narrativa sudamericana. 'artes & letras'

'Poeta chileno', un libro excepcional de un novelista turbador como Alejandro Zambra

Una narración de Anagrama que atraviesa el sexo crudo o nos conduce a través de la transcendencia filosófica o poética

Alejandro Zambra publica 'Poeta chileno'.
Retrato del escritor chileno, que trabaja a favor de la lentitud y la hondura.
Librújula.

Después de 'Los detectives salvajes', pareciera que el tema de la poesía o de los poetas en una novela podría tardar tiempo en retomarse hasta que nos volviera a llegar como un tema nuevo y sorprendente. Y así ha sido, pues han pasado más de dos décadas desde aquel 1998 en el que Bolaños destapó el tarro de las esencias.

Este año Anagrama nos presenta 'Poeta Chileno', la cuarta novela del escritor de Santiago de Chile ─aunque afincado en México─ Alejandro Zambra. Zambra, que ha publicado también relatos, ensayos o crónicas, debutó como poeta en 1998, con 'Bahía inútil', repitiendo en 2003 con 'Mudanza'. He de confesarles que no había leído aún nada de este autor y que agradezco enormemente el haber recibido este libro por mi cumpleaños ─regalen libros, son todo ventajas─. 

Normalmente tengo abiertos varias lecturas simultáneamente ─entre dos y cinco, como mucho─, y salto de un poemario a un ensayo, una novela o a cualquier otra lectura según el día, el momento o el ánimo. Con 'Poeta chileno' he sufrido una “abducción” y, desde el momento en el que lo abrí, me dejé caer en el embrujo y en el ritmo de su lectura, un alegre paso de páginas que me ha refrescado durante tres largas tardes de verano.

¿Qué os destacaría de su estilo? Probablemente, lo más loable sea el manejo de la incertidumbre para ir apuntalando la historia sin grandes sentencias ni obligar al lector a comulgar con rueda de molino, sino que ─con esa provisionalidad de la “verdad”─ el lector queda involucrado en el hecho mismo de narrar y afirma los pasos de ésta al sustentar el peso conjetural, colocando la clave del arco por el que ha de avanzar el relato. De esta manera pareciera que es el supuesto sujeto pasivo quien determina el matiz último de los momentos decisivos. 

Ese hilván de indeterminación también favorece en gran medida el tránsito ligero e inmediato entre la fría omnisciencia del narrador y el deseo individual de los personajes, que se introduce en su voz distante, acercándola y trayéndonos el pálpito de sus deseos y desdichas a la mano. Tal vez estos sean rasgos comunes de las ─buenas─ letras trasatlánticas. Personalmente esta escritura, liviana y reveladora ─con todos los matices de esta subjetividad─, me ha evocado las lecturas del uruguayo Martín Lasalt, un joven narrador a quién no me extrañaría en absoluto encontrar próximamente en nuestras librerías.

Otro rasgo que enriquece la lectura es la fluidez del texto y la riqueza expresiva, que va desde la precisión milimétrica hasta registros que emulan la vulgaridad más absoluta de la intimidad, del prosaico día a día, y que de igual modo recorre un camino que atraviesa por igual el sexo crudo como nos conduce a través de la transcendencia filosófica o poética. Resulta fascinante la facilidad con la que Zambra hace uso de la analogía, de la comparación y extrapolación a otras realidades, para dar una idea clara al lector de un sentido, de un pensamiento, del trasfondo de una situación en la que hace partícipes a sus lectores al invitarlos a entrar en ese juego, al llevarlos a un lugar de posicionamiento ineludible. Y es que resulta maravilloso cuando uno lee un libro sin discutirle una coma, cuando lo que está escrito llega y te arrastra de forma natural y espontánea, como si no pudiera ser de otra forma. 

Esa sencillez, solo aparente, resulta clave a la hora de recibir los cuestionamientos del autor sobre la infancia, la paternidad, la enseñanza, el sexo, la fidelidad, la formación académica... o la literatura; pues nos encontramos ante un libro que no se queda en el divertimento, sino que busca generar momentos de interpelación, provocar reacciones, tras de los ojos que avancen sobre sus páginas ágiles.

Resulta maravilloso cuando uno lee un libro sin discutirle una coma, cuando lo que está escrito llega y te arrastra de forma natural y espon-tánea, como si no pudiera ser de otra forma

Si hay algo que aprecio en la lectura es que abra camino en otras direcciones y he de admitir que en esto también acierta Zambra, quien constantemente invita a la curiosidad, a buscar e indagar sobre los nombres que quedan en el aire, a leer, a saber más, a indagar más allá de la historia y de sus personajes o de la propia poesía chilena...

Insisto, 'Poeta chileno' es una obra maravillosa, que denota una gran sensibilidad, que atrapa lo esencial, que crea instantes, que lanza cabos y crea referencias fuera del texto, que juega, que recorre las emociones provocando tristeza o hilaridad, que busca abrir cuestionamientos, reflexiones, pero también sabe ser mordaz y hasta banal. El resultado es una réplica posible del mundo, de la vida, que me ha resultado muy próxima. Yo diría que me ha enternecido y, es que, este 'Poeta chileno' podría ser yo mismo, pues en él se guarda la vida de un poeta de cualquier latitud. Es también de agradecer el 'curso de iniciación a la poesía' que se esconde entre sus parágrafos que, no dudo, invitará al acercamiento a más de algún lector sensible y todavía reticente a adentrarse verso adentro. Ha de haber un poeta extraordinario tras de este narrador y yo ya he hablado con mi librero para enmendar esta tropelía. 

LA FICHA.

'Poeta Chileno'Alejandro Zambra. Anagrama. Barcelona, 2020.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión