música

José Luis Supervía, el cantante zaragozano que jugó en la ACB y fue héroe en el Ulster

Este zaragozano, que militó en el Peñas Huesca en la máxima categoría, presentará hoy el disco 'Si cierras los ojos' en la Bóveda del Albergue.

José Luis Supervía, cantante, empresario y exbaloncestista profesional.
José Luis Supervía, cantante, empresario y exbaloncestista profesional.
José Miguel Marco

Hay personas que han protagonizado mil vidas en una sola. Seres incontenibles que derrochan energía para emprender cuantos desafíos se plantean. Es el caso del aragonés José Luis Supervía. A sus 43 años, ha sido baloncestista profesional, ha jugado en la ACB, en Estados Unidos, en Irlanda del Norte, en Portugal y en Alemania; se ha convertido en un empresario de éxito y ha plasmado su pasión por la música con los discos editados con el grupo de heavy Ariday y en solitario.

Esta tarde, a partir de las 20.00, comparecerá en el escenario de la Bóveda del Albergue de Zaragoza para presentar ‘Si cierras los ojos’, su sexto álbum en siete años con su proyecto personal Supervía. «Con 18 años, mi padre me compró una guitarra acústica en El Corte Inglés y desde ese momento la música ha sido una parte muy importante en mi día a día. En aquellos tiempos escuchaba a Queen, a Guns’n’ Roses, a Tako... Como tenía tanto tiempo libre cuando me dedicaba al baloncesto, aprendí a tocar de forma autodidacta. La guitarra siempre ha ido en mi equipaje. No he dejado de componer canciones desde entonces. Pero ahora creo que estoy en mi mejor momento musical. Me siento cada vez más seguro y a gusto sobre el escenario y eso se nota», explica.

Hasta llegar a este punto de madurez, este zaragozano ha seguido un intenso guión. El kilómetro cero existencial lo encontramos en las pistas del colegio Compañía de María en la calle Canfranc. «A los seis años le pedí a mi madre que me apuntara a baloncesto. Destaqué desde el primer día. Mi mejor amigo era Sito Alonso –actual entrenador del UCAMMurcia– y su padre, Alfonso Alonso, era el entrenador y ha sido como un segundo padre para mí. Me enseñó mucho y me hizo crecer. Tanto que con once años fui elegido el mejor jugador de Europa en el torneo Jamboree de jóvenes talentos que se celebró en La Coruña», rememora.

Este éxito no pasó desapercibido para el antiguo CAI Zaragoza, que fichó a este proyecto de estrella para su equipo preinfantil. «Fui internacional con España desde cadete hasta juvenil. Con la selección llegué a jugar un partido como telonero de los Harlem Globetrotters en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid ante 15.000 espectadores», explica.

Tras un desencuentro con su club, en la etapa de juvenil volvió bajo el manto protector de Alfonso Alonso en Helios, el paso previo para destacar en una concentración con el combinado aragonés en Biescas. El Peñas Huesca, que militaba en la ACB, le lanzó la red. «Debuté con el primer equipo con 18 años, con Andreu Casadevall como entrenador. Fui partícipe de las dos últimas temporadas del club en la máxima categoría. No jugaba mucho –siete partidos en dos ejercicios– porque era muy joven, pero tuve mis momentos de gloria, como cuando en un partido contra el Barcelona de Epi desquicié al mismísimo José Antonio Montero, internacional. Me llegó a empujar y le pitaron una falta antideportiva», revela.

Con 20 años y tras el descenso de su equipo, dio el salto a Estados Unidos, donde militó en las universidades de Indian Hills, en el estado de Iowa, y en Scottsdale, en Arizona. De ahí volvió a cruzar el Atlántico para enrolarse en el CAB Funchal, en las islas de Madeira. Fue la antesala de su fichaje por Tyrone Towers de Dungannon (Irlanda del Norte) para la campaña 2000-2001. Una experiencia que le marcó a fuego. «Era un pueblo en el Ulster, cerca de Belfast. El entrenador era el español Carlos Frade. El pabellón era pequeño, de apenas 1.000 espectadores. Pero se me abrió el mundo de par en par. Me propuse que en cada partido se llenara la cancha y lo conseguí, fui elegido el mejor jugador europeo de la competición y me apodaban ‘The Spaniard’», rescata.

Paralelamente, fue contratado en un programa de la Unión Europea para incentivar la reconciliación entre protestantes y católicos. «Visité todos los colegios del Ulster para dar clases extraescolares que mezclaban a chavales de ambos bandos. Al principio no fue fácil. Algunos niños me decían: ‘Mi padre me dice que a los católicos hay que matarlos’. Pero la cosa funcionó. Entrené al hijo de Gerry Adams, vi tanques por las calles, más de una vez me pararon para identificarme a punta de metralleta... Fueron unos meses inolvidables, muy enriquecedores», comparte.

El Alaior Menorca de la liga EBA y el Nördlindgen alemán acogieron sus últimos compases con la canasta. A los 26 años colgó las zapatillas y retornó a Zaragoza para integrarse en la empresa familiar de distribución de productos de panadería. «El baloncesto ya no me llenaba y pegué un volantazo. La música comenzó a ganar terreno. Toqué la guitarra con la banda epilense La Estación y en 2007 formé con la cantante mexicana Yadira el grupo de metal Ariday, con el que llegamos a hacer una exitosa gira por México y a grabar varios discos», sintetiza. También ha colaborado con Ana Marcén –gerente de Ecomonegros– en el disco ‘Conectando’.

Un tiovivo que hoy que hoy recalará en la Bóveda del Albergue. 

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