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Ramiro Gairín: "Todo lo valioso de lo que vivo quiero preservarlo en los poemas"

El escritor e ingeniero de montes publica dos libros: 'La ciudad que no somos' y 'Llegar aquí', centradas en el paseo, el amor y la cotidianidad

Dos poemarios de Ramiro Gairín.
El poeta de la vida, de las ciudades, de los instantes y las pequeñas cosas.
Ramiro Gairín.

Ramiro Gairín (Zaragoza, 1980) es ingeniero de montes y esencialmente poeta, con un buen puñado de libros a su espalda. En los últimos meses, ha publicado dos poemarios: ‘La ciudad que no somos’ (Polibea) y ‘Llegar aquí (Versátiles).

Lo apunta el escritor y crítico literario Juan Marqués en su prólogo a ‘Llegar aquí’ (Polibea, 2020). Sus libros pares son diferentes que los impares. ¿Cómo es eso?

Así es; no es premeditado, pero está saliendo así. Mis poemarios pares, cuatro hasta el momento, están contando una historia, se constituyen como un diario en verso en el que se recorre una historia de dos, pero en la que se habla también del mundo que les rodea. Los libros impares, los que se intercalan con estos, presentan otros tipos de poesía: un libro de poemas en prosa, un volumen de haikus, el surrealismo e irracionalismo en mi debut, etc. Son poemarios de expresión más “desparramada”, que exploran otras voces dentro de mí, que dejan jugar a la imaginación, al lenguaje.

De modo general, ¿cuál es el planteamiento general y la poética de los pares y los impares?

En los libros pares, tratando de poetizar esas vidas concretas, singulares, veo que intento, inconscientemente, encapsular, en pequeños poemas, la vida, lo inmediato, lo cotidiano, el aquí y el ahora, con lo que todo lector se puede sentir identificado. En los libros impares hay más planificación, ambición de unidad en cada libro, estructuras intencionadas en cada poemario, y la estilística responde a esa planificación y estructura, a ese objetivo. Los libros pares hablan de la vida, los impares se asientan en la literatura.

Empecemos por ‘La ciudad que no somos’. ¿En qué ciudad piensa? Parecen varias…

La ciudad en la que se desarrollan esos poemas es la ciudad del poeta, en este caso Zaragoza, que puede representar aquí, simbolizar, la ciudad de provincias en la que tantas cosas pueden suceder, tantas cosas se pueden desvelar, en un mundo en el que parece que todo ocurre solo en las grandes metrópolis, pero en el que, seguramente, el mayor porcentaje de población vive en ciudades de tamaño medio. Pero también hay referencias a viajes, visitas a otros lugares, alejamiento de la raíz, para siempre volver. Desplazamientos que sirven para aquilatar el origen.

¿En qué medida un libro así nace del paseo y de la meditación?

En toda, seguramente. Este poemario, como varios de mis impares, es el de un peatón: yo no solo necesito el camino, los pasos, el andar, para que la poesía acuda, sino también para trabajar los poemas, para pulirlos, siempre lo hago paseando pasillo arriba, pasillo abajo, en casa, en movimiento. Además, el paseo, ese caminar que es un estado receptivo para el poema, va siempre acompañado de meditación, de pensar, de recogimiento: nunca camino con cascos por la calle, con música, raras veces con el móvil, si puedo evitarlo. Solo con libros, leyendo mientras camino, como mucho. Y todo ello permite que la cabeza viaje más lejos que los pasos, mientras estos avanzan. De esa mezcla salen muchos de mis poemas. 

¿Por qué todos los títulos son un artículo y el sustantivo? ¿Quiere que nos fijemos en algo, quieres singularizar algo?

El título inicial de este poemario iba a ser 'Artículos', precisamente, puesto que los poemas tratan temas muy variados, desde reflexiones a miradas singulares a objetos cotidianos y sus secretos y belleza; un poco al modo de un columnista o articulista que cada día debe tocar un tema diferente y tiene que ser muy observador con la realidad. También se iba a llamar 'Artículos' porque todos los títulos llevan ese artículo determinado inicial, tratando de singularizar el objeto, la realidad en la que se enfoca el poema, que no quiere generalizar ni teorizar, sino hablar de algo concreto y misterioso y singular que le ha llamado la atención, que ha despertado palabras e ideas.

Dos poemarios de Ramiro Gairín.
Ramiro Gairín publica dos libros casi a la vez.
Francisco Jiménez.

¿Qué le dan las ciudades al poeta que usted es? ¿Son un escenario, un territorio de afecto, el lugar que impulsa la intuición que mueve al poema?

