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A la venta la casa ‘encantada’ en la que vivió Encarna Sánchez

La mansión, donde también residieron Ana Obregón y Suker, cuenta con leyendas de espíritus y pasadizos secretos.

Casa Encarna Sánchez
La mansión está en La Moraleja y se vende por 3 millones de euros.
Idealista/Archivo

Si usted busca hogar en Madrid, le encantan los sucesos paranormales y no se pierde un cotilleo, está de suerte. Si además dispone de 3 millones de euros puede hacerse con la casa que en su día perteneció a la célebre periodista Encarna Sánchez. Según publicaba esta semana la revista ‘Diez minutos’, la vivienda, situada en La Moraleja, consta de 672 metros cuadrados y fue construida en 1988. En la planta baja se disponen dos habitaciones, una cocina totalmente amueblada, un cuarto de baño y un aseo, un salón-comedor, un despacho y la biblioteca donde la locutora preparaba sus polémicos programas.

Pero más interesantes son las leyendas que rodean a la vivienda, que han vuelto a salir con motivo de la venta. Quizá la más célebre sea la de la existencia de un pasadizo secreto, subterráneo, que Encarna Sánchez había mandado construir desde su casa a la casa de Isabel Pantoja en la misma urbanización. Ni que decir tiene que es harto improbable que sea realidad, dado que ambas distan 12 kilómetros. La propia Sánchez se refería, con ironía, a la mera idea como "la obra faraónica" en sus tertulias y programas de radio.

Estuvo el padre Pilón

En uno de los porches, ya semitapado, se encuentra el escudo del Real Madrid, recuerdo de su siguiente propietario. Se dijo que la cifra por la que Davor Suker compró la casa en su momento fue de 500 millones de pesetas. El delantero croata salía por aquel entonces con Ana Obregón y un día se vio entrar a la actriz junto a la periodista Paloma Gómez Borrero y un sacerdote, el padre Pilón. ¿Los casó el clérigo en la intimidad con la escritora como testigo? No, algo aún más espeluznante. Tal y como relató Gómez Borrero, el cura jesuita experto en fenómenos paranormales bendijo la casa y comprobó que no hubiera fantasmas.

Tras ellos, la casa pasó a una familia anónima, pero cuya sirvienta dejó su trabajo alegando que en dicha casa pasaban cosas extrañas, lo cual comenzó a ser la comidilla del barrio.

Cortes de luz y apagones casuales, cierre de ventanas y puertas sin cesar, quizá por corrientes de aire, sí, pero casi siempre se daba en los despachos en los que había trabajado Encarna Sánchez.

Sea como fuere, si hay alguien que ahora esté dispuesto a su compra y que no le den miedo las historias de fantasmas, esta es su gran oportunidad. Quizá descubra algunos secretos del pasado.

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