La pandemia retrasa la candidatura de la jota como Patrimonio de la Humanidad

Esta semana se celebraba en Madrid una reunión en la que la DGA buscaba el apoyo del Gobierno

La Academia de las Artes del Folclore y la Jota bailó ante el Congreso para pedir apoyo a la candidatura a Patrimonio de la Humanidad.
La Academia de las Artes del Folclore y la Jota bailó ante el Congreso para pedir apoyo a la candidatura a Patrimonio de la Humanidad.
Enrique Cidoncha

La pandemia ha obligado a cambiar el calendario de la candidatura de la jota a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El Gobierno de Aragón quería presentar oficialmente esta semana un primer borrador de la candidatura en el Consejo de Patrimonio con el objetivo, según fuentes de la DGA, de que «la asumiera y la hiciera suya». El apoyo de Madrid es clave en el éxito de una propuesta ante la Unesco, y en este caso parece mero trámite, toda vez que ya cuenta con el apoyo del Congreso de los Diputados.

El Consejo de Patrimonio, en el que se unen Gobierno central y autonómicos, se reúne dos veces al año, pero la reunión de esta semana se ha tenido que suspender. La siguiente está planteada en el mes de octubre. Fuentes del Gobierno de Aragón confirmaban ayer que «se retrasa todo seis meses e irremediablemente nos vamos al año que viene». No se ha perdido de todo el plazo (la Unesco, por decirlo así, abre la ventanilla de admisión todos los 25 de marzo), pero puede ser complicado resolver todas las cuestiones previas a la oficialización de la candidatura en la mitad de tiempo del previsto. Además, «habrá que ver las prioridades del sector cultural y cómo afecta la pandemia a los presupuestos», se señala desde el Gobierno de Aragón, aunque se insiste en que la idea se respalda sin fisuras.

Mientras, desde la Academia de las Artes del Folclore y la Jota de Aragón, que ha impulsado la iniciativa, se sigue confiando en ese respaldo institucional. «Seguimos trabajando y recabando apoyos a la candidatura dentro y fuera de Aragón –asegura el presidente de la asociación, Carmelo Artiaga–. Obviamente, la pandemia ha paralizado todos nuestros proyectos. Antes del verano teníamos previsto inaugurar las sedes de Aínsa (en la Plaza Mayor) y Ricla (en el Ayuntamiento). Como ya hemos inaugurado la turolense de Andorra, en la casa del Pastor, tendríamos así tres sedes, una por provincia. Pero la epidemia ha alterado todo nuestro calendario. En cualquier caso, tenemos la mayor parte de nuestro trabajo hecho, así que, cuando la situación se normalice, lo retomaremos con el mismo entusiasmo de siempre para conseguir que la idea llegue a buen puerto».

En el capítulo de financiación, la Academia suspendió una presentación que iba a realizar el pasado 26 de marzo en la Cámara de Comercio de Zaragoza y en la que buscaba apoyo economico para la candidatura, apoyo que pensaba completar con una plataforma de ‘crowdfunding’ cuyo lanzamiento también ha retrasado. «Es una plataforma –añade Artiaga–, que tendrá además ventajas fiscales para todos los que aporten fondos». Para poner en marcha la plataforma se necesita un presupuesto mínimo que saldrá de las próximas cuotas de los socios, porque la Academia se ha planteado siempre ser independiente de las instituciones.

Otro aspecto que ha quedado ‘congelado’ de momento es el de la enseñanza del folclore. «Estábamos hablando con los grupos políticos con la idea de hacer una regulación –relata Artiaga–. Habíamos avanzado algo aunque llevamos un poco de retraso. Como la construcción de instrumentos musicales y la indumentaria ya está regulada en otras comunidades autónomas a través de la Formación Profesional, pensábamos que se podía empezar por ahí».

Desde su privilegiada posición, donde se palpan a diario los problemas de la música tradicional y el folclore en Zaragoza, Huesca y Teruel, Carmelo Artiaga cree que la pandemia va a provocar hondas heridas en el sector. Hay grupos folclóricos que ya han visto canceladas algunas de sus actuaciones previstas para agosto.

«El principal problema es que se habla mucho de la industria cultural y esa industria apenas existe, como tampoco la profesionalización. España no es Estados Unidos, Alemania o Francia. Muchos actores, músicos o bailarines hablan de esa industria cultural, pero me gustaría saber dónde está. Aquí no se pagan sueldos mensuales, por lo que las compañías no pueden acogerse al decreto del ERTE. La única compañía que conozco que ha podido hacerlo ha sido de danza, La Mov, no sé si habrá alguna más. Pero, en cualquier caso, para mí este es el momento idóneo para apostar por un modelo que promueva la profesionalización. El Ayuntamiento de Zaragoza está evaluando las pérdidas que va a suponer la pandemia en el sector cultural de la ciudad, pero habría que extender ese estudio a todo Aragón». 

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