Consejos para un escritor novel: los personajes

La escritora Sandra Andrés Belenguer ofrece pautas para quienes desean escribir y publicar su primer libro.

El misterio es uno de los elementos clave en una historia
Consejos para un escritor novel: los personajes
Heraldo

En el artículo anterior se abordó el tema de "la historia" y cómo enfrentarse a ella. Hoy, "los personajes" forman el núcleo central que se va a tratar.


En primer lugar, hay que preguntarse cómo presentarlos al lector.


Un autor puede utilizar muchos medios y entre ellos, hacerse una serie de cuestiones:


¿Qué piensa el personaje? ¿Cómo es físicamente? ¿Qué es lo que hace?


Son buenas interrogantes para comenzar.


Tal vez una forma de darlo a conocer al lector sea describirlo por completo desde un principio…O desgranar poco a poco cómo es. A este respecto, se suele decir que lo que un personaje dice o realiza con sus acciones, lo describe por sí mismo. Así, puede que no sea necesario decir que está enfadado, triste o alegre directamente, sino expresarlo a través de un diálogo o de su lenguaje corporal conforme avanza la novela. La elección es solo tuya.


Mario Vargas-Llosa solía afirmar que si un escritor, a la hora de contar una historia no se impone ciertos límites (es decir, si no se resigna a esconder ciertos datos) la historia no tendría principio ni fin.


Oculta pues aquel dato de tu personaje que no sirva para la narración y escoge solo lo verdaderamente importante, lo que en realidad tenga valor para confeccionar la historia.


Piensa lo que hace de tu protagonista alguien diferente y poténcialo en el momento exacto.


Otro detalle importante es dotarlos de profundidad.


Un lector va a acompañar a un protagonista durante el tiempo que lea su historia, así que hay que pensar muy bien cómo conferirle una profundidad psicológica que “enamore” a quien lo lea. Si recuerdas el libro ‘La historia interminable’, seguramente a tu mente acudirá la imagen de Bastian sintiéndose reflejado en Atreyu. Es lo que un autor debe perseguir: que sus lectores sientan lo mismo que sus personajes, que vivan la aventura con ellos y vean el mundo a través de sus ojos.


Quizás en este sentido, sea clave "el arco dramático".


El arco de un personaje es la transformación que sufre desde el comienzo hasta el final de la historia, las fases que atraviesa y el crecimiento psicológico o emocional que experimenta.


Por supuesto, pueden existir distintos tipos de arcos dramáticos:


- Positivos: donde el protagonista evoluciona de una situación desfavorable a un final feliz.


- Negativos: el personaje concluye su historia peor de lo que ésta comenzó.


- Arco interno: el protagonista sufre un cambio en su psicología, valores, ideas, etc.


- Arco externo: el personaje cambia su vida gracias a los acontecimientos que experimenta.


Es casi imposible pensar en una novela donde el protagonista no sufra una variación de sí mismo, por pequeña que sea.


Para ello, se debe analizar cuál es su conflicto interior. Seguro que recuerdas al Conde de Montecristo o a la criatura de Frankenstein. Ambos personajes buscan algo desesperadamente: venganza, amor, triunfo, comprensión… Pero para lograrlo (o no), se debaten consigo mismos entre lo que realmente quieren o necesitan y la forma de conseguirlo, o incluso sentirlo.


Un consejo: intenta no mostrar de forma directa cómo es el arco dramático de un personaje. Que sea el lector quien lo averigüe por sus acciones o pensamientos.


Los protagonistas son un elemento esencial de la novela… Pero, ¿qué ocurre con los secundarios?


Existen historias cuyos secundarios han alcanzado un nivel de importancia asombroso.


Seguro que, por ejemplo, recuerdas a Sancho Panza…


Son personajes que ayudan a que la historia se desarrolle.


Existen muchos tipos, tantos como creas convenientes:


- El amigo o ayudante del protagonista.


- El aliado del enemigo e incluso el propio enemigo.


- El personaje que siempre representa un obstáculo para el protagonista.


- El maestro o mentor.


- El secundario de impacto (es decir, el que motiva al principal para tomar una determinada decisión).


Se puede caer en la eterna duda de crear a un secundario sin profundidad, plano.


Y ello es posible, ¿por qué no? Hay personajes tipo que, incluso dentro de su propia superficialidad, son importantes. Un ejemplo son aquellos que marcan un contraste. Piensa en un protagonista diferente, único, quizá con un don, una misión, una psicología característica solo en él… Y a su lado, un amigo o amiga que siendo un personaje plano, remarca y resalta las particularidades del principal.


No olvides que los personajes que creas no solo acompañarán al lector durante la historia, sino que tú serás parte de ellos. Incluso puedes conferirles algo de ti mismo o de tus experiencias personales.


Serán tus compañeros en este viaje que estás emprendiendo para escribir tu propia novela.




*Sandra Andrés Belenguer es licenciada en Filología y escritora.