Miguel Poveda detalla su irremediable y profundo 'enlorquecimiento' en Zaragoza

El cantaor catalán actúa hoy en la sala Mozart del Auditorio (21.00, de 35 a 64 euros) para presentar los temas de su último disco, editado hace medio año y dedicado al universo de Federico García Lorca

Miguel Poveda
Miguel Poveda

El mundo del flamenco vive tiempos extraños. Extraños y algo agitados, ya que la heterodoxia en el género se ha redefinido; más bien ha ampliado sus límites, con nuevos espadas caminando en claves mixtas y dibujando subconjuntos estilísticos;el denostado, provocador y genial Niño de Elche, la increíble Rosalía, que hoy estrena su nuevo disco y ya enamora audiencias al otro lado del Atlántico... todo eso hace que figuras más consolidadas, miradas con lupa tiempos ha por los puristas, emerjan ahora como los representantes legítimos del flamenco entre las nuevas generaciones. Miguel Poveda es un joven veterano con dos décadas y media de carrera y las ganas intactas a la hora de arriesgar, de descubrir horizontes. Hoy brinda al público zaragozano su último empeño discográfico, ‘EnLorquecido’.

El álbum, editado por Universal, salió a la venta hace seis meses y cuando finalice la primera fase de la gira que le trae esta noche a la sala Mozart del Auditorio (21.00, de 35 a 64 euros en Ticketmaster y taquilla) lo habrá presentado en una treintena de localidades españolas, amén de la ciudad francesa de Lyon. Poveda ha publicado catorce álbumes hasta el momento, entre los que destacan ‘Viento del este’ (1995), ‘Poemas del exilio de Rafael Alberti’ (2004), ‘Coplas del querer universal’ (2009) o ‘Sonetos y poemas para la libertad’ (2015).

Devoción lorquiana

El título del álbum deja poco margen a la interpretación. ‘EnLorquecido’ se presentó en sociedad con un primer tema que hiela las venas, ‘No me encontraron’, y además del flamenco se bucea en la canción popular. Joan Albert Amargós, su compinche en la producción y la interpretación desde hace muchos años, le acompaña también en escena como instrumentista y director musical, con el añadido del joven prodigio de la guitarra Jesús Guerrero entre un combinado de excelentes intérpretes.

La admiración de Poveda por el universo lorquiano no es de ahora;ya había interpretado versos del granadino, pero el empeño actual iba más de investigación y asunción sensorial del personaje que de mera expresión; de hecho, la propia imagen promocional del álbum muestra los rostros de Poveda y Lorca en una fusión degradada. Dice el cantaor barcelonés que llegó a Lorca por Morente –otro renovador, otro discutido por los aficionados a rasgarse las vestiduras–, Camarón o Carmen Linares, tres de los más grandes de siempre. Con Lole y Manuel como eterna referencia, Poveda ha sabido sumergirse en el universo del ‘Poeta en Nueva York’ y hacerlo suyo sin incurrir en ningún irrespeto al duende que soplaba a Lorca los versos al oído; si algún pero puede ponerse al impecable trabajo de Poveda es que en algunos momentos, ese respeto parece casi excesivo. No obstante, el ganador del Cante de las Minas en 1993 sabe sacar de adentro para hacer brillar en el escenario las piezas escogidas y arregladas para este disco.

Emoción

A la hora de valorar este esfuerzo, Poveda es rotundo. «Siempre había navegado en el océano que es la obra de Federico García Lorca, pero nunca había buceado tanto como en estos dos últimos años, llegando a ‘enlorquecer’ de una manera arrebatada. Para mí, ha supuesto un antes y un después en mi manera de ver y entender la vida. Desde que leí por primera vez hace ya algunos años ‘Soneto de la dulce queja’, un algo imperioso y terrenal me arrastró al mundo de Federico con todo lo que eso implica, pero es ahora, con el paso de los años, cuando con mucha más fuerza y madurez me he sentido capaz (o eso creo) de afrontar la selección de poemas que finalmente he decidido grabar en este disco».

Poveda ha ido un poco más allá en este reto. «También he asumido el riesgo de componer gran parte de la música. Para este trabajo he contado de nuevo con mi amigo y compañero de locuras Joan Albert Amargós, genial compositor, intérprete y arreglista que ha conseguido una vez más los sonidos y caracteres que he necesitado en cada uno de los poemas. Deseo con este nuevo disco, puedan viajar por el universo de los miles de Federicos que existen: el entusiasta, alegre, triste, comprometido, viajero, premonitorio, amante de lo culto y lo popular y obsesionado con la muerte, pero también con la vida».

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