CUESTIONARIO, VIVIR PARA LEER. 'ARTES & LETRAS'

Miguel Ángel Ortiz Albero: "Jamás he sabido por qué escribo o busco con ello"

El escritor y artista publica 'Un andar sosegado. Paseos con Peter Handke' (Fórcola) y habla de sus libros, de sus autores, de sus pasiones literarias

Ortiz Albero publica 'Un andar sosegado. Paseos con Peter Handke'.
Retrato de Miguel Ángel Ortiz Albero.
Marta L. Lázaro.

¿Cuál son los primeros libros que le cambiaron la vida?

De mi abuelo Miguel se guardan en casa unas antiguas recopilaciones de clásicos universales. En uno de aquellos tomos leí ‘Hamlet’. Jamás olvidaré aquella primera lectura de Shakespeare. También, y en especial, un libro ilustrado de los años 60 sobre Francia, que me regaló mi padre a la vuelta de un viaje, tal vez el inicio de mi afrancesamiento.

¿Y el que le reveló los poderes de la literatura?

Los poemas en prosa de ‘El spleen de París’, de Baudelaire.

¿Quiénes son los autores de su vida?

Charles Baudelaire, Guillaume Apollinaire, Marguerite Duras, Peter Handke y, en los últimos tiempos, Pascal Quignard, Pierre Michon y Patrick Modiano. Y, por supuesto, Enrique Vila-Matas.

¿Qué libros le acompañan siempre, o casi siempre?

Las obras completas de Baudelaire y ‘Ensayo sobre el día logrado’, del premio Nobel Peter Handke

¿Qué busca en la literatura, en la que escribe y en la que lee?

Jamás he sabido por qué escribo o qué busco con ello. Y casi prefiero continuar así, sin certezas. Y en lo que leo busco la maravilla, la revelación, la magia del instante, el dejar que la lectura haga en mí.

¿El inicio que más le conmovió o le conmueve?

Dice Sergio Pitol que lo importante es la apertura y la clausura de una historia, y que incluso en narraciones con inicios o finales imprecisos son esas imprecisiones, esas carencias, las que confieren una fisonomía específica a la escritura.

¿Y el final?

Pese a la respuesta anterior, dos finales: el derrumbe sobre la tumbona de Gustav von Aschenbach, en ‘La muerte en Venecia’; y las últimas palabras en boca de Hamlet, que no el final de la obra: «Lo demás es silencio».

¿Tiene un personaje favorito de ficción? ¿O varios?

Los personajes creados por Samuel Beckett y Valle Inclán.

¿Y uno real convertido en ficción?

El buen poeta Guillaume Apollinaire convertido en personaje de sí mismo.

¿Los poetas que más le emocionan? ¿Y los artistas?

Además de los que ya han aparecido por aquí, Antonio Gamoneda, José Ángel Valente, René Char, Paul Celan, Georg Trakl, Emily Dickinson, Arthur Rimbaud y tantos otros. Y artistas, muchos. Demasiados.

¿Los tres últimos libros que le hayan conmovido?

La narrativa completa de Cesare Pavese me ha iluminado este último verano, como también ‘La baba del caracol’, de Chantal Maillard. Y la relectura del ‘Poema a la duración’, de Peter Handke.

¿Colecciona algún autor?

No soy nada bibliófilo ni fetichista, pero me gusta encontrarme con libros cualesquiera de Apollinaire o con las ediciones de Alianza Tres de Handke. Durante tiempo he coleccionado libros sobre Venecia.

¿Cuál es el libro de su biblioteca que tiene una historia especial, singular o emotiva?

‘Tiempo de morir’, de Louis Aragon. Lo busqué durante tiempo, pero estaba fuera de circulación. Me gusta encontrarme los libros por azar, y, cuando ya lo di por perdido, apareció en una librería de segunda mano al darme cuenta de que tras la primera hilera de libros había una segunda.

¿Ha hecho más locuras por amor o por la literatura?

Supongo que dedicarse a la literatura ya es, de por sí, una locura. Aun con todo, prefiero, en adelante, hacer locuras solo por amor.

¿Hay una cita o un fragmento de un libro que le defina?

«Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle». Robert Walser en ‘El paseo’. Paseo y observo, siempre.

¿Dónde lee, en qué soporte, en qué momentos, cuánto tiempo?

En mi sofá de leer y en los bares. A cualquier hora. Siempre que se pueda y todo el tiempo que pueda. En los últimos años he recuperado el placer de leer en la cama antes de quedarme dormido. Y siempre, siempre, en papel.

¿Cómo son sus originales? ¿A mano, a ordenador, con enmiendas, anotaciones al margen?

Tengo una buena colección de cuadernos, muchos de ellos en blanco y a la espera. Todas las notas, a mano. Todas. También los esquemas, los proyectos, lo que recojo de aquello que leo. A tinta negra, con punta fina. Últimamente, a lápiz. Y la redacción final, ya en el ordenador. Enmendar, lo necesario.

¿En qué consiste leer?

Leer es dejarse arrastrar, dejarse arrebatar. Sin más.

¿Cómo nos explicaría ‘Un andar sosegado. Paseos con Peter Handke’, que edita en Fórcola?

En los libros de Handke se pasea, se pasea mucho. Todos los personajes andan de acá para allá. Andan por las ciudades, por las periferias, por los bosques y por las zonas intermedias. El deambular de estos personajes es el deambular del propio autor, del propio Handke. Ese abandonarse al paseo es lo que él convierte en narración, en poema, en texto. El lenguaje serpentea del modo en que andan los personajes. Y con ellos, en ellos, también podemos caminar sus lectores. Ojalá mi libro de Fórcola sea un libro para salir a caminar con Handke.

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