Ana Juan: “El amor no es sumisión”

La ilustradora valenciana retrata a las mujeres españolas que protagonizan el libro ‘Pelea como un chico’ (Planeta) de Sandra Sabatés

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Ana Juan (Valenia, 1961) es una de las grandes ilustradoras españolas y europeas, imaginativa, poética y versátil. Acaba de ilustrar ‘Pelea como un chico’, con textos de la periodista y escritora Sandra Sabatés, una selección de microbiografías de mujeres españolas del siglo XIX, XX e incluso del XXI.

De entrada, le diría que tengo la sensación de que ha sido un libro particular para ti, gozoso…

Por supuesto, este libro es una oportunidad para reivindicar a muchas mujeres que abrieron camino y que lucharon por sus ideales de igualdad dedicando a ello sus vidas. Es el momento de conocerlas, de reconocer su trabajo y reivindicarlas. A algunas las habíamos olvidado, a otras no las conocíamos y este libro puede abrir los ojos a muchos. Desde un punto de vista pedagógico y emocional lo considero imprescindible porque es el momento de reconocer todo aquello que hicieron, no solo por las mujeres si no también por esta sociedad en la que vivimos.

¿Qué nos diría en una primera observación como artista?

Por otro lado, y ya en el ámbito de mi trabajo, el retrato, un género que me gusta mucho cultivar pero no tengo habitualmente la ocasión de hacerlo. Considero este género muy difícil y este libro me ha permitido hacer un trabajo de investigación e interpretación que me ha satisfecho mucho.

Ana Juan: “El amor no es sumisión”

Ana Juan en Zaragoza, en un retrato de Vicente Almazán.

¿Qué pensó ante la propuesta, cómo ve este movimiento de vindicación feminista, participa de él, lo mira con sosiego o con sentido crítico, etc.?

Mientras no exista la igualdad entre ambos sexos hay que seguir luchando. Hay muchos logros, sí, se han conseguido avanzar pero últimamente hay un retroceso que es peligroso. El feminismo es una lucha diaria en la que todos, hombres y mujeres debemos de esforzarnos desde las pequeñas cosas en conseguir una equidad pero, cuando hay que luchar, cuando hay que salir a las calles todos debemos de hacerlo porque los derechos de las mujeres están en peligro en estos días. Más allá que de feminismo deberíamos de hablar de justicia social.

¿Qué quería lograr? Es uno de sus trabajos máss directos y sugerentes, no diré que realista, pero en cierto modo sí…

Mi objetivo era el lograr llegar a estas mujeres más allá que desde un apoyo simbolista conseguir interpretarlas a través del color y el grafismo y que estos fuesen el lenguaje con el que trazar las personalidades de estas mujeres. El planteamiento era que a todos los retratos les perteneciese un color diferente que casase con la personalidad de la retratada y un grafismo que contase algo de su vida.

Ana Juan: “El amor no es sumisión”

La poeta Rosalía de Castro, retratada por Ana Juan.

¿Podría ponernos algún ejemplo?

Por ejemplo los azules de Rosalía de Castro y su tratamiento difuminado y envolvente nos dan una idea de su carácter melancólico y de la tierra a la que ella dedicó su obra mientras que la rotundidad de los rojos y negros de La Pasionaria así como la crudeza del grafismo que la dibuja nos acercan a la dureza de su carácter formado por toda una vida de lucha. Sin embargo el reto iba aún más allá porque todos los retratos en su conjunto deberían de estéticamente tener una unidad como si todas estas mujeres compartiesen un mismo espacio temporal y compartiendo una misma idea, el feminismo.

Parece que hay un diálogo con las vanguardias estéticas de los años 20 y 30… ¿Se lo planteó así?

No, no era mi intención hacer un homenaje a las vanguardias de entre guerras pero, no puedo olvidar que mi trabajo también es deudor de ellas por lo que quizás, inconscientemente, las influencias afloren al trabajar retratos de personajes coetáneos a estas vanguardias.

