hernández

La compra por parte del zaragozano Jorge Labé de la ‘Casa de Dios' de Épila, el singular espacio de arte bruto contemporáneo creado por el fallecido Julio Basanta, ha abierto un rayo de esperanza para su conservación y reivindicación. La mayor valedora y propagadora del complejo, la profesora estadounidense Jo Farb Hernández, celebra la noticia desde California y pone el acento en que sería necesario un apoyo institucional para que el futuro sea todavía más esperanzador.

“En su estado óptimo, la ‘Casa de Dios’ podría ser el espacio singular más llamativo de España. En mi opinión, el complejo tiene un valor de nivel mundial en este género de arte. Y soy optimista en que el comprador entienda su valor e intente conservarla con respeto a las obras y a las intenciones de Basanta. Aunque las obras de los artistas no académicos poco a poco comienzan a estar incluidas dentro de una definición más amplia de lo que es el arte, en la actualidad su situación es muy precaria en comparación con otros géneros artísticos”, explica la docente del Departamento de Arte e Historia del Arte de la Universidad estatal de San José, en California.

Hernández lanza una llamada de atención por la fragilidad de las obras y su perentorio cuidado. “La inestabilidad y la precariedad física de los entornos se ven agravadas por la pésima gestión y la falta de colaboración de las autoridades públicas. Por eso hay que puntualizar que no es suficiente agradecer y documentar estos entornos, sino que también es muy necesario involucrarse durante años o incluso décadas, si hace falta, en su defensa a través de acciones políticas. Hasta el momento, el Ayuntamiento de Épila, pese a que cuenta con un espacio singular tan importante dentro de sus límites geográficos, no ha ayudado ni a Basanta ni a la gente que quería proteger y salvar el entorno, aunque podría haber contribuido a la economía del pueblo por la llegada de turistas”, lamenta.

La autora del libro de referencia ‘Singular Spaces’, en el que ocupa un lugar destacado la ‘Casa de Dios’, avanza que no será sencillo el camino a recorrer. “El proceso para recuperar la ‘Casa de Dios’ y las obras escultóricas será complicado y va a durar mucho tiempo. Hay que inventariar fotográficamente cada obra para empezar a desarrollar un plan para cuidarlas y conservarlas. Este plan debe ser guiado por las fotos antiguas del sitio. Yo haría una llamada pública para recoger el máximo número de fotos posibles de cómo se veía antes”, revela. Y prosigue con la enumeración de deberes: “Hay que hacer las consultas con un conservador profesional antes de empezar a limpiar y arreglar las obras. La limpieza puede hacer mucho daño si no se hace bien. Además, con la llegada del invierno, hay que proteger el sitio. Tal vez habría que levantar las obras del suelo y/o cubrirlas. Y hay que insistir en que el proceso de conservación de las mismas y del entorno va a tardar mucho tiempo. Será mejor hacer bien los procedimientos en vez de hacerlos demasiado rápido para que no se produzca la pérdida de información, datos y materiales importantes e incluso se haga más daño a las obras”, aduce.

Hernández, apasionada seguidora de las creaciones de Basanta, se recrea definiendo la intención y el espíritu con que el artista fallecido en 2018 construyó su ‘Casa de Dios’. “Basanta utilizó la textura como recurso escultórico. Dejó muy a la vista en la superficie de las obras la huella de su creación y les dio una gran intensidad expresiva. La mayoría de las obras se concentran al frente de la entrada principal, muchas con una sola cara de orientación, y se las puede ver desde fuera del cercado cuando la propiedad está cerrada. Esta ubicación era intencional: Basanta quería que los visitantes tuvieran acceso visual a sus obras a todas horas y sin impedimentos”, concluye.

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