Un viaje por el mundo imaginario de Machado y Guiomar de la mano de Nieves Herrero

La escritora y periodista presentó este lunes en la capital aragonesa su nueva novela, ‘Esos días azules’. En su relato desvela que el padre de la protagonista del libro fue gobernador de Zaragoza, quien le puso el nombre en honor a la Virgen del Pilar.   

Nieves Herrero presenta "Esos días azules", un viaje a la vida de Guiomar y Machado
Nieves Herrero, este lunes en Zaragoza, donde ha presentado "Esos días azules", un viaje a la relación de Machado y Guiomar.
Camino Ivars

Bajo el título de ‘Esos días azules’, que, como explica su autora, parafrasea el último verso encontrado en el gabán Antonio Machado tras su muerte en el exilio en el pueblo francés de Colliure –‘Estos días azules, este sol de la infancia’-, la escritora y periodista Nieves Herrero presentaba este lunes su nueva novela en La Casa del Libro de la capital aragonesa. Una obra que recrea la gran historia de amor entre Guiomar y el famoso poeta español coincidiendo con el 80º aniversario de su muerte y el 40º aniversario de la muerte de Pilar de Valderrama, el verdadero nombre de la musa que permaneció oculta mucho tiempo. Es, en sus propias palabras, “la historia más bonita que haya podido escribir nunca”.

“Estaba inmersa en la escritura de otra novela cuando, hace ahora tres años, una mujer, Alicia Viladomat, se acercó a mí en una cafetería asegurando ser la nieta de Guiomar”, asegura la escritora, que reconoce que todavía recuerda cómo le temblaban las manos al sostener algunas de las cartas que la pareja se intercambió durante los ocho años que duró su idilio.

Y fue gracias a este libro como la autora pudo adentrarse de lleno en la vida de Pilar de Valderrama, poeta y escritora. Casada, madre de tres hijos, rica, de derechas y católica, se convirtió, afirma, “en una mujer muy adelantada a su tiempo”. “Formaba parte del Lyceum Club, integrado por mujeres intelectuales de todas las ideologías cuyo elemento común era la promoción de los derechos de las mujeres, entre ellos el derecho a voto. Por aquel entonces, las llamaban de forma despectiva ‘El club de las maridas’”, señala Herrero.

Machado y Valderrama pertenecían a dos mundos completamente opuestos. Sin embargo, esto no fue ningún obstáculo para sus protagonistas, que acabaron enredados en un amor imposible, de ahí el subtitulo del libro, ‘En el amor, la locura es lo sensato’: “Para él, que ella fuera de derechas no era importante; para ella, era secundario.

El encuentro entre la esposa engañada y su admirado poeta

“Guiomar acababa de descubrir que su marido llevaba años siéndole infiel y huye a Segovia, donde pretende conocer a su ídolo, Machado. Sin embargo, ninguno de ellos pensó jamás que podrían acabar enamorándose”, afirma Herrero. El poeta, por aquel entonces de 58 años, reconocería más adelante en sus textos haberse quedado completamente mudo el día que vio descender a Pilar de Valderrama (35) por las escaleras del Hotel el Comercio. “Tanto es así que inventó una excusa para postergar su encuentro al día siguiente”, añade.

Con el tiempo, y a través de las más de 30 cartas -de las casi 200 que se escribieron-, fotografías y las publicaciones de cada uno de los autores, Herrero fue capaz de configurar la historia que permanecía oculta al otro lado de sus textos. “Ambos reconocen que se salvan de sus soledades, ya que cada uno de ellos se siente muy desdichado con su vida, excepto en aquellos momentos de reencuentro”, asegura Herrero.

Además, aunque esta historia de amor se convierte en el eje de la novela, al mismo tiempo el lector se adentra en la convulsa intrahistoria de España durante aquellos años y en el contexto en el que se fraguó la relación. Así, en su lecho de muerte, en 1979, Guiomar decidió que no podía irse de este mundo sin contar su historia, la cual dejaría escrita en sus memorias en forma de confesión. “Si estás leyendo esto es que he muerto. Quiero que sepas que confieso mi pecado, que amé a Antonio Machado hasta el final de mis días”, reza el documento.

Durante los primeros años, la pareja se encontraba en rincones de Madrid, como en el Banco de los Enamorados, ubicados en el Jardín de la Fuente de la Moncloa o en una cafetería ubicada en el barrio de Cuatro Caminos. Una felicidad efímera que se desvanece con el inicio de una época muy complicada en España y que culmina con la Guerra Civil. “Aunque no se pueden ver, ellos se siguen pensando. Cada noche a las doce se encuentran en los pensamientos del otro, algo que ellos denominaron el tercer espacio, ya que el primero se les estaba complicando”, relata.

Hija de gobernador civil de Zaragoza y su nombre en honor a la virgen del Pilar

La escritora asegura que llevar a cabo esta novela ha sido como armar un complejo puzzle pero en el que ha contado con ayudas de valor incalculable. Familiares, amigos, incluso una de las carteras que llevó algunas de sus cartas, son tan solo algunos de los testimonios que aparecen en la obra. Hoy, las más de 30 cartas -las que se conservan- protagonistas de esta relación que acabó siendo eminentemente epistolar debido a las circunstancias, forman parte del fondo de la Biblioteca Nacional. “Un poeta se desnuda a través de la palabra, y reconozco que a veces me sentía avergonzada de leer según qué textos”, confiesa la autora.

Una de las sorpresas escondidas en la historia de Pilar de Valderrama es que su nombre fue un homenaje de su padre, Francisco de Valderrama, a la virgen del Pilar. “En un viaje a Santander donde se desarrollaba un curso de verano sobre ella, descubrí que provenía de una familia de hidalgos y que su padre fue un importante político. Entre otros cargos, fue Gobernador Civil en Zaragoza”, asegura Herrero. Sin embargo, el hombre cayó muy enfermo y falleció cuando Guiomar tan solo tenía 6 años. “Poco antes de su muerte, la familia se traslada a Montilla, en Córdoba, tras la recomendación de un médico amigo de alejarse de la ciudad”, relata.

“Después de esto me he quedado muy vacía. Tengo historias pendientes pero siento que necesito soltar de la mano a este personaje antes de continuar”, señala. Herrero asegura que ha sido una historia verdaderamente especial para ella y que le ha dejado una valiosa lección. “Hay que vivir la vida intensamente, no podemos perder el tiempo porque no sabemos lo que puede pasar mañana”, concluye.

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