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Iñaki Echarte: cuando Venecia resulta un órdago

El autor y fotógrafo navarro combina en ‘Ninguna ciudad es eterna’la prosa con la instantánea que está a la vista de todos pero que casi nadie ve

Iñaki Echarte publica 'Ninguna ciudad es eterna'.
Detalle de la portada de esta novela veneciana.
Archivo Tres hermanas.

Ya el título parece un órdago a la grande. Como en una partida de mus, Iñaki Echarte arranca con la intención suicida de clausurar Venecia. Tanto dicho, narrado, pintado, cantado; honrando a Ruskin y su ‘Las Piedras de Venecia’, podría sumergirse en toda la literatura que la ciudad ha dado y quién sabe si siquiera el brillante Joseph Brodsky seguiría reluciente con su ‘Marca de agua’ (Siruela).

 El autor y fotógrafo navarro combina en ‘Ninguna ciudad es eterna’ (Tres hermanas) la prosa con la instantánea que está a la vista de todos pero que casi nadie ve. Es por eso que este libro parece más un breviario, una inconsciente necesidad de tomarse un respiro en forma de belleza imprevista ahí donde ya se ha visto demasiada.

Resulta, por tanto, un riesgo, el órdago comentado, del que solo puede salir bien parado, alguien que sepa manejar el naipe con destreza. Apoyado en documentación que no apabulla, en la luz que conoce el fotógrafo y el poeta que no se detiene por la emoción, sino que la lleva a un nuevo estadio. En base ocho, como las narraciones ligeras en apariencia, llenas de salitre al concluirlas; que anteceden a una trilogía en base ocho, formada por las veinticuatro instantáneas que tituladas ‘Fotos sin historia’, ayudan a comprender la intención del autor y a fijar recuerdos que no se imaginaba que se pudiesen generar. Deliciosa la transformación de la protagonista en ‘La gondolera’. Melancólica o inverosímil pero reluciente, la de ‘El pintor’.

"Lo que este libro trae seguro es, como la buena literatura, preguntas en forma de presuntas afirmaciones"

 Los rincones de Venecia se olvidan al leer las narraciones, puede que porque aparezca esa soltura imprevista de quien no toma la ciudad como argumento sino como excusa para plantear una teoría. El lector sacará sus conclusiones. Lo que este libro trae seguro es, como la buena literatura, preguntas en forma de presuntas afirmaciones. Como lo que queda tras leer el libro. La afirmación de haber acertado al leerlo, la duda de si ya está todo escrito sobre Venecia. Otra duda más, aún más diáfana que saber si en la próxima mano alguien cantará órdago cuando se ponga a seguir arrojando luz sobre la ciudad que puede que sea más eterna que el mus.

LA FICHA

'Ninguna ciudad es eterna'. Iñaki Echarte Vidarte. Editorial Tres hermanas. Madrid, 2020. 108 páginas.

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