Hay personajes que vivieron en penumbra, como María Lejárraga, y otras que parecen más luminosas como Margarita Nelken. ¿Ha querido que sea vea eso en sus retratos?

Por supuesto, ambas eran brillantes pero también eran la antítesis la una de la otra. María Lejárraga vivía a la sombra de su marido, ella era la creadora mientras que él firmaba las obras que ella escribía por eso la representé en la sombra con una única luz que ilumina su pluma. Mientras que Margarita Nelken era todo luz, la luz del campo de Extremadura de la que fue la primera mujer diputada, la luz de su pasión al hablar y la de vivir su vida con absoluta libertad al margen de las normas de la sociedad, decir esto hoy es fácil pero hacerlo en los años 30 era todo un acto de valentía.

¿Hay alguien con la que sintonices más? ¿Podría decirse que le gusta mucho Zenobia Camprubí…?

Todas, todas tienen algo admirable: la capacidad de lucha, el tesón, el hambre de conocimiento pero siento decir que, precisamente, Zenobia Camprubí, al margen de sus muchas virtudes, no es una de mis mujeres favoritas. Zenobia estuvo supeditada a Juan Ramón Jimenez, vivía por y para él y él no supo devolverle esa entrega cuando ella lo necesitaba. El amor tiene mil formas de sentir y cada uno lo vive como quiere o como puede pero prefiero una mujer libre ayudando y dando apoyo a sus pareja pero sin necesidad de supeditarse a él por mucho que lo admire. El amor no es sumisión.

Disculpe. Vayamos con una de sus favoritas favoritas...

Pero, íntimamente, hay una mujer con la que puedo tener más afinidad y es Marie Blanchard, por su actitud frente a la pintura, ella como yo nos escondemos detrás de nuestro trabajo, él nos lo da todo y es un refugio que nos protege del mundo.

Ana Juan: “El amor no es sumisión”

Así, vistas en bloque, ¿cuál es para usted su aportación? ¿Por qué siguen estando en condiciones de inferioridad respecto al hombre?

Todas estas mujeres y muchas otras más , mujeres anónimas a las que nunca se reconocerá su lucha y sacrificio abrieron camino para la liberación de la mujer, para la igualdad frente al hombre desde el derecho al voto, el derecho a conservar su hogar y los hijos frente a una separación, el derecho a poder trabajar sin permiso de un marido o padre. Ha sido mucho lo que se ha conseguido pero no está todo resuelto. En el día de hoy en el que una mujer puede ser presidente de un país sin embargo ante una violación esta mujer tiene que resistirse como si de una mártir del cristianismo se tratase para que este delito sea tomado en consideración por un juez. No está todo logrado, hay mucho trabajo por hacer. En la portada de ‘Pelea como una chica’ hay un lápiz, un lápiz es un elemento común a cualquier disciplina, desde un pintor a un investigador. Un lápiz como símbolo de la educación y la cultura que son el lugar desde el que una mujer debe luchar.

Incorpora a la aragonesa María Moliner. ¿Qué le sugiere y cómo ha resuelto el dibujo?

María Moliner es el tesón una característica de la personalidad aragonesa. La fuerza por perseguir un sueño que se convirtió en una labor titánica llevada a cabo de una forma artesanal y palabra por palabra fué tejiendo en su mesa camilla un diccionario de usos del español. María Moliner es su diccionario y semioculta detrás de él la he representado.

FICHA

'Pelea como una chica'. Textos: Sandrá Sabatés. Ilustraciones de Ana Juan. Planeta, 2018. 174 páginas. [Presentación: Viernes, 18, a las 19.00, en la Biblioteca María Moliner (Pedro Cerbuna, 12) con las autoras y la profesora Amparo Martínez y la editora Ángeles Aguilera. En colaboración con la librería Antígona.]

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