fiestas del pilar

Aquella primera Ofrenda de 1958

El 12 de octubre de aquel año -lucía el sol y soplaba el cierzo- nacía una tradición con aires de grandeza. Zaragoza entera vivió y sintió su primera Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar.

El aspecto que ofrecía la calle de Alfonso l de Zaragoza, en aquella primera Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar de 1958, en la que participaron más de 2.000 oferentes, vaticinaba ya el éxito de futuras ediciones
El aspecto que ofrecía la calle de Alfonso l de Zaragoza, en aquella primera Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar de 1958, en la que participaron más de 2.000 oferentes, vaticinaba ya el éxito de futuras ediciones
Archivo Heraldo

La pandemia lo ha mutado todo. Hasta las tradiciones. Tanto, que la Ofrenda de Flores de este año a la Virgen del Pilar será, cuanto menos, singular, rara y esperemos que única. Cambio de escenario, de recorrido, un número reducidísimo de oferentes, sin espectadores ni curiosos agolpándose en las calles para ver el emocionante desfile... Seguramente, será tan singular como lo fue para los zaragozanos aquella primera Ofrenda de Flores de 1958, que dos años después gozaba ya del calificativo de ‘tradicional’. Y no es de extrañar. Porque caló tanto y tan hondo que, para la mayoría de los aragoneses, la Ofrenda de Flores a la Reina de la Hispanidad es ya como ‘de toda la vida’. Pocos aciertan al pensar que es hija de su tiempo, de la década de los cincuenta, cuando, económicamente, el país empezaba a respirar –las cartillas de racionamiento habían desaparecido en 1951– y fiestas y celebraciones abandonaban los salones para conquistar la calle. "La ciudad está en fiesta. El regocijo popular busca en calles y plazas escenario propicio. Los festejos se suceden con celeridad; fuegos de artificio, pasacalles, gigantes y cabezudos, concursos, rondallas, toros, fútbol, carreras, retreta militar... Rosario, Salve, Misa de Pontifical, procesión... Propios y forasteros vivimos unas horas vertiginosas. Contagiosa alegría de la ciudad en fiestas", se lee en la crónica de HERALDO del 12 de octubre de 1954.

Inmerso en esta dinámica renovadora, que acercara las Fiestas del Pilar a la calle, a la gente, andaba Manuel Rodeles Giménez, concejal del Ayuntamiento de Zaragoza, desde 1957 al frente de la Comisión Permanente de Festejos. Emprendedor como pocos, y con su máxima por bandera: "Buscar para Zaragoza lo que Zaragoza se merece", logró dar forma definitiva a la primera Ofrenda de Flores de la Virgen del Pilar, que se celebró, con gran éxito, durante las fiestas de 1958. No le faltaron apoyos, tampoco escépticos. El modelo a seguir era la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados de Valencia; contaba con el valiosísimo aval y consejo del catedrático y concejal Antonio Beltrán, que conocía bien el acto, ya que había pasado allí su juventud y su esposa era valenciana. Con las bendiciones del director de Radio Zaragoza, Julián Muro, también vinculado familiarmente a la ciudad del Turia, y de otros colaboradores como Emilio Larrodé, Manuel Rodeles comenzó su peculiar campaña, con el respaldo promocional y publicitario de HERALDO y de Radio Zaragoza. Su meta era que, las del Pilar, alcanzaran la categoría oficial de ‘Fiesta Nacional’ –reconocimiento que llegó en 1965, cuando fueron declaradas Fiestas de Interés Turístico Nacional «por su llamativo desarrollo y su personalidad»– y que la Ofrenda de Flores llegara a convertirse en el "acto excepcional del programa de fiestas, al igual que ocurre en Valencia". "Aspiramos a que millares de señoritas, de jóvenes de toda clase y condición ofrenden ramos de flores a la Virgen, para lo cual, traeremos cuantas flores sean necesarias y artistas especializados para prepararlas", anunciaba entusiasmado el enérgico concejal, el 23 de julio de 1958, durante su presentación del programa de Fiestas del Pilar, de aquel año, a los periodistas.

Manuel Rodeles, con su hija, vestida con el traje regional, y su esposa, a la derecha, en la primera Ofrenda de Flores de 1958
Manuel Rodeles, con su hija, vestida con el traje regional, y su esposa, a la derecha, en la primera Ofrenda de Flores de 1958
Archivo Heraldo

Aquella primera Ofrenda exigía otra condición: "Podrán participar en esta Ofrenda de Flores: niños hasta los diez años; niñas de todas las edades; señoritas de todos los sectores de la ciudad y barrios rurales, y señoritas representantes de distintas provincias españolas y Casas Regionales. Todos ellos deberán vestir el traje regional correspondiente", se anuncia en la nota informativa de la Comisión de Festejos, que HERALDO publicó el 4 de octubre de 1958.

