literatura

Carlos de Abuín: "No reivindico nada, trato de ser fiel a mi realidad del 2000"

Zaragozano de 1965, había publicado dos discos y dos poemarios. Ahora da el salto a la novela con ‘Paisaje con torre cuadrada’ (Círculo rojo’).

Carlos de Abuin mezcla sus pasiones en su primera novela: la música, la radio, los pájaros...
Carlos de Abuín mezcla sus pasiones en su primera novela: la música, la radio, los pájaros...
Julio Gonzalo

¿Cuál era su idea cuando empezó ‘Paisaje con torre cuadrada’?

Estaba escribiendo, en aragonés y en primera persona, una historia sobre un escritor nacido en Zaragoza que viaja a su tierra a realizar un reportaje para una revista de viajes. Cuando ya llevaba avanzada la narración, me di cuenta de que no fluía, o eso me pareció. Quise cambiar radicalmente y me sinceré conmigo mismo. Me dije: «Si el protagonista se parece tanto a tí, escribe sobre ti, sin tapujos». Y así lo hice. Lo fundamental fue hacerlo en castellano, autobiográfico y desde luego llevar a cabo un cambio de tono en el discurso; hacerlo más desenfadado y menos solemne. Necesitaba soltarme, sentirme más relajado y no estar pensando tanto las cosas y dejarme llevar.

No sé si quería escribir una novela sobre un período convulso como el año 2000 o más bien la historia de un hombre tranquilo que ve pasar a sus vecinos con cierta perplejidad y curiosidad?

Bueno, el período elegido fue clave en mi vida. Entonces nació mi primer hijo, por ejemplo, y me hice cantautor, yo, que venía de hacer música en bandas de rock y que llevaba ocho años sin pisar un escenario. El hecho de que coincidiera con el final de un milenio y el inicio de otro fue casual (¿o no?).

Da la sensación de que no quería desarrollar un conflicto narrativo estridente, poderoso, sino que ha elegido una novela suave, de pequeños secretos, casi en la línea de ‘El paseo’ de Robert Walser.

Agradezco la definición de novela suave, sin estridencias. Quizás sea lo que mejor me defina incluso a mí mismo como persona, hablando en términos generales. No he leído a Robert Walser y de hecho acabo de descubrir su existencia gracias a la pregunta. Indagaré, por supuesto. Sí que he leído a algunos autores cercanos a él, como Zweig o Musil, pero no se encuentran entre mis preferencias literarias, la verdad.

El protagonista se llama como usted, le interesan algunas cosas como a usted, la música, por ejemplo. ¿En qué medida es el narrador?

Soy totalmente yo, pero convertido en personaje literario. El libro es autobiográfico cien por cien, aunque, eso sí, narrado como si no lo fuera. No son unas memorias.

¿Cómo describiría su carrera en la música?

En la música formé parte de grupos de pop y de rock desde mediados de los años ochenta hasta que paré para estudiar filosofía. Luego volví –eso es lo que cuento en el libro, cómo volví– como cantautor. Conecté con una generación joven, unos diez años menor que yo, que venía con mucha fuerza: Marwan, Luis Ramiro, Tiza... y también con mucho talento, y sucedió un fenómeno curioso, les adopté y me adoptaron, nos adoptamos mutuamente, como si no hubiera brecha de edad.

¿Y en la radio?

Ha sido una estupenda y hermosa manera de ganarme la vida durante muchos años. Generalmente como técnico de sonido en la UNED, aunque también los últimos tiempos allí, como presentador y productor de un programa de música: ‘Heliotropo’, que realizaba y dirigía mi gran amiga la periodista Isabel Baeza.

¿Qué le ha interesado más el rock o la canción de autor? De ello se habla en la novela...

¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Ja ja ja. Ambos son géneros que me encantan y anda que no hay autores que han tenido un pie en ambos lados y han hecho cosas maravillosas. Sin ir más lejos, Hilario Camacho, un maestro y un referente absoluto para mí.

A Carlos se le muere su abuelo, que es zapatero remendón, y acude a su entierro. Parece un hecho real…

Sí, claro que lo es. Cuando mi madre leyó el libro se emocionó, la mujer. Quería relatar un viaje en aquellos años e incluirlo en el libro y recordé mi viaje a Zaragoza para asistir a su entierro. Mi abuelo, profesionalmente se dedicaba a la sanidad, era enfermero, pero trabajaba de zapatero para la familia, porque le gustaba y le entretenía.

¿Cuáles son sus vínculos con Zaragoza, donde nació en 1965?

Nacimiento, como ya señala, y familia y amigos. Tengo primos y tíos, amigos, y siempre que puedo voy por allí. En verano solíamos pasar quince días en casa de mis abuelos. Aunque he estado en todas las épocas del año, Zaragoza para mi casi es sinónimo de verano.

¿Quería hacer un libro sobre un barrio marginal, sobre paisanos dejados de la mano de Dios?

No es que lo quisiera hacer por algún tipo de intención, o reivindicación de nada, es que era mi realidad entonces y he tratado de ser fiel al momento. He vivido en distintos barrios de Madrid, incluso más marginales que el del libro, con chabolismo y con delincuencia muy a mano, pero en éste, en Campamento, en concreto dos veces; de niño viví con mis padres y en la época del libro ya con mi propio núcleo familiar. Era inevitable que tuviera algún tipo de protagonismo.

Hay cosas muy curiosas y literarias. La pasión del protagonista por la lengua, por la gastronomía y luego por los pájaros. ¿Le sucede eso o forma parte de la creación del personaje?

No hay misterio. Soy así de maniático con la etimología, la historia de las palabras y curiosidades de este tipo. Hago mis pinitos en la cocina; cocinar me relaja y me sirve de meditación. Y además el resultado, si sale bien, ¡recompensa el esfuerzo! En cuanto a los pájaros fue más en esa época pero es verdad que amo la naturaleza en general: animales, plantas y rocas y en la medida en que puedo intento conocer sus nombres y reconocerlos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión