OCIO Y CULTURA

Manuel Jabois: "Escribo de la nostalgia de las primeras veces y de la inquietud"

El escritor y periodista publica ‘Malaherba’ (Alfaguara), un relato de amor, misterio y muerte en el territorio de la infancia y sus mitos

Manuel Jabois ( Escritor y periodista ) / 21/05/2019 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]]
Manuel Jabois ha presentado en Cálamo su nueva novela: 'Malaherba'.
Oliver Duch

"He terminado ‘Malaherba’ y estoy feliz de haber contado esta historia", dice Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978), que presentó ayer su novela en Cálamo, con Eva Pérez Sorribes.

¿Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esta historia?

La he escrito más o menos con rapidez, como suelo hacerlo siempre. Es una historia de infancia que supongo que empieza a escribirse y a gestarse en mi cabeza, quizá sin saber yo la forma que iba a tener.

¿Es usted un escritor intuitivo?

Por completo. Me sucede en las crónicas y en las columnas. Salgo de exploración y encuentro cosas, imágenes, salidas, fantasías. Escribí los dos primeros capítulos sin saber bien dónde iba.

¿Qué pasó para que quisiera contar una niñez que quizá se parezca un poco a la suya?

No, a la mía no. Quizá sí en el ámbito geográfico, pero a partir de ahí hay poco más. Podría haber escrito en la dedicatoria: «Para mi madre, que me obligó a escribir esta novela y no hacer un reportaje». Yo estuve salvado de ese tipo de infancia: otros niños lo pasaron peor. Me interesaba acercarme a los niños sin red.

¿Qué quiere decir?

Los niños, generalmente, crecen con red. Pero hay niños a los que de repente se les retira la red. Y se dan cuenta de que están asomados al vértigo, a la soledad. No es lo mismo nadar (o montar en bicicleta) sabiendo que te están agarrando que percibir que te han abandonado. Ahí tienes dos opciones: o aprender o caerte. Muchos de mis personajes siguen avanzando con el miedo...

Manuel Jabois.
Manuel Jabois juega con un balancín en la Plaza de los Sitios de Zaragoza.
Oliver Duch

Que es el tema de la novela...

Es el tema, sí. Aquí se descorre un telón que más o menos ya se conocía. Este niño, Tamburino, finge durante mucho tiempo cosas que sabe: de la familia, del exterior, del amor, de la muerte.

Ese niño tiene entre 8 y 11 años.

Sí, pero la novela está escrita después, cuando él es un adolescente de 15. Me interesaba mucho esa voz. Esa frescura y también trazar el mapa de las primeras veces del dormir fuera, del amor, del beso con lengua, del roce erótico, de la masturbación, de lo que pasa en el cuarto cerrado de los padres, etc. El niño se pregunta e intuye. Y disimula por pudor, por vergüenza, por lo que sea.

El niño siempre está ocultando cosas: oculta ese beso de Rubén Ojitos, ese cariño hacia Elvis...

Llega a pensar que la reacción de Rubén es quizá un acto de violencia sexual, pero al final siente placer. Y todo eso le genera un gran conflicto, que tendrá una nueva dimensión con su relación con Elvis... Esta es una novela sobre las relaciones, los amores, las peleas, los silencios. Es un libro de una melancolía feroz, de la nostalgia aparatosa de las primeras veces y de la inquietud.

Llama la atención la presencia de los videojuegos...

Eran videojuegos primitivos que permitían transferir tus movimientos a otra persona en la pantalla. El niño no cuida de nada ni de nadie y el videojuego, de repente, le permite hacerlo. El niño sale del portal y del patio infantil y empieza a tener relaciones distintas, más complejas. Independiente, sin tutelaje. Te mezclas con el mundo y empiezas a saber que esto es una selva. El aprendizaje del sexo, por ejemplo.

Demos un giro. ¿Qué ha significado para usted irse a Madrid, título también de un libro de sus artículos que publicó Pepitas de Calabaza?

Sobre todo te abre el horizonte y tienes más repercusión. Escribes mucho menos que en el ‘Diario de Pontevedra’, pero parece que escribes más. Hay que reivindicar el periodismo local porque es una magnífica escuela.

¿Y el humor?

Los artículos que menos me gustan son aquellos donde me pongo solemne, y me gustan aquellos que tienen humor, que ofrecen diversas entradas tamizadas por la ironía.

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