Javier Aranda: "Todos tenemos un punto de locura, es necesaria para la vida"

El actor turiasonense ha empezado a preparar durante el confinamiento su tercera obra teatral de títeres para adultos

JAVIER ARANDA, TITIRITERO Y ACTOR. CONTRAPORTADA / 18-05-2020 / FOTO: LAURA URANGA [[[FOTOGRAFOS]]]
Javier Aranda, titiritero y actor, ha presentado sus obras en numerosos países. 
Laura Uranga

La pandemia le ha cogido en pleno triunfo internacional. Y ha tenido que suspender actuaciones en Japón, China, Israel, Suiza...

Supongo que las haré el año que viene. El parón me llegó el 12 de marzo, justo cuando iba a salir de casa para viajar a Alemania. Me llamaron por teléfono para decirme que se cancelaba mi actuación. Y me quedé en casa.

¡Qué diferente es el sentido del humor según el país!

Hay humor que funciona en España, Canadá o Cuba, pero que no lo hace en Argentina o en Corea del Sur. Lo emocional tiene una respuesta más uniforme.

¿Cómo ha llevado el confinamiento?

No sabría expresarlo... Creo que he pasado por varias fases. La enfermedad ha sido y sigue siendo durísima, tremenda. Dejando al margen sus efectos dramáticos, en el terreno personal diría que el confinamiento ha tenido incluso un cierto efecto positivo. Llevaba unos meses de mucho tute y me resultaba difícil compaginar un trabajo como el mío con los hijos. Viajar a veces se hace duro.

También es que la Compañía Javier Aranda es... usted mismo. Toda la compañía cabe en una maleta y se la lleva usted a cuestas.

Sí, claro. Por eso puedo viajar tanto. Soy barato para cualquier festival. Cuesta más pagarme el viaje que mi caché. Pero en los últimos meses tenía a una persona en la oficina. Cada actuación conlleva un montón de papeleo.

Con el confinamiento ha vuelto a pintar.

Llevaba mucho tiempo sin hacerlo y empecé hace un par de semanas. He pedido un espacio con taller para poder trabajar solo. Lo llevo bien.

Y también está empezando a alumbrar una nueva obra teatral. ¿El éxito le ha hecho más titiritero que actor?

De alguna manera el Javier Aranda actor sigue en todo lo que hago. Pero, vaya, como actor no era muy bueno (risas). Eso no lo ponga.

‘Titiritero’ se usa mucho como insulto.

Ya. Ocurre un poco como con ‘payaso’. He hecho teatro, cine y televisión, y no encuentro mucha diferencia entre ellos. Creo que lo que hago es teatro. Teatro de objetos, quizá. Hoy, además, hay creaciones difíciles de etiquetar. Pienso por ejemplo en ‘Mi gran obra’, que David Espinosa representa con muñecos diminutos, a escala de las maquetas de tren, y casi hay que ir a verla con prismáticos. ¿Cómo la clasificas? En las creaciones nuevas hay mucha mezcla de géneros. El teatro nuevo, el más actual, renuncia un poco a la interpretación para ir directamente al corazón de las personas.

Muchos titiriteros son actores.

Y muchos otros no, lo que no impide que sean buenos titiriteros.

¿Cuál es la chispa que pone en marcha sus obras? ¿Como nacen?

De la nada no se parte nunca, se parte de referencias teatrales, de ideas muy básicas. Ahora estoy trabajando con el tema de la locura. Hace tiempo que me rondaba en la cabeza y está empezando a salir a flote.

Todos estamos un poco locos ya, ¿no?

Tenemos un punto de locura, es necesaria para la vida. Por eso no hay que preocuparse.

¿Qué tiene ya de la nueva obra?

Un personaje y algunas ideas. Me gusta meterme en el taller y empezar a construir personajes. Al final, en realidad, creo que hablaré de lo que hablo siempre, del teatro, de la vida y de la muerte. Pero aún es pronto para saber cómo acabará todo. Yo trabajo con el método de ensayo y error. También cuando pinto.

¿Qué hace bueno a un títere?

Lo mismo que a un actor, que el espectador se lo crea, que el personaje le emocione. El teatro es en realidad de los personajes: se construye a partir de ellos.

¿Saldremos mejorados de la crisis?

Ojalá, pero no lo tengo muy claro porque el ser humano es como es. Pero ojalá cambie la sociedad porque lo necesitamos.

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