Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Arsuaga y Millás: "Se puede dar una clase magistral en un 'sex shop' o en un parque infantil"

El paleontólogo y el escritor, dos homínidos muy curiosos, repasan los enigmas de la evolución en unos lúcidos diálogos entre un sapiens y un neandertal.

El paleontólogo Juan Luis Arsuaga y el escritor Juan José Millás posan durante una entrevista para la presentación de su libro 'La vida contada por un sapiens a un neandental'.
El paleontólogo Juan Luis Arsuaga y el escritor Juan José Millás posan durante una entrevista para la presentación de su libro 'La vida contada por un sapiens a un neandental'.
Virginia Carrasco

La ciencia y la humanidad avanzan por fogonazos. Gracias a locas teorías e ideas surgidas de chispas que crepitan en nuestro complejo cerebro. Es una certeza que comparten Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) y Juan José Millás (Valencia, 1946). El paleontólogo y el escritor sostienen ser dos homínidos muy curiosos, dos evolucionados bípedos que han hecho un fructífero viaje "real y moral" por el devenir de la humanidad: de la prehistoria al Antropoceno que amenaza al planeta. El resultado es 'La vida contada por un sapiens a un neandertal' (Alfaguara), un portento de originalidad que mezcla ciencia, divulgación e imaginación con toneladas de ironía para entender de dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos.

Han inventado un género para el que no tienen nombre. "No había modelo ni científico ni literario. No son entrevistas ni charlas. Son diálogos vivos sobre el mundo y en el mundo", plantea Millás, que se presenta como un neandertal que abomina de los sapiens. "La prehistoria es hoy", dice Millás, que a su vuelta de una visita a Atapuerca dijo volver "de ver a los abuelos". "La prehistoria me explica mejor que la historia. Me entendí realmente cuando fui a Atapuerca", asegura.

Desde entonces rumió la idea de escribir un libro que cuajó al conocer al paleontólogo y director del Museo de la Evolución Humana de Burgos. Durante dos años han indagado, dialogado y vagabundeado en torno al origen y los enigmas de la evolución y la selección en lugares tan insólitos como un parque infantil, un 'sex shop', un mercado, el Museo del Prado, una feria canina o un cementerio.

"Se puede dar una clase magistral en un 'sex shop' o en un parque infantil. Es más, las clases no se deberían dar en las aulas: las de arte, en un museo; de paleontología, en un yacimiento; de nutrición, en un mercado y de botánica, en un jardín", enumera Arsuaga. Y eso fue lo que hicieron estos curiosísimos homínidos en sus atípicos encuentros en los que un torrencial Arsuaga explica sus tesis al siempre extrañado y atento Millás, "un alumno respondón", como lo califica.

En sus papeles de sapiens y neandertal conforman una rara y bien avenida pareja. "Nos han comparado con Don Quijote y Sancho, Epi y Blas, Jack Lemmon y Walter Matthau, Holmes y Watson, y hasta con Bogart y Claude Rains en 'Casablanca', ya que el libro fue el inicio de una hermosa amistad", ironiza Millás. "Hemos viajado uno a la personalidad del otro", agrega el escritor que se felicita "del intercambio brutal entre las dos subjetividades".

Creen que "los fogonazos", -literarios, científicos, artísticos...-, hacen avanzar al mundo. Momentos delirantes "con teorías que se inventan o se sueñan, no se descubren", y mediante "ideas locas como las de Ramón Cajal, Einstein o Stephen Hawking, surgidas de esas fulguraciones y que nos hacen comprender lo que somos cuando se contrastan", opina Arsuaga. Y añade, sarcástico, haber encontrado "a un gran matemático y físico" en Millás, que como científico "habría inventado unas teorías fantásticamente locas". "La necesidad de enseñar de Arsuaga es tan compulsiva como mi curiosidad", comenta Millás acerca de "un sabio con una pulsión enseñante brutal".

Especie cotilla

La curiosidad es otro motor de la humanidad y ambos comparten que nuestra especie "es cotilla casi por obligación". "Somos animales sociales con un cerebro social. Cuando nos paramos a mirar un accidente mortal en la carretera no lo hacemos por morbo, como se dice, sino para ver qué ha pasado y cómo y por qué ha muerto un semejante. Es lo que hemos hecho a lo largo de la evolución, lo que nos permite observar los riesgos y aprender", explica Arsuaga. "Somos unos cotillas y nos interesa lo que le pasa a nuestra vecina y lo que le ocurre a Ana Karenina, alguien que no existe pero de quien queremos saberlo todo". "La literatura y el atre es cotilleo de altura", agrega el paleontólogo.

Millás no se siente a gusto entre los sapiens y cree que son los neandertales quienes deberían haber sobrevivido. Y que quizá así nos fuera mejor, "ahora que los sapiens llevamos al planeta al límite". "Soy pesimista, porque dispongo de datos, y está claro que saqueamos la Tierra. Estamos a diez años de que la situación sea reversible. La capacidad autodestructiva del ser humano es enorme y vamos hacia la autoliquidación", constata.

Arsuaga es menos pesimista, aunque sabe que "el progreso de las civilizaciones se ha hecho a costa del medio ambiente y de arrasar los recursos naturales". "Cuando Europa se agotó, se encontró América. Luego se depredó todo África y Asia. Y ahora esquilmamos los océanos, que son la despensa de la humanidad. Lo que necesitamos es un planeta virgen", lamenta.

Dice Arsuaga que no es un "catastrofista vírico" y recuerda que vencimos antes pandemias más graves y mortíferas que la actual. Millás cree que el virus que nos castiga "viene en el paquete de la mala relación que tenemos con la naturaleza" y que las cosas "podrían ser peores cuando se derritan los polos y emerjan virus que llevan allí millones de años y que acabarán con nosotros".

Una visita a un cementerio cierra el libro y el periplo intelectual de la pareja. Millás reconoce que sí ha elegido su epitafio: "Eso fue todo". No lo ha hecho Arsuaga, que recita de memoria el de Martín de 'Zalacaín el aventurero' y tiene claro que quiere ser ceniza "para fundirme con el universo".

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