PATRIMONIO

Desvelado el misterio del ‘pitón jaqués’

El elemento identificativo de los capiteles del Maestro de Jaca es en realidad una espiga de acanto

Capitel de la catedral de Jaca y espiga floral de acanto
Capitel de la catedral de Jaca y espiga floral de acanto
Antonio García Omedes

Georges Gaillard, uno de los pioneros en el estudio del románico español, descubrió en 1938 en los capiteles de la catedral de Jaca un elemento que despertó su curiosidad. Se trataba de algo, aparentemente vegetal, con forma de piña, ubicado en las esquinas. Lo bautizó como ‘gros piton’ y llegó a asegurar que, en su opinión, era "una especie de firma del taller" del Maestro de Jaca.

Durante décadas, los especialistas en románico se han referido a ese elemento como ‘pitón de ángulo’ o ‘pitón jaqués’, y aunque se ha especulado mucho sobre su origen, función y significado, no se había llegado hasta ahora a una conclusión unánime.

Ha sido uno de los grandes especialistas en el románico aragonés, Antonio García Omedes, académico de San Luis, quien acaba de aportar algo de luz sobre el misterio. Y en un artículo publicado en el número de junio de la revista ‘Aragón turístico y monumental’ revela que el elemento, que es identificativo del Maestro de Jaca, se trata, simple y llanamente, de la espiga floral del acanto.

«He visitado la catedral de Jaca en innumerables ocasiones –relata Antonio García Omedes– y fue en una de ellas cuando, fijándome en ese elemento decorativo, que el Maestro de Jaca empleó tanto en los capiteles puramente vegetales como en los que incluyen escenas historiadas, donde lo usó como elemento separador, se me ocurrió que podía estar relacionado con el acanto. Después de ver imágenes de las flores de esa planta llegué a la conclusión de que el famoso ‘pitón’ es en realidad una espiga floral de acanto en la fase anterior a su apertura, cuando todavía está compacta. Lo que me sorprendió fue comprobar que, pese a la sencillez de la explicación, hasta ahora ningún especialista había reparado en ella».

Que el Maestro de Jaca eligiera el acanto como elemento distintivo para los capiteles que salieran de su taller no tiene nada de casual.

Una bella leyenda explica el nacimiento del capitel corintio, que un arquitecto de la talla de Rafael Moneo ha calificado como "el elemento por antonomasia de la arquitectura occidental". Según esa leyenda, el escultor Calímaco, uno de los más destacados de la Atenas del siglo V antes de Cristo, vio un día la tumba de una joven que le llamó la atención.

Sobre ella se había dispuesto un canastillo con sus pertenencias, y la casualidad había querido que este se hubiera depositado sobre una raíz de acanto. El paso del tiempo había hecho brotar tallos y hojas, y como la cesta estaba tapada con una pesada piedra, la presión había hecho que estos se doblaran, formando volutas. La imagen se le quedó grabada y la reprodujo para las columnas que hizo a partir de entonces para los corintios.

Es capital románico es una simple evolución del corintio. Pero es que, además, el acanto no es una planta cualquiera, sino que tiene un enorme simbolismo funerario en el arte clásico. Para García Omedes, el ‘pitón jaqués’, no solo era la firma que el Maestro de Jaca incluía en sus capiteles, sino que también quería expresar el ciclo muerte-resurrección, por cuanto la espiga floral, al madurar, se convierte primero en flor y más tarde en semilla, de la que germinará una nueva planta.

"No me cabe ninguna duda de que el ‘gros piton’ es la espiga floral del acanto, y nadie lo había colocado en un capitel hasta que lo hizo el Maestro de Jaca". Otra sorpresa, para García Omedes, fue constatar que aunque se trata de una especie de firma personal, el elemento fue copiado por otros canteros románicos.

"El Maestro de Jaca era tan bueno en su arte –subraya–, que muchos otros artistas le copiaron. Las copias eran ‘pitones’ más grandes o más pequeños, que ya no tenían la misma función sino que parecen colocadas allí como símbolo de prestigio. Era un escultor tan bueno que los demás le imitaban sin saber muy bien lo que estaban haciendo. “Si lo hace el Maestro de Jaca –pensaban–, tiene que ser bueno”. Y así se difundió por España, siguiendo la Ruta Jacobea".

García Omedes ha localizado más de medio centenar de capiteles que tienen el ‘pitón jaqués’. Aproximadamente la mitad de ellos están en Jaca y su área de influencia, incluyendo el sur de Francia, en las cercanías de Olorón. Pero también los hay muy alejados, hasta en Santiago de Compostela.

García Omedes los ha descubierto, hasta el momento, en Loarre, Simacourbe, Iguácel, Uncastillo y Morlaas, entre otras localidades. Pero también ha identificado siete en San Martín de Frómista, tres en San Zoilo de Carrión de los Condes y dos en Nogal de las Huertas (todos ellos en la provincia de Palencia), cinco en Santiago de Compostela, dos en San Isidoro de León, uno en el Museo Arqueológico Nacional (procede de la Granja de Valdecal, Palencia) y otro es originario de Nájera, La Rioja, aunque está en Jaca. 

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