Sergio Abraín: "El arte es una revelación al límite de la realidad"

Sergio Abraín Gracia (1952, Zaragoza), mejor artistaaragonés de 2018 por la la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte.

Sergio Abraín, en su estudio pictórico.
Sergio Abraín: "El arte es una revelación al límite de la realidad"
José Miguel Marco

El pintor Sergio Abraín, con su exposición ‘Rompiendo el tiempo’,  acaba de ser premiado como mejor artista aragonés de 2018 por la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte (AACA).

Dentro de su gesto austero, se advierte la felicidad.

Se trata de una felicidad compartida. La felicidad sola es insustancial. Es mejor estar cabreado que la felicidad egoísta. La felicidad compartida es amor.

Me encanta la narración del amor desde la pintura…

Detrás del amor se encuentra la justicia. El amor con el poder suman una mezcla perversa de difícil destino.

¿Por qué?

Porque todo cambia de forma imprevisible. No olvide que el amor y el poder son los motores de toda revolución.

¿De dónde emana toda esta energía en Sergio Abraín?

De mi ser y sentir. También influyó mi padre y sus inventos, sus máquinas. Era una persona extraordinariamente creativa.

Las máquinas… Con el ser humano cada vez más deshumanizado, y una inteligencia artificial cada vez más empática…

Quizá los algoritmos lleguen a asimilar el concepto amar. Otra cosa es que puedan generar deseo, que no equivale a amor. Quizá pronto tendremos que hablar de tú a tú con una fórmula matemática.

El deseo y la felicidad compartida que defiende le llevaron a abrir espacios alternativos de arte en Zaragoza.

Con ese objetivo surgieron Patagallo y Carigrama, siempre creados con la participación de otros artistas. Felicidad y aventura compartidas. Intentaba llenar un vacío en la ciudad. Eran utopías realizadas. Capturar un trozo de París, de Londres o de Nueva York y trasladarlo a Zaragoza. Fue un flujo artístico maravilloso.

Allí plasmó su gen surrealista.

Nací en el surrealismo onírico límite, rozando el absurdo. Evolucioné hacia el surrealismo combativo, ideológico, social. Eran los tiempos de la Transición.

Transición, libertad… Quizá se perdió el hambre por la libertad.

Siempre fue mi norte. El arte es una revelación al límite de la realidad. Interpreté los elementos relacionados con la represión. Era una denuncia. Era la sexualización del terror, que se vuelve carnal. El cuerpo grita. Denuncia el miedo, la sospecha, la violencia. Añoro ese compromiso pretérito.

Terror, miedo, violencia… Yo pensaba que el arte constituía la materialización de la belleza…

La belleza es subjetiva. El arte también puede aglutinar el placer, incluso el dolor. Ahí está el Barroco, maravillosa expresión del arte. La religiosidad, la cruz como signo. Qué decir del dolor del  ‘Guernica’, ya en el siglo XX.

¿Hacia dónde galopa ahora?

Mantengo el espíritu crítico. No concibo una sociedad articulada sobre discursos únicos.

Donde todos piensan igual, es que todos piensan poco…

Es un error grueso, una deriva patológica, un caminar suicida hacia la oscuridad. La cultura actual está sazonada de sospecha y conspiración. Nos conduce hacia una sociedad insegura, con miedos, una sociedad frágil. Negro, muy negro: toda sociedad sostenida sobre valores frágiles se desvanece.

¿Qué auxilio ofrece el arte?

El arte es un síntoma del cuerpo social. Los artistas anuncian la crisis, la enfermedad. Somos paraninfos desde los no lugares, anunciadores desde los márgenes del cuaderno.

¡Glosas esenciales en la vida!

A veces, al poder no le conviene leer esas glosas. Cultura y poder no están necesariamente relacionados. En ocasiones, incluso el poder va contra la cultura: es mucho más sencillo manejar a un ignorante que a una persona formada.

Hablando de cultura y poder, ¿qué piensa de quien confunde, como Pedro Sánchez,  a San Juan de la Cruz con fray Luis de León, o a Einstein con Hemingway?

No es relevante culturalmente. Ni en sus mejores sueños podría ser objeto de debate cultural.

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