Son un escenario, diría. Yo he sido muy urbanita, aunque soy cada vez más amigo de escapar hacia lo verde y escarpado. Pero mis lecturas, mis canciones favoritas, mi día a día ha sido el de la ciudad, y esta se ha convertido en el lugar en el que la poesía me ha puesto en contacto con lo hermoso, lo sorprendente, lo sutil, hasta lo natural (el paso de las estaciones en la ciudad, el cambio de los cielos sobre las fachadas, etc.).

"Yo he sido muy urbanita, aunque soy cada vez más amigo de escapar hacia lo verde y escarpado. Pero mis lecturas, mis canciones favoritas, mi día a día ha sido el de la ciudad, y esta se ha convertido en el lugar en el que la poesía me ha puesto en contacto con lo hermoso, lo sorprendente, lo sutil"

“Hay que hacer un poema / se echa encima el verano”. ¿Surge así su poesía, como un mandato de las estaciones y de instantes concretos?

Sí, cada vez más, y como resultado del paseo, del camino, los poemas son mandato de los instantes. Especialmente en este libro, responden a un 'aware' similar al que desencadena el haiku, aunque luego hay una elaboración posterior, un sudor placentero, casi como el del ejercicio físico, un esfuerzo de cincelado y acabado. El ciclo estacional y sus cambios está siempre muy presente en mis poemas, es la demostración bella e implacable de que estamos vivos, y, por tanto, de que nos queda cada vez menos tiempo que perder.

Hablemos de ‘Llegar aquí’ (Versátiles). ¿Es un poemario de amor, en realidad?

Sí, sí, lo es. Son poemas de un amor normal, pequeñoburgués, sencillo, seguramente como el de cualquier pareja que nos rodea y convive con nosotros. Es mi historia, nuestra historia, y quiero que los poemas que destila la guarden y sean capaces (parece que lo van consiguiendo, me lo dicen los lectores) de conectar con las historias de los lectores y convertirse en una experiencia universal. El propio Juan Marqués decía hace mucho que para escribir poesía había que tener algo que contar, y hacerlo con algo de belleza y algo de misterio: esa poética sigue guiando todos mis libros pares, como Llegar aquí.

¿Cuál es la importancia de las pequeñas cosas, de lo cotidiano?

Para mí, son la clave. El asidero. Soy, o trato de ser en la medida en la que este mundo lo permite, epicúreo: disfrutar con lo mínimo, lo básico, aplicarme aquello de que para ser feliz basta con no tener hambre, no tener sed y no tener frío. Lo demás es colorear la felicidad, lo demás es desvelamiento, asombro, sorpresa, bendición. Alegría de estar y ser.

"'Legar aquí' son poemas de un amor normal, pequeñoburgués, sencillo, seguramente como el de cualquier pareja que nos rodea y convive con nosotros. Es mi historia, nuestra historia"

¿Todo puede convertirse en poesía?

Prácticamente, desde luego. Soy ingeniero y en mis versos se filtran aspectos de mi trabajo, de mi formación, convertidos en poesía. Pero sobre todo, mis poemas tratan de fijarse en aquello que a diario nos parece solo escenario, las cosas, las sensaciones, los fenómenos, los cambios que parece que solo están ahí para acompañar otra vida más elevada que perseguimos, a nuestro servicio, como atrezzo. Y debería, creo, ser al revés: la vida es esto, lo de siempre, la rutina bendita, la misma calle, el rostro que envejece a nuestro lado, la caída y rebrote de las hojas, el río imperturbable pero variable, le desgaste de la decoración de casa… lo demás son entelequias que nos distraen.

Este es un libro como más dinámico: viajes, recuerdos, sensaciones, evocaciones, encuentros de amor…

Sí, porque la vida es dinámica y es mi vida, la de nosotros dos, lo que trato de contar. Y porque, si nos fijamos bien, y aún en meses tan duros como estos, sin movilidad ni afectos, cada día nos pueden pasar muchas cosas, cada año pueden sucederse pequeñas vidas. Todo lo que me parece valioso de lo que vivo quiero preservarlo en los poemas.

¿Para quién escribe Ramiro Gairín?

Ramiro Gairín escribe porque no sabe, desde hace años, no escribir. Estarse quieto, no compartir y convertir lo que vive en versos. Los libros pares se construyen con un lenguaje más sencillo, limpio, que puede atraer más al lector no acostumbrado a la poesía; pero no es premeditado, simplemente es el lenguaje que pide hablar de la vida a mano. Sí que hay, por supuesto, poemas y hasta libros enteros (los más obvios, los pares, para mi chica) que tienen su origen en sus destinatarios, y así lo hago saber. Pero en general, no escribo “para”, escribo “porque”: porque no sé no hacerlo.

Con un buen puñado de poemarios a su espalda, ¿para que nos sirve la poesía y para que le sirve a usted?

