entrevista

José Antonio Gutiérrez: "La ética informática no se puede disociar de la ética humana"

 José Antonio Gutiérrez Elipe (Zaragoza, 1966) es ingeniero. Analista de sistemas del Departamento de Informática de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Zaragoza.

José Antonio Gutiérrez
José Antonio Gutiérrez busca la luz en la informática.
Guillermo Mestre

Todo pasó en 1989. La Plaza, el Muro, la Red. Pekín, Berlín, internet. La matanza en la gran plaza de Tiananmén, la caída (física) del muro de la vergüenza comunista, internet como nueva frontera.

Plaza y Muro al margen, la evolución de internet es evidente, enorme. Recuerdo esos años de estudiante de ingeniería. La irrupción de las famosas tres uves dobles (www): World Wide Web. Mundo, ancho y red. Los que estábamos metidos en el ajo discutíamos su traducción y convenimos el nombre de telaraña mundial.

El parto de una nueva dimensión.

Hasta entonces había sido una herramienta de comunicación militar del Ejército de Estados Unidos. Después penetró en las universidades, pero no dejaba ser una comunicación académica. A partir de la creación de la primera página pública, llegó la explosión de internet. Fue todo muy rápido. Entonces no había ni licenciatura en Informática. Yo, por ejemplo, me licencié en Ingeniería Industrial en la especialidad de Electricidad, subespecialidad de Electrónica.

¡¿Un pionero en la informática no era licenciado en Informática?!

Los acontecimientos se sucedían a una velocidad extraordinaria. Los primeros servidores web de España nacieron en las universidades. El primer servidor de Zaragoza lo puso Alejandro Rivero en el departamento de Física Teórica. Muy poco tiempo después, puse yo otro en el GIGA (Grupo de Informática Gráfica Avanzada), un servidor que no era oficial, pero bueno…

¡Pero significó un gran avance!

Era experimental para informática gráfica. Internet pasó de ser utilizada exclusivamente por los cuatro locos expertos en tecnología a herramienta común.

Llegados aquí, surge el debate.

¿Debate? El futuro nunca se puede frenar. Pero había que considerar el factor de la seguridad.

Seguridad: por eso tenía tanto interés en hablar con usted.

En 1994 estuve en el ITA (Instituto Tecnológico de Aragón). Después, en la universidad. Hubo que eliminar puertas de acceso, limpiar de lo que algunos denominan erróneamente hackers. Soy analista de sistemas informáticos. Todo es más consistente ahora. Eso sí, la ley es imposible que vaya por delante, ni en los delitos informáticos ni en nada.

Google ha pasado a ser nuestro oráculo, incluso ejerce de padre...

Yo tengo una hija de 14 años. Su madre y yo la hemos educado para que sepa distinguir de dónde sacar la información y de dónde no.

¿Mira el móvil de su hija?

Los padres tenemos obligación de hacerlo.

¿Cuántos contactos de Facebook tiene su hija?

No tiene. No le dejamos todavía. No tardará a acceder. Queremos que haga un uso consciente y responsable, porque toda red social es susceptible de ser utilizada para el bien y para el mal. Sus amigas tienen Instagram. Google es un gran motor de búsqueda, Facebook también constituye un mecanismo de difusión de información muy potente, Twitter aporta una interacción inmediata.

¿Surgirán nuevas herramientas?

A corto plazo, creo que no. Ya hay muchas herramientas. Tantas, que hasta el concepto de intimidad está cambiando.

Eugeni Morozov ya habla del derecho a desconectarse…

Ese derecho es innegable, aunque creo preferible aprender a controlar esa conexión.

¿Cómo valora que el Diccionario de Oxford eleve a la categoría de palabras del año términos como ‘fake news’ o posverdad?

En estos tiempos de hipercomunicación, la independencia de los medios es más importante que nunca. Desde los bulos, desde las noticias falsas, no se puede construir nada. Y quien lo hace, incluso cuestiona hasta el valor de la democracia y la libertad en el país más poderoso del mundo.

Entonces, ¿la ética informática es tan importante como la misma tecnología?

La ética siempre es fundamental. Y la ética informática no se puede disociar de la ética humana.

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