HISTORIA Y LITERATURA. ARTES & LETRAS

La muerte de Amparo Barayón, la primera esposa de Ramón José Sender

Antes de ser ejecutada, estuvo en la cárcel de Zamora desde el 29 de agosto hasta el 11 de octubre y allí cuidó a su hija Andrea

Historia de la primera esposa de Sender.
Uno de los retratos más conocidos de Amparo Barayón.
Archivo Heraldo.

El hijo de Sender, Ramón Sender Barayón cuenta en su libro ‘Muerte en Zamora’ que su madre, Amparo Barayón, murió con el nombre de su marido en los labios. Amparo, tras la sublevación militar del 18 de julio, había decidido volver a casa con sus hijos, a pesar de haber caído Zamora en manos de los nacionales. Dos de sus hermanos, Antonio y Saturnino, fueron asesinados por estos (como también lo sería su cuñado Manuel Sender, quien fuera alcalde de Huesca) y Amparo fue detenida. Estuvo en la cárcel desde el 29 de agosto hasta el 11 de octubre. Mientras permaneció en prisión cuidó de su hija Andrea, que había nacido seis meses antes, y su otro hijo, Ramón, de 2 años, fue recogido por una tía suya. 

El 11 de octubre de 1936, Amparo fue entregada a un grupo de falangistas al mando de Segundo Viloria y asesinada a los 32 años de edad en el cementerio de Zamora junto con otras dos mujeres, Antonia Blanco y Juliana Luis, y sus dos hijos fueron llevados al hospicio. Al parecer, antes de ser fusilada, el sacerdote que fue a atenderla le negó la absolución por no estar casada por la Iglesia. Andrea Sender Barayón la hija de Amparo Barayón y Ramón J. Sender, se haría con el tiempo monja anglicana con el nombre de sor Benedicta. 

Años más tarde viajó a España para rezar delante de la tumba de su madre y quiso visitar al obispo de Zamora, Eduardo Poveda. Este, tras escuchar el relato de Andrea, le pidió perdón, a ella y a su familia, por el daño que la Iglesia hubiera podido cometer con ellas. Segundo Viloria fue según todos los testimonios el autor material de la muerte de Amparo. Era abogado y, como cuenta el biógrafo de Sender, Jesús Vived Mairal, «tras la Guerra Civil llevó una vida anodina en Zamora».

Ramón Sender Barayón acusó en ‘Muerte en Zamora’ al cuñado de su madre, Miguel Sevilla, marido de su hermana Casimira, de ser la persona que la denunció. Amparo le hacía responsable de su detención. Sevilla era sastre y mantenía excelentes relaciones con el ambiente militar y eclesiástico. José María Carrascal, corresponsal de ‘ABC’ en Nueva York, tras publicarse el libro de Sender Barayón en Estados Unidos, contó esto en su periódico y afirmó que Sevilla «tuvo que abandonar su ciudad y morir como un paria». Pero los cinco hijos de Sevilla escribieron una carta a ‘ABC’ negando que su padre denunciase a Amparo y asegurando que, muy al contrario, trató de conseguirle un pasaporte para que pudiera pasar a Portugal. 

Habló para ello con el gobernador civil, Raimundo Hernández Comes, quien le prometió concedérselo. Pero al ir Amparo a recogerlo fue detenida. Sevilla, sintiéndose traicionado, le recriminó al gobernador el engaño y este le amenazó con hacer lo mismo con él. Una vez fusilada Amparo, fueron Miguel Sevilla y su mujer quienes llevaron a Ramón y a Andrea a la frontera francesa y los entregaron a la Cruz Roja. Sender se reunió con ellos en Bayona en enero de 1937. El presunto delator, según sus hijos, no murió «como un paria», sino rodeado del cariño de estos, con los que vivió en Sevilla, ciudad donde residían, desde 1956.

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