Resolver lo del traje aragonés

En 1957, un año antes de la Ofrenda, Rodeles ya se lamentaba de la escasa repercusión que la Fiesta de Exaltación del Traje Aragonés tenía en la población, en alusión a la recuperación de la indumentaria. Tan solo la reina de las fiestas y su corte de honor vestían a la manera tradicional. El propio alcalde, Luis Gómez Laguna, cuestionaba la voluntad de los ciudadanos a la hora de sacar los trajes de los arcones, dado que "vestir de jotero no distinguía". Incluso la prensa, una vez presentado el proyecto de la Ofrenda, versaba sobre la dificultad que iba a suponer "resolver lo del traje aragonés". Pero el concejal de Festejos no reblaba y se empeñó en demostrar que sí era posible. Como ya ha relatado en más de una ocasión su hija Gloria Rodeles, que participó en aquella primera Ofrenda organizada por su padre, "invitó a todas las gentes que lo deseasen a asistir a una verbena popular, que había de celebrarse en la Ciudad Jardín, y a la que solo se podía acceder con la indumentaria tradicional. Refrescos y cervezas gratis recompensaron a los asistentes, que fueron, por cierto, varios cientos".

Y llegó el gran día.

 Apostados en la plaza de Los Sitios, el mismísimo Manuel Rodeles y otros miembros de la Corporación zaragozana repartían gratis –costumbre que se mantuvo hasta 1986– los ramos de claveles; de allí, a las 12 en punto de la mañana, de aquel 12 de octubre de sol y cierzo de 1958, salieron los primeros oferentes en dirección a la calle Costa para alcanzar el paseo de la Independencia, cruzar el Coso y enfilar la calle de Alfonso I. El público abarrotaba la plaza del Pilar y ocupaba las sillas dispuestas en el Coso y la calle de Alfonso I, para presenciar el singular desfile.

Los niños de las escuelas, "con primorosos cestos de flores", fueron los primeros el llegar a la plaza, seguidos por más de 2.000 jóvenes –de Castilla, Valencia, Cataluña, Andalucía, Galicia, Vascongadas, Aragón y de todos los barrios zaragozanos–, que engalanadas con sus tradicionales trajes y por parejas hicieron el recorrido hasta llegar a los pies de la Virgen, donde depositaron canastillas y ramos. El altar –tres escalones, en forma de grada, de madera de pino–, se había ubicado en el centro de la fachada principal de la basílica, en el hueco –un arco de medio punto cubierto por un gran tapiz– que habría de albergar, a partir de 1969, el famoso retablo obra de Pablo Serrano. Lo coronaba una imagen de la Virgen de escayola patinada y 110 centímetros de altura, obra de Francisco Rallo, con armazón para formar el manto que, en poco tiempo, quedó tejido por las flores. Los resplandores –la corona radiada– eran de latón y hierro.

No solo causó honda impresión el desfile, también lo hicieron las actuaciones en la plaza del Pilar de la Coral de Pasajes, la de Santa Cecilia, la Politécnica de Castellón, la Miguel Fleta y los Coros Gallegos. Y, por primera vez, un equipo de Televisión Española –entonces la única– iba a televisar en directo para Madrid un acto celebrado "en provincias", desde una distancia superior a los 60 kilómetros, entonces el límite del alcance máximo de las instalaciones madrileñas. Aunque se habían grabado ya imágenes de los Sanfermines y de la Feria de Sevilla, se retransmitieron en diferido. También Radio Zaragoza, la veterana emisora EAJ 101, organizó un completo servicio local de cobertura, con varios puntos de información telefónica a los largo del recorrido, que permitieron retransmitir a los zaragozanos el acto íntegro. La Ofrenda nacía con aires de gran acontecimiento.

El Espectáculo de devoción popular más grandioso, expresivo

El éxito de esta primera edición se proclamó desde la sección ‘Zaragoza al día’ de HERALDO DE ARAGÓN. El cronista se congratulaba de que Zaragoza y su Patrona conformaran una atracción "suficiente y sobrada para esos llenos de público", que dejaron pequeña la ciudad. "Creemos que no puede darse espectáculo de devoción popular más grandioso, expresivo y bello que el que ofrecía el domingo la amplia plaza del Pilar durante la Ofrenda de Flores. Resulta ciertamente grandioso en Valencia, tierra de flores y de tradición arraigada en la manifestación de culto a la Virgen de los Desamparados. Pero no se puede comparar en grandeza de perspectiva y de espacio aquella plaza con esta de Zaragoza, donde el domingo, al aire fresco del Moncayo, la Virgen del Pilar recibía el culto cálido y perfumado de millares y millares de aragoneses de España entera".

El equipo de TVE que retransmitió la primera Ofrenda en 1958
El equipo de TVE que retransmitió la primera Ofrenda en 1958
Archivo Heraldo

La pandemia ha modificado el recorrido de la Ofrenda del próximo martes, 12 de octubre, Día del Pilar, únicamente alterado, desde su creación en 1958, por las obras de reforma del paseo de la Independencia en 2002. Entonces, muchos oferentes afirmaron que la Ofrenda había quedado "un tanto deslucida", pero que "el sentir de los participantes" no cambió en absoluto. Este año, tampoco cambiará. 

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