El castillo de Peracense se renueva y recupera el despoblado medieval y su primitiva iglesia

Concluye una nueva fase de trabajos en la fortaleza por valor de casi medio millón de euros

Durante casi tres siglos, del XII al XIV, Peracense fue un poblado medieval grande en extensión pero pequeño en número de habitantes, pegado al enorme castillo y dedicado a procesar el hierro extraído de Sierra Menera. Esta es la principal conclusión del equipo que ha estado trabajando en los últimos meses en la restauración, renovación y estudio de la fortaleza, que hace 33 años era poco más que una postal romántica y hoy es uno de los monumentos más visitados de la provincia de Teruel, pese a la pandemia y el clima (lleva ya unos días cerrado por el temporal).

La segunda fase del plan director del castillo, cuya dirección facultativa ejercen el arquitecto Javier Borobio y el arqueólogo José Luis Ona, comenzó el pasado 14 de agosto y está a punto de finalizar.

«La arqueología ha confirmado las referencias documentales publicadas por Julián Ortega –apunta Ona–. El Peracense medieval, Los Casares, estaba pegado al castillo, en su ladera meridional, y físicamente no era mucho más de 9 o 10 viviendas con cuatro o cinco personas en cada una de ellas. Sin embargo, era un espacio extenso, de unos 8.600 metros cuadrados (el castillo tiene 6.800) porque en su interior había talleres dedicados a trabajar el hierro de Sierra Menera, convirtiéndolo en lingotes o en productos primarios. Ha aparecido mucha escoria de hierro, lo que, unido al hallazgo de otros elementos, como posibles hornos, nos hace pensar que lo que ha salido a la luz era el ‘barrio’ dedicado a trabajar el mineral de hierro».

El arqueólogo Jesús Gerardo Franco ha llevado a cabo la excavación, en la que se ha descubierto parte de la cerca o muralla que protegía el poblado, que era de mampostería y con un espesor de algo más de un metro. Y también se han descubierto y consolidado los restos de la primitiva iglesia de Peracense, reconvertida en ermita (La Villeta) cuando en el siglo XIV los habitantes se trasladaron al llano. Entre los vestigios de la ermita destacan la pila bautismal y el suelo empedrado.

En el entorno de la ermita existe una necrópolis medieval, pendiente de excavación, con tumbas de lajas de piedra y algunas con estelas clavadas ‘in situ’. Todo ello se va a incorporar próximamente a la visita al monumento, que se ha mejorado notablemente en esta campaña de trabajos.

«En esta fase hemos destinado una parte importante del presupuesto a realizar excavaciones arqueológicas –relata el arquitecto Javier Borobio– y ha habido mucha suerte con los hallazgos». Los datos recogidos, aún en estudio, permitirán conocer mejor el monumento. La campaña ha incluido también la introducción de mejoras sustanciales en lo estético y una cura de salud para la parte monumental del castillo. Y es que el salón gótico padecía graves problemas de humedad que obligaban a intervenir casi con urgencia.

«Esa ha sido una actuación importante aunque no lo aparente –subraya Borobio–. Vimos que el problema estaba en que la estancia no ‘respiraba’ y la humedad se condensaba en el interior; levantamos toda la cubierta, saneamos, metimos grava e hicimos una cubierta sobreelevada para que el salón ‘respire’. Aparentemente no ha cambiado gran cosa, pero hemos eliminado los problemas».

Dentro del recinto del castillo se han limpiado también un par de áreas que en su día se usaron de escombrera y que a partir de ahora se incorporarán a la visita. Se ha instalado además un nuevo punto de control de acceso y de venta de billetes; y en el interior se han sustituido las escaleras de madera, deterioradas por el tiempo, y se ha renovado el terreno escalonado de acceso al recinto inferior. Se han puesto en valor las zonas de cantera natural en las que se extraía piedra para las ruedas de afilar que se obtenían en esta zona.

«También hemos hecho el camino del aparcamiento al castillo para que puedan acceder a la fortaleza desde visitantes en sillas de ruedas a camiones o ambulancias. Hemos dado una capa de hormigón y puesto losas, esperando que crezca la hierba entre ellas», añade Borobio.

La segunda fase del plan director del castillo de Peracense ha sido impulsada por el Departamento de Vertebración del Territorio, a través de la Dirección General de Vivienda y Rehabilitación. Ha supuesto una inversión de 480.000 euros, con cargo al FITE (Fondo de Inversiones de Teruel y Suelo y Vivienda de Aragón,) de 2018. 

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