Entrevista

"Tengo una relación con la voz más especial desde que la perdí y la recuperé"

La periodista y escritora Raquel Martos acaba de publicar 'No pasa nada. Y si pasa, se le saluda' (Espasa), una novela llena de amor, desamor, humor y "mala uva".

Raquel Martos
"Tengo una relación con la voz más especial todavía desde que la perdí y la recuperé"

-En su nueva novela se inspira en una experiencia propia para construir su relato...

-El punto de partida que obliga a Carla, la protagonista, a estar en silencio es el mismo que yo pasé. A partir de ahí, la ficción. ¡A volar!


-¿Qué supuso para una comunicadora como usted quedarse incomunicada?

-Lo pasé fatal. Es una pesadilla para una comunicadora que, además, trabaja en la radio. Era horrible. Creo que a veces perdía la voz de pura angustia que tenía. Luego me explicaron que cualquier desorden emocional influye mucho en la voz y de hecho hay disfonías -Carla habla de una de ellas en el libro-, que son producidas por un 'shock'. Lo pasé muy mal, me quedaba afónica en directo, delante de un cliente de publicidad. Es como si sale un futbolista a jugar y de pronto se le tuerce el tobillo sin hacer aparentemente nada.


-Las redes sociales, Twitter, Whatsapp... son una nueva voz, una forma de comunicar que usted utiliza mucho...

-Sin duda. Utilizo mucho Twitter, en las redes sociales es mi favorita. La verdad es que defiendo mucho ese tipo de comunicación. No creo que le reste a la comunicación oral, son complementarias y compatibles y cada una tiene ventajas y desventajas. En las redes sociales puedes reflexionar antes de decir las cosas (otra cosa es que lo hagamos) y para los tímidos es un arma potente. La comunicación se apoya en los tonos, los gestos y a veces un mensaje que puede resultar muy antipático escrito no tenía esa intención. Cada una tiene su momento.


-En las páginas de su libro aparecen diálogos escritos en formato whatsapp y correo electrónico...

-Por qué no utilizar esa estética. Además, Carla se expresa de maneras diferentes cuando recuerda un diálogo, envía un email, escribe en la pizarra o teclea un whatsapp. Ahí encontramos distintas versiones de nosotros mismos.


-En su literatura aborda el amor y el desamor mezclado con humor y "mala uva" ¿Es usted una persona de extremos?

-El amor y el humor son dos ingredientes esenciales para vivir. No me imagino la vida sin amor ni humor. La mala leche, en el caso de Carla, le sirve como una forma de humor, de ironía, para salvarse de un momento realmente triste de su vida. Y difícil. Sí, creo mucho en el humor como vehículo para poder caminar sobre las brasas.


-Se mueve entre la televisión, la radio y la literatura. ¿En qué medida le afecta -si es que le ha afectado- la crisis de los medios de comunicación?

-Si hablo por mí, tengo que considerarme muy afortunada porque no me falta trabajo. También he de confesar que vivo con la conciencia de que, en cualquier momento todo se puede venir abajo. Es un momento muy difícil para los medios de comunicación, para el trabajo en general, con millones de parados y empresas que han cerrado. Sin embargo, es un momento en el que quizás tenemos que desplegar otro tipo de virtudes: renunciar a la comodidad en muchos casos. Mi sensación es que ya no hay un barco que nos lleve y tenemos que nadar. Carla también dice esto, que en algún momento sentimos que no hay flotadores para todos. Nadar ayudándote de los que tienes alrededor y estar preparado para todo.


-Ha trabajado con Luis del Olmo, Pablo Motos y Carlos Francino. En lo profesional, al menos, usted no se casa con cualquiera...

-He tenido grandes jefes. A Francino lo conozco como colaboradora y el nivel de exigencia no es el mismo que cuando formas parte de un equipo. Luis del Olmo fue mi primer jefe, también trabajé con Juan Antonio Cebrián, que también era un jefe exigente, al igual que Pablo Motos. Esto me ha ayudado mucho profesionalmente porque me ha obligado a mantener un ritmo constante y un nivel de exigencia que ya traía de fábrica. Al final se agradece. Además, se juega bien al tenis cuando, aunque tú seas malo, el otro le da bien a la raqueta.


-También sabe volar sola. Presenta en Canal Extremadura 'La vida pasar'...

-Estoy aprendiendo a ser presentadora y a volar sola en muchos sentidos: hago colaboraciones en prensa, radio, escribo libros... Soy muy independiente. Me gusta formar parte de proyectos en los que creo pero también necesito una dosis de vértigo, de verte sola ante el peligro disfrutando y tratando de mejorar.


-Recuperar la memoria audiovisual de una comunidad, ¿ayuda a aprender del pasado?

-Hay que mirar siempre al pasado para saber siempre de dónde venimos. Es una oportunidad única para que una Comunidad, a veces un poco olvidada, pueda contar su historia desde el punto de vista de los propios extremeños, tal y como la grabaron. A través de sus vídeos y sus películas en super 8 vemos cómo ha cambiado Extremadura. Es un 'Cuéntame' real con el valor de unas imágenes inéditas que por primera vez cuentan esa historia.


-Le voy a formular la misma pregunta con la que se promociona 'No pasa nada'. ¿En qué unidad de medida evalúa su vida: en años, en logros, en satisfacciones, en disgustos, en horas de aburrimiento?

-Últimamente la mido en ratos buenos, en esos ratos que te gustaría inmortalizar con un toma vistas porque la vida tiene muchos dolores de los que no nos podemos abstraer y yo tuve uno difícil el año pasado. Ahora lo mido así. Espero que me dure esa conciencia de que, a lo mejor, lo importante es una caña con tus amigos. Hay que valorar ese tipo de cosas. La valoro en afectos y en emociones profesionales, en retos que no tienen mucho que ver con el éxito, o nada, sino con disfrutar de las cosas que estás haciendo, creer en lo que haces y sentir que aprendes e intentas dar lo mejor de ti.


-Las canciones de Carla -con permiso de Ken Loach- figuran en su libro como una forma de expresar emociones, sentimientos... ¿Qué importancia tiene la música en su vida y en su literatura?

-No entiendo la vida sin música. En mi vida tiene mucha importancia, está asociada a momentos importantes. He trabajado en la radio durante muchos años y la radio es música y voz. La música tiene una gran importancia para transmitir un mensaje. En el libro, casi aparecía de forma espontánea. Carla iba mencionando canciones y al final decidimos dar la lista a los lectores para que, si quieren, lean los capítulos con la música de fondo. Cuando escribes, ocurre que los personajes van a su aire. Es ese componente mágico que tiene la creación literaria.


-Afirma que la voz es el tono del alma, la banda sonora de nuestros movimientos...

-Lo creo firmemente. Siempre intento adivinar qué hay detrás de una voz, cuál es la intención, el carácter, la timidez, la ternura... incluso la maldad de una persona porque la voz tiene una fuerza tremenda. Y yo me enamoro de las voces, me fijo en todas. En los restaurantes, cuando voy al baño solo oigo las voces de la mesa en la que estoy. Tengo una relación con la voz muy especial, más especial todavía desde que la perdí y la recuperé.


-De entre todas, ¿con qué voces se quedaría?

-¿Que tengan ángel? Van Morrison tiene el poder de llevarme a otra dimensión con la frase de un tema. También Jamie Cullum. En la radio, Luis del Olmo o Tomás Martín Blanco, un señor que acariciaba con la voz. Me gusta mucho la de Javier del Pino y la de Paco González, Julia Otero, Rosa María Mateo, la cantante Maritza...