Espero que para cada lector y poeta sirva para muchas cosas, y cosas diferentes (y buenas). Para mí, sirve para vivir mejor: leerla y escribirla enriquece mi vida, le da capas, creo que me permite entrar en mayor profundidad en lo que vivo, alcanzar mayor conciencia, mayor esperanza. Me encantaría que todo el mundo leyese poesía, pero ya no hago proselitismo: a mí me hace feliz leerla y escribirla, compartirla, y no trato ya de convencer a nadie de que es la mejor forma de vivir. Me basta con saberlo y aplicarlo.

"Para mí, la poesía sirve para vivir mejor: leerla y escribirla enriquece mi vida, le da capas, creo que me permite entrar en mayor profundidad en lo que vivo, alcanzar mayor conciencia, mayor esperanza"

 ‘Llegar aquí’ está presidido por la sombra de Paul Celan. ¿Por qué? ¿Qué le debe?

Por el tipo de poesía que contiene este y otros de mis libros, a varios lectores les ha llamado la atención que varios poemas estén encabezados por versos de Celan, tan alejado de mi estética. Pero fue una lectura profunda, pausada y prolongada, durante el tiempo de escritura y corrección de este libro. Y a juicio de varios de sus estudiosos, Celan es un gran poeta amoroso también. Esa idea me atrajo desde el principio: los poemas de mi libro, y de los que le preceden, rescatan todo lo hermoso, lo bueno, lo milagroso, de una historia que ha pasado por muchas dificultades y amenazas, algo parecido (salvando las enormes distancias de talento y circunstancias) a lo que se puede pensar de los poemas más amorosos, más ‘felices’, de un Celan de vida tan complicada.

Dos poemarios de Ramiro Gairín.
Paul Celan y su esposa Giselle en 1956.
Archivo familiar Celan.

UNA SELECCIÓN DE POEMAS

LLEGAR AQUÍ (Versátiles Editorial, Huelva, 2020)

***

LA VENTANA DE LA BIBLIOTECA

No cierra bien del todo la ventana

del cuarto destinado a biblioteca.

Es por donde primero entran a casa,

topando con los lomos de los libros,

las noticias del mundo:

los gritos de los niños,

el olor de la lluvia,

la nata derretida del verano.

Y como vienen a escuchar,

con el ruido del lápiz en voz alta

-yo los poemas, tú las clases-

les cambiamos el paso

a veces a las estaciones.

***

BARCELONA

La ciudad de mil pies

-a la que vamos siempre a regresar

tal día como hoy-

no consigue alcanzarnos.

Nos mira al otro lado de la verja,

en el jardín de la universidad,

de sobremesa en las rodillas

de un árbol geológico.

Cerramos al sol los ojos y hablamos;

desfilan proyecciones y recuerdos.

Un anciano que solo veo yo,

sucio y con zapatillas destrozadas

(¿el Destino?, ¿el Futuro?, ¿el Tiempo?),

se sienta a nuestro lado

cargando con sus bolsas.

Rebusca en ellas algo y me lo tiende.

Y tú dices “Hagamos una foto”.

***

SOLES

Hay de mañana un rato

en el que el sol da en todas las estancias

de la casa a la vez.

El mismo y diferente en cada cuarto.

El sol de los confines y las huellas,

el sol de las sorpresas,

el sol de los horóscopos,

el sol de la tormenta de la tarde,

el sol que habitan los que ya no están

y los que no seremos.

El sol que no amanece para nadie

pero que con nosotros juega,

que se alegra de vernos.

***

LA CIUDAD QUE NO SOMOS (Polibea, Madrid, 2020)

EL CANAL

Parece que la vida funcionara

solo en dos posiciones,

como los más sencillos mecanismos;

sin embargo, las mezclan al cruzarse

y buscarse los ojos

los que corren y los que están sentados.

¿Cuántos de los que corren

no consiguen ponerla en movimiento

y necesitan ir de un lado a otro?

¿Cuántos de los sentados

lo hacen para sentirse observadores

sin poder hacer nada ante su marcha?

Se detiene el agua a mirar,

hace sus cuentas y prosigue.

Aparenta estar quieta en movimiento;

tal vez una lección.

***

EL SILENCIO

El silencio de los antiguos templos

es lo que hay que aprender;

de los templos abandonados,

que han pagado a las dos caras del tiempo.

Debe uno aprender cómo el silencio

encuentra una opinión por cada tema,

para cada opinión logra una forma.

Hacerle caso cuando toma forma

de sol o planta

porque arde y crece y muda y vivifica.

Y aprender a no ser nunca la noche

o nos dará la espalda,

como protege un cíclope a sus reses

con el lomo y los hombros.

El silencio de los antiguos templos

es la única pose no ridícula

frente al espejo; pues ya no son templos,

ni a este lado nosotros somos ruinas.

  

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