Juan Marqués: "Escribo vida hecha literatura, casi sin procesado posterior"

El poeta zaragozano, nacido en 1980 y residente en Madrid desde hace años, publica su poemario más familiar y más íntimo: ‘El cuarto de estar’, en la editorial Pre-Textos.

El poeta Juan Marqués.
El poeta Juan Marqués.
N. Serrano

¿Cómo sabe que ha empezado un nuevo libro de poemas?

Puede parecer una tontería, pero uno sabe que empieza algo cuando comprende que se ha acabado lo anterior. Cuando de repente te salen poemas con otro tono, con otro color, sabes que has terminado y que empieza algo diferente.

¿Cuándo se concreta un tema, el espíritu del libro?

Me alegra que utilice la palabra ‘espíritu’ porque es exactamente eso, sin que implique nada espiritual, por otra parte, pero es la más atinada para explicar qué hay dentro de un libro, qué lo define o justifica, si es genuino. Y es lo que decía antes: cuando notas que ese espíritu ha mutado, que es otro, que necesita decir cosas distintas, sabes que estás en algo nuevo. Es, pues, ese ‘duende’ el que va decidiendo la sucesión de los proyectos, y los decide o enfoca desde el principio. De todos modos, yo no escribo libros monográficos, en ningún sentido, o al menos hasta donde yo los controlo. Tienen su melodía unitaria, pero son colecciones de poemas, y siempre muy distintos entre sí.

¿‘El cuarto de estar’ es un espacio, un estado de ánimo o el lugar abierto y simbólico donde suceden las cosas?

Esto me importa mucho explicarlo bien, porque sé que con los títulos me arriesgo bastante. Los de los poemas, sobre todo, pueden parecer arbitrarios, caprichosos, bromistas, y jamás lo son, aunque es verdad que en ellos meto cierto desenfado, por si acaso, para huir de la solemnidad, que es lo que más detesto en la vida y, por tanto, en la poesía. Para no ser solemne sin dejar de ser serio, meto un poco de ironía, pero lo hago en los títulos, porque la ironía tampoco me gusta… Adam Zagajewski decía que la ironía es la religión de nuestra época, y lo decía como una mala noticia.

¿Y usted qué piensa?

Estoy de acuerdo: hay algo muy descarnado en esa tendencia, cierta desesperación contenida, incluso. Así que los títulos sirven para dejar claro que no me tomo demasiado en serio las cosas, aunque los poemas lo desmientan… En cuanto a ‘El cuarto de estar’, aparte de que siempre me ha hecho mucha gracia la expresión, es un adjetivo, no un sustantivo: es mi cuarto libro, y ‘estar’ es una actitud que querría que mis poemas exhibiesen, más que la de ‘ser’. Es, en fin, el cuarto libro en el que reflexiono sobre qué significa estar aquí…

¿Por qué son tan breves sus libros y los poemas cortos? ¿Es por intensidad o depuración?

Es todo eso, sí, y también cortesía hacia el lector, y acaso inseguridad, aparte del hecho de que realmente los poemas me salían así, sin forzarlo. Estoy ordenando los poemas de un posible quinto libro y me han salido mucho, mucho más largos, en plan rapsodias, como contar tu puro presente en endecasílabos en tiempo real, diarios en verso, un discurso continuo, vida hecha literatura casi sin procesado posterior…

Pienso en ‘Poética infantil’. ¿Qué le han dado los niños, tus hijos, a tu poesía? Me ha parecido que éste es un libro muy familiar.

Dado el tipo de poeta que soy, sería imposible que los hijos no apareciesen, porque son los protagonistas de mi vida desde hace casi ocho años. En realidad, el libro es más familiar de lo que parece, porque la mayoría de claves son bastante secretas, pero me contengo a la hora de escribir más poemas para los niños, o incluso ante la tentación de escribir poemas directamente para ellos…

A la vez es de un realismo escrupuloso. El poema ‘Quiero agua’ es casi una poética: "No quiero parecer interesado / pero es que me interesas, realidad".

Todo poema contiene una poética agazapada, una forma de entender y expresar lo poético. Y en mi caso, no hay duda: si hablo sobre la vida, hablo sobre la poesía. Siempre está esa doble lectura, y también aquí.

¿Cómo define su poética? ¿Se siente cómodo en eso que se llama ‘poesía del silencio’ tan a menudo?

Lo malo de los poetas del silencio es que, paradójicamente, no hay forma de que se callen, y no, no me veo encuadrado en esa línea, aunque hay en ella poetas verdaderos y talentosos. Yo, en lo poético, no sé muy bien quién soy, de verdad, pero sí soy un poeta consciente, sé lo que estoy haciendo, al margen de que sea mejor o peor. Pero no soy de ninguna escuela, aunque me parece que se me notan las preferencias, las posibles influencias. Creo que voy teniendo una voz reconocible, y tampoco sé si eso es necesariamente bueno.

Hablemos de amor. ¿Cómo canta al amor, por qué huye de la sentimentalidad?

Soy más pudoroso de lo que pueda parecer, y si hablo de amor intento hacerlo lateralmente, sí, aunque me temo que no siempre sale bien. Y una vez más, se explica porque hace mucho que no estoy enamorado. De hecho, los pocos poemas dirigidos a un ‘tú’ que hay, o son recuerdos o son, francamente, ficciones.

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