entrevista

Rafel Nadal: "No es eficaz transmitir el morbo porque no cuentas nada"

Traducido a una veintena de lenguas, presentó en Zaragoza la edición castellana del libro con el que ganó el premio Ramon Llull: ‘El hijo del italiano’.

CONTRAPORTADA. Entrevista a Rafel Nadal. El hijo del italiano/ 28-06-2019 / GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]]
Rafel Nadal narra un hecho real con ecos de leyenda.
Antón Castro

"Los Nadal somos una familia numerosa, doce hermanos, con lo cual hay de todo. Joaquim es como el más avasallador: fue alcalde durante más de 20 años de Gerona, fue candidato del PSC a la Generalitat y luego consejero de Obras Públicas. Y Josep Maria, Pep, es filólogo y un entusiasta tierno, lo mismo puede estar dinamizando la Universidad de Gerona como rector, que escribiendo libros y artículos. Todos los profesores de su claustro deben tener confituras y mermeladas preparadas por mi hermano, y cada verano reciben tomates y berenjenas de su huerto", dice Rafel Nadal, que presentaba hace unos días ‘El hijo del italiano’ (Planeta) en Zaragoza.

¿Y cómo es usted?

Ja, ja, ja. Yo, como soy el sexto y estoy en la mitad, soy un puro observador de la familia y de la posguerra tardía, dado que nací en 1954. Creo que tengo una mirada muy detallista, de imágenes, cinematográfica. Estoy marcado por la literatura francesa y también por la italiana, y por el cine.

¿Qué más? Es narrador...

Creo muy poco en esta voluntad de hacer cosmopolitismo porque no hay cosa más cosmopolita que mimar lo que tú dominas. Tu mundo. Y transmitirlo con profundidad y con detalle. Luego están las pasiones y emociones, que son universales: amor, odio, abuso y rebelión contra el abuso.

¿Qué le debe el escritor Rafel Nadal al periodista, que dirigió ‘El Periódico de Cataluña’ y que colabora en ‘La Vanguardia’?

Una cierta capacidad para escoger buenas historias, y para detectarlas, y una cierta técnica para documentarlas, e incluso acercarme a personajes reales en casos como en ‘El hijo del italiano’. He estado 40 años haciendo periodismo directo. Aprendes que no es nada eficaz transmitir el morbo porque no cuentas nada.

¿Entonces?

Si tú eres capaz de escribir alejado del dolor, observándolo, yendo a fuentes un poco más indirectas, acabarás teniendo una información de contexto, que es la que tenemos que darle a la gente. El periodismo enseña a acercarte con lentitud, a tener paciencia, a saber escuchar… En ‘El hijo del italiano’ he deducido más cosas con el silencio del personaje que con sus palabras.

¿De quién habla de Mateu o de su padre Ciro? Parece haber reescrito ‘La odisea’ de Virgilio.

De Mateu, el protagonista, que busca su rostro, su identidad, busca al padre. Hay dos odiseas en ‘El hijo del italiano’: la de Ulises, que son los marineros italianos que intentan regresar a casa, y pasan todo un año para poder volver, primero en Mallorca y luego en Caldas, y la odisea de Telémaco que busca a su padre…

Está Joana, la madre, Penélope…

Joana es una perdedora de la guerra, no por motivos ideológicos, sino de clase porque es una miserable, y es una perdedora de género porque está casada con un hombre que le pega, y en 1944 no se podía ni soñar con rebelarse. Había familias que vivían en blanco y negro, pero veían a través de la ventana que el mundo era en color. Gente como Joana no podía acceder a él.

¿Cómo le llegó el relato del acorazado Roma, destruido por Hitler en 1943, y el exilio de los italianos en Mallorca y Caldas?

En un club de lectura sobre un libro anterior. Al final, se levantó un hombre, se me acercó y me dijo: "¿Te gustaría que te contase la historia de mil marineros italianos que se refugiaron en Caldas en plena Segunda Guerra Mundial?". A los cinco minutos me había enamorado de la historia.

¿Cree que la Guerra Civil también nos dejó otras heridas: la de los sentimientos, la añoranza de la alegría sexual inesperada…?

En cada pueblo y en cada familia, hay una novela llena de hijos secretos que se taparon, y que ahora muchos nietos están recuperando. Hace unos días me llamaba una librera de Mallorca para decirme que había encontrado a un hijo de un italiano de los que fueron a parar a la isla. Y hasta mi primera novia formal, de los 17 a los 22, me escribió y me dijo: "Has escrito la historia de los italianos en Caldas. Esa historia te tocó de jovencito y ni te enteraste. Esa también es mi historia".

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